Jordania 2018 – Petra Día 1: Del Monasterio a Little Petra (Into The Bedouin Life)Los dos primeros días que pasamos en Jordania tuvieron algunos contratiempos, pero aún así visitamos sitios memorables y añadimos un buen puñado de situaciones para nuestra colección de anécdotas.
Llegada a Ammán
Nos levantamos a las 6 de la mañana en Beirut para coger el vuelo que teníamos tres horas después rumbo a Ammán, capital de Jordania.
A diferencia de los 4 días anteriores que pasamos en Líbano (con mucho sol), estaba lloviendo y las nubes eran bastante espesas (como esas nubes de Pontevedra de los días lluviosos de verdad que parece que se instalan para quedarse). La predicción del tiempo para Jordania para ese día era de mucha lluvia y de muy nublado para el siguiente.
Bueno… ¡no todo iba a salir perfecto!
En el aeropuerto de Beirut vivimos la primera situación surrealista de la jornada, con un guarda de seguridad empeñado en que había algo que pitaba en la mochila de Cristina. La verdad es que fue una situación muy cómica, porque aún después de pasar la mochila varias veces por el escáner no tenían claro qué era lo que pitaba. Probaron a sacar unas minitijeras de punta roma, pero la mochila seguía pitando.
Al final, el tío (que era muy gracioso y agradable, la verdad) decidió que no entendía nada, así que le devolvió las tijeras a Cristina y nos deseó buen viaje y que volviésemos pronto a Líbano.
¡Pero qué maja es la gente en este país!
El vuelo salió a la hora programada, pero cuando nos fijamos bien en la de llegada había algo que no cuadraba… ¡Parecía que el trayecto iba a durar más de una hora! Algo que, según toda lógica inicial, era imposible ya que la distancia en línea recta que separa Beirut y Ammán no supera los 250 km.
En un primer momento nos planteamos la posibilidad de que los dos países tengan zonas horarias diferentes, pero tras revisar las guías varias veces parecía claro que tanto Líbano como Jordania seguían el mismo huso temporal… ¿Qué ocurría entonces?
Lo entendimos todo gracias al mapa en tiempo real que nos pusieron en las pantallas del avión… ¡Estábamos dando un rodeo infinito para evitar el espacio aéreo de Israel y, supongo, zonas no seguras de Siria!
¡Qué cosas! No recuerdo a la perfección el itinerario, pero fue algo parecido al siguiente:
La parte buena fue que hasta nos dio tiempo a echar una pequeña cabezada antes de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Reina Alia.
Los trámites de entrada, al igual que en Beirut, fueron muy rápidos. Al tener el Jordan Pass solamente tuvieron que hacer una rápida verificación en el control de pasaportes y, sin darnos cuenta, estábamos ya recogiendo el coche que habíamos alquilado con la compañía Thrifty (145€ alquiler + 70€ seguro a todo riesgo para 6 días).
La Infructuosa Visita a Jerash
La liamos parada ya antes de salir del aeropuerto (antesala de todo lo que nos pasaría en nuestro primer día en Jordania).
Nos dieron una tarjeta identificadora del vehículo para mostrar si nos paraba la policía, pero nosotros al llegar a la salida del parking y ver que no se abría la barrera, entendimos que teníamos que introducir la tarjeta en la ranura… pero no.
Lo que ocurrió es que provocamos un colapso en la máquina y ni se abría la barrera ni nos devolvía la tarjeta. Llamamos por el interfono para pedir ayuda y aparcamos el coche a un lado bajo las atentas miradas y, probablemente insultos tipo «idiotas» o «gilipollas» (pero en árabe claro) de los demás conductores que pasaban a nuestro lado (muy agradables no eran, desde luego).
El chico que supuestamente iba a tardar 5 minutos en venir a ayudarnos tardó más de media hora, y tampoco tenía muy claro cómo proceder con la maquinita. Sea como sea, al final consiguió abrirla y devolvernos la tarjeta. Ipso facto, entramos en el coche y nos largamos de ahí porque no queríamos dar más el cante.
El planning inicial era pasar el día en Jerash (50 km al norte de Ammán) y después conducir hacia el sur de la capital para dormir en Madaba (80 km al sur de Jerash), pero con lo que no contábamos era con el diluvio universal.
