Las dos primeras etapas de La Ruta de Las Golondrinas me llevaron desde Navarra hasta Francia, pasando por Aragón y subiendo a dos picos emblemáticos con unas vistas impagables. ¡Pirineos en estado puro!
ETAPA 0 – Llegada a Mata de Haya
El 29 de agosto llegué a Urzainki. Ea la primera vez en mi vida que visitaba en verano esta zona que es casi como mi segunda casa en Navarra.
Aparqué junto al Albergue Armaia Las Golondrinas y allí me encontré con Gema, con la que tantas veces había coincidido en las pistas de esquí de fondo y con su hermana, Itxaso. Son las que se encargan del albergue y del bar-restaurante y me trataron como a un rey.
Disfruté de una espectacular cena a base de una ensalada completísima, huevos fritos y migas de pastor. ¡Perfecto para coger energías para la primera etapa de la travesía!
Las habitaciones el albergue son muy bonitas y las camas ultracómodas. Sin duda, un sitio más que recomendable aunque no se vaya a hacer ninguna ruta de montaña.
Por la mañana, me visitó un pequeño amigo para recordarme que estaba a punto de adentrarme en terreno salvaje. ¡La ruta pirenaica estaba a punto de comenzar!
Después de desayunar, me subí al coche y conduje directo hasta el parking de Mata de Haya (a 15 minutos de Urzainki y situado a 1000 metros de altitud). Allí busqué un buen sitio para dejar el coche durante cuatro días y me puse a andar a las 08.30 de la mañana…
ETAPA 1 – Rincón de Belagua (Mata de Haya) – Refugio de Linza
- Distancia: 15 kilómetros
- Desnivel: +1100 m / -680 m
- Altitudes Máxima y Mínima: 1945 m / 1000 m
- Tiempo Efectivo Caminando: 4 h 40 min
- Itinerario Realizado: A (subiendo al Txamantxoia)
- Itinerario Alternativo: B (bordea al Txamantxoia por el Collado de Maze)
La verdad es que Mata de Haya es un paraje precioso. Un hayedo frondoso en el que hasta la luz del sol lo tiene a veces difícil para filtrarse.
Me adentré poco a poco en este singular espacio natural que tantas veces había visto nevado para disfrutar de su otra cara, la veraniega, con otra combinación de colores igualmente vistosa y llamativa.
Siguiendo inicialmente las indicaciones de «Ruta de Las Golondrinas», acabé dirigiéndome hacia el sur en suave ascenso y llaneando paralelo a la carretera hacia la Borda Marijuana.
Por este recorrido, las vistas de Belagua y de los montes Keleta (1904 m), Lakartxela (1979 m) y Binbaleta (1757 m) son magníficas (¡y verdes! No blancas como estaba acostumbrado).
En este tramo me encontré con una familia de Guipúzcoa que había venido a subir al Txamantxoia (igual que yo en esta primera jornada de la travesía), solo que iban en sentido contrario…
No tenían mapa ni GPS, así que les propuse que me acompañasen y formamos piña hasta coronar la cima. ¡No llevaba ni una hora de recorrido y ya no estaba solo!
Cerca de la Borda Marijuana (que menudo nombre…) hay que coger un desvío en dirección este algo oculto, y que supone el verdadero inicio del ascenso a la cima del Txamantxoia.
Pronto salimos del bosque para llegar a unas bastas praderas que nos acompañaron las siguientes dos horas hasta coronar el primer pico de la travesía.
Por el camino, un día precioso y totalmente despejado con unas vistas espléndidas de toda la zona de Belagua.
La subida al Txamantxoia por la vertiente oeste tiene varios momentos de engaño. Igual que cuando te parece que hay un sitio libre entre dos coches para aparcar pero cuando te acercas aparece un coche pequeño aparcado y te llevas un chasco, hubo varios momentos en los que creíamos que lo que veíamos delante iba a ser la cima del Txamantxoia, pero no…
Simplemente se trataba de otro repecho que había que pasar para darnos cuenta de que aún teníamos que seguir subiendo más.
Tras un buen rato caminando por una cómoda cresta siempre por encima de los 1500 metros de altitud, llegamos a la Cima del Txamantxoia (1941 metros de altitud).
¡Primer monte mítico de esta zona del Pirineo conquistado con éxito!