¡Menudo chaparrón! Ya desde la salida del aeropuerto no dejó de llover. Tuvimos suerte con la carretera, porque era bastante buena (estilo autopista de España) y el tráfico iba bastante fluido a pesar de no dejar de ser circulación tipo asiática.
Aún así, fuimos hasta Jerash. No valía la pena cambiar el plan y meternos en Ammán con ese tiempo porque seguro que el tráfico iba a ser demoníaco y, quién sabe, a lo mejor al norte estaba «simplemente nublado»…
Pero no. El torrente de agua no cesó en ningún momento e incluso pasamos por encima de varios charcos que se asemejaban por momentos a la Fosa de las Marianas y que empaparon totalmente los bajos (y los medios también) del coche con el agua salpicada.
Nos quedamos algo chafados. Jerash iba a ser nuestro Baalbek 2.0, pero cuando llegamos seguía lloviendo sin cesar, así que decidimos que no valía la pena entrar para verlo corriendo en 15 minutos y volver a salir.
Dejamos el coche en el parking y nos metimos en el zoco para dar un paseo, estirar las piernas y buscar un sitio para comer.
Solo había un restaurante en el reciento y tenía menú buffet con una pinta algo mediocre, pero teníamos hambre y no queríamos tampoco aventurarnos a buscar un sitio por la carretera tal y como estaba el día.
Hicimos una especie de paripé para pagar solamente dos menús y comer algo los tres. El señor del restaurante tampoco se fijó demasiado (entre otras cosas, pensó en un principio que yo era palestino). Nos sirvió para reponer fuerzas, pero tampoco es una comida que recordaremos con especial cariño…
Pagamos 28 JOD por los dos menús (bastante caro para ser Jordania y para ser comida mediocre) y nos fuimos al coche decididos a poner rumbo directo a Madaba.
¡Ah! Pero nos esperaba una nueva sorpresa. La batería del coche estaba completamente muerta. Probablemente debido al agua de la lluvia, así que tuvimos que pedirle ayuda al guarda que estaba en la entrada del parking y que, muy majo, avisó a un señor para que trajese unas pinzas.
Ahí estábamos, todos bajo la lluvia, un día de perros, sin poder visitar Jerash y sin batería en el coche. ¡Una serie de catastróficas desdichas!
Realmente fue un alivio comprobar que simplemente era problema de la batería y que no era nada más grave. Eso sí, cuando ya estaba todo listo, el señor extendió la mano para pedirnos 5 JOD. ¡Madre mía! Yo creo que en España cualquiera habría hecho eso como un favor y sin pedir nada a cambio.
Caray con los Jordanos…
Madaba: Cristianismo, Frío y Mosaicos
Llegamos a Madaba algo cansados de tanta lluvia y paisaje feúcho. Realmente Jordania (por ahora) no parece un país que se pueda disfrutar desde la carretera.
Tras la no-experiencia de Jerash, pusimos piñón fijo a nuestro destino con la única intención de llegar, comer algo y descansar.
Allí la suerte nos sonrió por primera vez en todo el día y pudimos aparcar en la calle, justo delante de la puerta del hotel (Moab Land Hotel, 26 JOD por 1 noche en habitación triple con baño y desayuno incluido).
Una vez hecho el check-in con el dueño del hotel (un hombre muy majo, por cierto), subimos a dejar el equipaje en la habitación y volvimos a bajar al minuto porque daba la casualidad que la iglesia en la que está el famoso mosaico que queríamos ver estaba aún abierta y justo enfrente del hotel (de paso, aprovechamos para comprobar que el coche encendía, lo que fue todo un alivio).
Pagamos únicamente 1 JOD cada uno por entrar a esta iglesia ortodoxa del siglo XIX, cuyo verdadero atractivo es el magnífico mosaico bizantino del siglo VI descubierto en 1884.
Parece increíble que semejante obra maestra haya sobrevivido a incontables designios naturales y humanos durante 1500 años.