Es curioso lo que puede cambiar la forma de un monte dependiendo desde donde lo mires. Visto desde Linza, el Txamantxoia es una pirámide perfecta (yo ya lo había visto desde las pistas de esquí e iba a volver a verlo al día siguiente sin nieve), pero desde otros puntos es más como un macizo continuo que termina en una pequeña punta algo más elevada que lo anterior.
Fuese como fuese, estábamos en lo alto, rozando los 2000 metros de altitud y con una panorámica de casi 360º de infarto que daba paso a muchas otras cimas igualmente famosas y apetecibles.
Mirando hacia el sur, se abría ante nosotros un precioso bosque con la Peña Ezkaurre (2045 m: ¡fue mi primer dosmil, en el año 2011!) al fondo:
Tornando la vista algo más hacia el sureste, el paisaje se volvía aún más verde con una perfecta vista de la zona de Zuriza y de Linza:con vistas de Peña Forca (2390 m)
Mirando entre el noreste y el este, la panorámica no hacía más que mejorar ya que ahora se podían contemplar a la perfección un sinfín de cumbres, tan cercanas y a la vez tan lejanas: Soumcuoy o Soumcuy (2315 m), Pic D’Anie o Auñamendi (2504 m), Mesa de los Tres Reyes o Hiru Erregeen Mahaia (2446 m), Petretxema, Petrechema o Pic D’Ansabère (2371 m) y Acherito o Atxerito (2374 m).
Continuando el 360, virando algo más hacia el noreste se descubría más claramente el macizo rocoso dominado por el Pic D’Anie, con unos tímidos Arlás (2044 m) y Soumcuy asomando sus cimas por detrás:
Por último, la vista hacia el norte estaba dominada por un precioso Rincón de Belagua. ¡Y qué bonito nombre: Rincón!
El éxtasis montañero era tan algo que pasamos más de una hora en la cima del Txamantxoia, girando sobre nosotros mismos, disfrutando de las vistas, haciendo fotos e (intentando) identificar montes.
Hacia las 2 de la tarde me despedí de mis compañeros de ruta, ya que ellos simplemente hacían un recorrido de día de ida y vuelta, por lo que tenían que volver sobre sus pasos. Yo, sin embargo, tenía que coger una bajada hacia el noreste muy, pero que muy empinada, para descender hacia Linza.
El camino siguió en todo momento adornado por las cimas de La Mesa, el Petretxema y el Acherito, lo que hacía más llevadera la bajada en solitario.
Cuando ya había descendido un buen trozo, pude por fin empezar a ver la forma del Txamantxoia que yo recordaba: ¡la pirámide!
El último tramo de bajada lo hice atravesando un bosque que me vino de perlas para refugiarme del sol intenso de las 3 de la tarde.
A buen ritmo conseguí salir del bosque (y, así, acabar el descenso) para llegar al Plano de Linza. Me llevó una hora desde la cima del Txamantxoia, pero no me puedo imaginar lo que debe ser hacer la ruta inversa con semejante pendiente: ¡un machacapiernas en toda regla!
Los últimos metros hasta el refugio me los tomé con calma. Había llegado muy temprano, así que me entretuve con el paisaje y fotografiando algunos bichos que iba encontrando por el camino.
Finalmente, llegué al Refugio de Linza (1340 metros de altitud), formalicé la reserva, me instalé en una de las literas, y me di una merecidísima ducha.
Al salir del baño, me llevé una gran sorpresa al encontrarme con Mar, una amiga de Salamanca de mis tíos. ¡Hacía un par de años que no nos veíamos y nos encontramos en el Pirineo Aragonés! Si es que desde luego la montaña tiene algo mágico.
Tras un buen rato de charla, ella siguió su camino hacia Ansó y yo disfruté de una riquísima cena en el refugio acompañado por otras montañeras y montañeros con muchas historias e interesantes experiencias que compartir.
ETAPA 2 – Refugio de Linza – Refugio de L’Aberouat
- Distancia: 25 kilómetros
- Desnivel: +1650 m / -1500 m
- Altitudes Máxima y Mínima: 2371 m / 970 m
- Tiempo Efectivo Caminando: 7 h
- Itinerario Realizado: B (subiendo al Petretxema)
- Itinerario Alternativo: A (subiendo a la Mesa de los Tres Reyes)
Yo soy montañero mañanero. Solo le veo ventajas a empezar temprano las rutas: caminas sin la presión de que caiga la noche, haces el tramo de ascenso (en general) en horas a las que aún no pega mucho el sol, cuentas con tiempo extra ante cualquier imprevisto, etc.