El mosaico en cuestión muestra un mapa en el que destaca la Jerusalén de mediados del siglo VI d.C. y choca por no estar orientado al norte, sino hacia el este, lo que al principio volvió locas a nuestras cabezas intentando descifrar lo que ahí estaba representado. Finalmente dimos con un panel explicativo que estaba fuera de la iglesia (no entiendo yo la lógica de los jordanos…) y conseguimos ya por fin ubicarnos.
Está formado por 2 millones de teselas y mide 16 metros de largo por 5 metros de ancho (aunque en su origen era aún mas grande), lo que lo convierte en el mosaico geográfico más antiguo en la historia.
Además de Jerusalén, se puede distinguir el área de Líbano, el Delta del Nilo, el Mar Muerto, Jericó, Belén y otros sitios de importancia cristiana. Todas las inscripciones están en griego.
El motivo por el cual quedó oculto durante tanto tiempo se remonta a principios del siglo VI d.C. Madaba fue conquistada por el Imperio Sasánida y, 100 años después, el Califato Omeya que gobernaba la región retiró parte del mosaico. Poco después, la ciudad fue destruida por un terremoto y abandonada, quedando el mosaico totalmente en el olvido durante más de mil años.
Como no había nadie y tampoco teníamos ningún otro objetivo a la vista para la tarde-noche, nos quedamos un buen rato admirando esta magnífica obra de arte desde todas las perspectivas posibles y puntos de vista.
Finalmente, volvimos a cruzar la calle y subimos a nuestra habitación. La noche estaba fresca y algo lluviosa (no tanto como había llovido el resto del día), pero la habitación, aunque sencilla, era al menos cálida y teníamos mantas para todas las camas.
Bajamos a dar un paseo exprés y, de paso, buscar alguna tienda donde comprar algo de comer. Desde luego no era la mejor hora para ir de compras, pero conseguimos hacernos con algo de fruta, leche y unas galletas en dos tienduchas.
Estábamos tan cansados que esa comida nos parecía un manjar. Nos recluimos en nuestra habitación estilo cueva y nos fuimos pronto a dormir para así poner fin a un día muy anecdódito pero muy poco productivo.
Monte Nebo: Judaísmo, Más Cristianismo, Más Frío y Más Mosaicos
Madrugamos para desayunar pronto y llegar a lo alto del Monte Nebo antes que las hordas de turistas que seguramente estaban al acecho.
Aunque fue un desayuno bastante normalito, la terraza en la que lo sirvieron es muy chula (y habría estado aún mejor en un día con sol y buena visibilidad, pero eso era algo que aún no nos tocaba). Aprovechamos ese momento para intentar ponernos en contacto con el dueño de La Bella Beduina, el alojamiento que teníamos reservado para esa noche cerca de Petra, ya que hacía días que no daba señales de vida.
El dueño del hotel intentó llamar desde su móvil varias veces pero no conseguimos que contestase. Estuvimos a punto de cancelar e intentar buscar otra cosa, pero al final decidimos aventurarnos… Ya encontraríamos un plan B si al final el alojamiento no existía o había alguna cosa rara.
Y es que… por lo que estábamos viendo, cualquier cosa puede ocurrir en Jordania con la racha que llevábamos…
Llegar hasta lo alto del Monte Nebo (817 metros de altitud) desde Madaba es bastante rápido y sencillo. Son 10 km de subida en coche por una carretera con bastantes indicaciones.
La importancia del sitio es bastante bíblica (¡nunca mejor dicho!). Se supone que desde aquí Moisés vio la Tierra Prometida por primera vez tras un periplo lleno de penurias. Después murió (parece ser que a los 120 años) y fue enterrado en la zona, aunque se desconoce el sitio concreto.
Tras pagar la entrada de 2 JOD pasamos al mirador del memorial a la vez que una pequeña horda de turistas estilo tele-operador-autobús. El cielo estaba nublado, hacía frío, pero no podemos negar que las vistas eran muy buenas.
El punto desde el que Moisés tuvo esa prometedora visión está marcado por un memorial de bronce de diseño italiano que simboliza el sufrimiento y muerte de Jesús en la cruz y la serpiente que Moisés esculpió en el desierto.
En la actualidad, desde el mirador se puede ver en un día claro los Altos de Golan, Jerusalén (que está a únicamente 46 km) y, por supuesto, el Mar Muerto que queda entre los dos países.