Así que, siguiendo con mi filosofía, me levanté temprano para desayunar y ponerme a caminar lo antes posible, ya que tenía por delante una jornada dura en cuanto a desnivel y a distancia.
Desde el refugio (1340 msnm), empecé a subir la ladera que lleva al Collado de Petretxema a las 7.30 de la mañana, aún con el sol empezando a iluminar los montes. Poco a poco la luz fue ganando a la oscuridad y, a mis espaldas, empezó a resplandecer un imponente Txamantxoia sobre la oscuridad del valle.

Preciosa mezcla de colorido
A medida que subía, iba dejando a mi derecha el Barranco de Petretxema por el que discurren las pistas de esquí de fondo de Linza. ¡Qué diferencia de verlo todo nevado a verlo verde!
En aproximadamente una hora llegué a la Cabaña de Linza-Petretxema. Poco antes es donde se bifurca la ruta para los que eligen tirar hacia la Mesa de los Tres Reyes o hacia el Petretxema. Realmente yo habría elegido de buena gana subir a la Mesa, ya que es el pico más alto de Navarra y una espina que aún tengo clavada.
Sin embargo, varias personas experimentadas de las que me fío ciegamente, me dijeron que las vistas desde el Petretxema eran más bonitas, así que opté por tomar esa variante.
Desde la cabaña (situada en una pequeña llanura a unos 1550 metros de altitud) retomé el ascenso continuo hacia el Collado de Petretxema.
Hacia atrás las vistas iban mejorando gracias a la altura, con unos imponentes Ezkaurre y Txamantxoia dominando el panorama sobre un bosque aún en la penumbra.
Pero la magia de la montaña es así, y en poco más de 10 minutos, el sol superó la última barrera física que le impedía iluminar todo el valle y la vista cambió de intensidad de colorido en un segundo.
Tras un pequeño descanso para contemplar los montes que dejaba atrás, seguí subiendo hacia el collado por un cómodo terreno de hierba y algunas rocas.
Poco antes de llegar, tuve la visita de parte de la fauna del Pirineo en variedad de tamaño: una marmota y bichos diversos tomando el sol sobre un magnífico lirio azul.
Me detuve, como no, a hacer algunas fotografías y pasar así de la majestuosidad de los montes a la vertiente diminuta de la naturaleza.
El collado estaba ya ahí, esperándome, a 2084 metros de altitud. La ruta en sí pasa por el collado y no por la cima, pero… ¿iba yo a dejar pasar una oportunidad así para subir al Petretxema? ¡Por supuesto que no!
Empecé a subir por un camino empinado que poco a poco me dejó ver con mejor perspectiva el Ezkaurre, el Txamantxoia y el camino y desnivel que había salvado desde el refugio de Linza.
Tardé unos 40 minutos en subir. No es mucha distancia, pero los 300 metros de desnivel que hay para llegar a la cima son bastante empinados. Sea como sea, la recompensa me esperaba a 2371 metros de altitud en la Cima del Petretxema.
Creo que tuve mucha suerte, porque se mezclaron dos elementos que me chiflan: cielo despejado con buenas vistas en distancias largas y nubes bajas en movimiento que iban tapando y descubriendo las cimas que rodean al Petretxema. ¡Una pasada!
Mirando hacia el noroeste, tenía un grueso mar de nubes que iba engullendo todo a su paso mientras acariciaban el Budogia (2368 m).
Hacia el norte, una vista privilegiada: La Mesa de los Tres Reyes (2446 m), La Table (2421 m), el Billare (2318 m) y Le Dec de Lhurs (2176 m), salpicados por una fina capa de nubes.
Era el momento de sentarse y tomar el almuerzo disfrutando de cómo las nubes iban cambiando las vistas a su paso. Primero empezaron a comerse el Billare y Le Dec de Lhurs…
… para, poco a poco, llegar hasta la Mesa de los Tres Reyes. Un espectáculo magnífico, natural y gratuito.
Mirando hacia el sureste, los famosos Sobarcal (2257 m), Acherito (2374 m) y Chinebral de Gamueta (2329 m)…
acompañados por las imponentes Agujas de Ansabere…
… dominadas por la Aguja Norte con 2378 metros de altitud. ¡Fascinante!
Cuando empecé el descenso hacia el Collado de Petretxema las nubes me alcanzaron. Me tocaba continuar bajando hasta las Cabañas de Ansabere y no quería perderme la vista de las agujas desde su base, por lo que bajé poco a poco, con paciencia, esperando a que las nubes me dejasen tener una buena vista.