Además del mirador, se puede visitar la Basílica de Moisés (siglo VI d.C.) que está incluida en la entrada. La basílica en sí no destaca especialmente, pero nos llevamos una grata sorpresa al entrar en su interior y descubrir una nueva colección de obras maestras de mosaicos bizantinos del mismo siglo.
De todos ellos, destaca especialmente uno que muestra una escena de caza con animales africanos (leones, tigres, cebras, avestruces, camellos…).
La vista nos ha gustado mucho, pero los mosaicos casi más. ¡Vale la pena venir hasta aquí aunque esté repleto de turistas!
El Mar Muerto: …toooodos flootann…
Dejamos el Monte Nebo con un claro objetivo: conducir siguiendo la carretera paralela al Mar Muerto por el lado jordano para disfrutar de las vistas y… ¡darnos un baño! Esa era una experiencia que no nos queríamos perder.
El dueño del hotel Moab Land de Madaba nos contó que para acceder a una de las «playas» preparadas era necesario pagar al resort. Nos dijo que el más barato que íbamos a encontrar (Amman Beach) nos costaría 17 JOD a cada uno, lo cual nos pareció una barbaridad para darnos un baño en un mar que no tiene dueño.
Así que, buscando en internet, encontramos un foro en el que hablaban de un sitio en el que es sencillo aparcar y bajar hasta el mar por la ladera. Además, supuestamente hay unas hot springs que nos vendrían de perla para «ducharnos» después del baño, ya que probablemente marcharnos con toda esa sal en el cuerpo no puede ser muy bueno.
Por la descripción que leímos, parecía que iba a ser muy fácil encontrar el sitio o que incluso iba a estar indicado, pero no…
Nos tuvimos que guiar por la combinación de google maps con maps.me hasta lo que, supuestamente, era el sitio de acceso; pero ahí no había ningún tipo de indicación de cómo bajar hasta el Mar Muerto ni nada.
Lo que sí que encontramos fue un coche de la policía. Debe haber una especie de comisaría en una de las casas al borde de la carretera, porque daban la impresión de estar allí establecidos. Decidimos preguntarles y, muy amables, nos indicaron que sí, que podíamos bajar bordeando la verja para llegar al mar. Que conste, que yo creo que en el fondo se estaban partiendo el culo, pero bueno, nosotros muy decididos a bañarnos iniciamos el descenso.
Nos llevamos algo de decepción con la suciedad que encontramos por el camino. Muy al estilo asiático: plástico por doquier tirado, como si fuese a ser absorbido por la tierra. Aún así, llegamos fácilmente hasta el borde del mar y nos fuimos detrás de un arbusto a cambiarnos para no asustar a un pobre hombre que estaba descansando tranquilamente con sus cabras (no se puede negar que la estampa del hombre con las cabras y nosotros en bañador era bastante curiosa).
Se puede decir que hacía calor. El contraste térmico entre lo alto del Monte Nebo a 817 metros de altitud y el Mar Muerto a -425 metros era notable. ¡Por algo es el punto más bajo de la tierra al que se puede acceder sin submarino!
Mide 80 km de largo y unos 16 km de ancho y separa Israel y Jordania. Su profundidad media es de 118 m aunque llega a alcanzar los 390 m de profundidad. Además, es el segundo lago/mar más salado de la tierra, con un contenido en sal del 31% (de ahí que se pueda flotar tan fácilmente).
Aunque tiene tres millones de años, se calcula que ha perdido un 30% de su capacidad (medio metro por año aproximadamente en las últimas décadas) debido a la evaporación y al uso que las industrian hacen de él.
A pesar de las fotos e historias que siempre hemos oído, nosotros no nos creíamos aún que eso de flotar fuese tan sencillo… Sobre todo teniendo en cuenta que, una vez allí, no parecía tan diferente de cualquier otro mar o lago. Incluso cuando el agua nos llegaba ya por las rodillas sentíamos que nos estábamos metiendo en una playa rocosa del Atlántico.
Pero cuando alcanzamos una profundidad algo más respetable hicimos la primera prueba y… ¡sorpresa!
Parecía magia. Daba igual cómo nos pusiésemos o qué postura idiota adoptásemos, había una fuerza oculta que nos expulsaba y que no permitía que nos hundiésemos.
Podíamos incluso ponernos «de pie» sin tocar el fondo y quedarnos tiesos como columnas sin hundirnos por debajo del esternón.
¡Menuda pasada! Disfrutamos un montonazo nuestro baño totalmente privado. Éramos los únicos en el agua por lo menos en kilómetros a la redonda, y podíamos disfrutar de este capricho de la naturaleza totalmente a nuestro aire.
Además, el agua estaba mucho más caliente de lo que esperábamos. Antes de poner el primer pie dentro del agua nos temíamos que estuviese fresca, pero realmente se estaba incluso mejor dentro del agua que fuera.
Cuando ya nos aburrimos de hacer el tonto, salimos y nos fuimos al pequeño hot spring que teníamos en la orilla. El agua era totalmente dulce y muy caliente, así que aprovechamos bien esa pequeña poza para limpiarnos todo el cuerpo y sacarnos las toneladas de sal que llevábamos encima.
Ya vestidos, volvimos a remontar la ladera para llegar a la carretera y nos despedimos de los policías que, con una sonrisa, nos preguntaron si lo habíamos pasado bien.
Yes indeed!, respondimos con otra sonrisa, y pusimos rumbo al sur.
Por el camino aún paramos varias veces en miradores muy chulos (algunos oficiales y otros improvisados) que nos dieron muy buenas vistas del mar muerto a medida que el sol iba asomando tímidamente de vez en cuando entre las nubes…
Castillo de Karak
Antes de llegar a la zona de Petra (y descubrir si teníamos donde dormir o no) paramos en el famoso Castillo de los Cruzados de Karak, al sureste del Mar Muerto y más o menos en la ruta de la Autopista del Rey (King’s Highway), la carretera más importante de Jordania que la recorre de norte a sur.
Aparcamos muy cerca del castillo y salimos del coche rápidamente para descubrir que habíamos vuelto a las temperaturas frescas y, esta vez, acompañadas de mucho viento, lo cual no ayudaba demasiado.
Pagamos 2 JOD por la entrada enseñando el Jordan Pass y dimos una vuelta de una hora por el castillo. En la entrada están los típicos señores que se ofrecen como guías, pero como no queríamos pasar demasiado tiempo al fresco optamos por visitarlo a nuestro aire.
La fortaleza alcanzó su importancia legendaria durante las batallas del siglo XII d.C. entre los Cruzados y los Musulmanes de Saladin (Salah ad-Din).
Entre los nombres importantes del castillo destaca el de Renaud de Châtillon, que llegó de Francia en 1148 para participar en las cruzadas. Se hizo famoso por su sadismo y gusto por las torturas. Uno de sus pasatiempos favoritos era despeñar a sus prisioneros desde lo alto del muro, cayendo una distancia vertical de 450 metros hasta la profundidad del valle.
Incluso se dice que les ponía una caja de madera en la cabeza para que no perdiesen el conocimiento y estuviesen plenamente conscientes al empotrarse contra el suelo…
Vamos, un amor de persona que todos querríamos tener en nuestro grupo de amigos.
Aunque el castillo es muy grande y lo pasamos muy bien recorriendo todos sus recovecos, estancias, pasillos y torres, no nos sorprendió demasiado después de haber estado unos días antes en el de Byblos de Líbano.
Aún así, tiene partes muy bien conservadas y si se tiene tiempo es una visita que vale la pena porque además queda bien situada en el camino hacia Wadi Musa (Petra).
Tras salir del castillo y superar una crisis de pérdida de pasaporte (estaba al final escondido en una dimensión oculta del coche) pusimos rumbo al sur. Teníamos unas dos horas de camino hasta llegar a Umm Sayhoun, el poblado de los Beduinos cercano a Wadi Musa, que es el principal núcleo urbano de Petra, y seguíamos con la incertidumbre del alojamiento…
Lo que no era una incertidumbre era lo que íbamos a disfrutar de Petra y que la previsión del tiempo para los siguientes días era muy buena.
¡Nos vamos al mundo de los Nabateos!