Y la paciencia funcionó. No duró mucho rato, pero tuve varios momentos de vista casi completa de semejantes monstruos de piedra. Imponentes.
A medida que iba bajando, la vista de las Agujas de Ansabere iba siendo incluso más completa y, a la izquierda, el Dec de Lhurs parecía más cercano de lo que parecía desde lo alto del Petretxema.
Sin darme cuenta estaba ya en las Cabañas de Ansabere a unos 1600 msnm. Había sido un descenso con algún tramo empinado pero, en general, sencillo y ameno.
Hice una segunda parada para comer algo y coger agua fresca de una fuente, acompañado aún de las agujas y las nubes pasajeras a lo lejos.
Desde aquí el camino cambió completamente: de altas cumbres, vistas panorámicas y hierba, pasé a meterme en un bosque atlántico que me llevaba en dirección a Pont Lamary.
Antes de llegar, el bosque terminó en una preciosa llanura que sirve de encrucijada de caminos para diferente rutas.
Yo continué mi itinerario, acompañado esta vez por un rebaño de cabras y un pequeño grupo de excursionistas franceses que habían venido a pasar el día (ya que el parking de Pont Lamary está muy cerca).
Al llegar al parking, seguí caminando por una pista asfaltada. Desde luego en una ruta de trekking no es ideal tener que ir por una pista tan artificial, pero en este caso el entorno era tan bonito (y nuevo para mí, ya que no había estado nunca en esta zona) que me dio igual.
Sin darme cuenta estaba ya por debajo de los 1000 metros de altitud, en el Valle de Aspe, cerca de Lescún. Una zona verde, muy verde, llena de pequeños caminos y casas separadas, arropado todo por las montañas que forman el valle.
Llevaba ya un buen tute encima, pero aún quedaba un trecho hasta llegar al Refugio de L’Aberouat. La ruta siguió en ascenso por una pista de gravilla parecida a las que había en mi pueblo hace 25 años.
Una vez más, no había nada ni nadie: ni coches, ni personas… solo la tranquilidad absoluta de la montaña y la naturaleza. Pronto llegué al Plateau de Sanchese, a unos 1100 metros de altitud. Un entorno precioso dominado por el Pic de Brèque (1938 m).
Estaba ya un poco cansado y aún me quedaban más de 300 metros de desnivel de ascenso para llegar hasta el refugio… ¡Pffff!
Descansé 10 minutos y seguí el camino por una pista de tierra primero y, después, por el medio de un luminoso y tupido bosque.
Cuando se abrió un claro vi por fin mi destino: ¡el Refugio de L’Aberouat (1450 m)! Pero estaba claro que aún me quedaba un pequeño paseo hasta llegar a mi merecido descanso.
A eso de las 4 y media de la tarde llegué por fin al refugio. Mientras estaba en el bosque una densa niebla había empezado a bajar de las cumbres y empezaba a comerse el entorno sin piedad. Vamos, que me libré por los pelos de sucumbir a Mordor.
Toda la zona tenía un halo místico casi incluso de película de terror, pero con un magnetismo muy especial.
Al llegar a la puerta del albergue me deprimí al ver que no había absolutamente nadie. ¡No podía ni entrar! El único que me hizo compañía mientras esperé fue un gracioso perrete que se acercó a jugar conmigo.
Tras una hora de espera, apareció la encargada del albergue para abrirme la puerta. A continuación llegó un montañero francés que estaba haciendo la transpirenaica siguiendo el GR-11 y, finalmente, una chica, francesa también, que había subido al Anie desde el refugio.
Congeniamos bien (a pesar de mi escueto nivel de francés) y pasamos juntos una agradable velada con la copiosa cena que nos prepararon en el refugio. ¡Éramos tres y creo que cocinaron para 6! Ningún problema, nos lo comimos todo.
Había llegado así al ecuador de la Ruta de las Golondrinas. Por delante me quedaba aún la etapa estrella en cuanto a altitud: la subida al Pic D’Anie, y la vuelta a Navarra pasando por La Pierre de St. Martin.
¡Un buen descanso era necesario!
Mario, que guay tu blog me ha gustado mucho ..gracias , ah. .soy Iratxe..de urzainki,albergue armaia
http://www.ainarilojan.com
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Muchas gracias Iratxe! La ruta fue maravillosa y vuestra acogida aún mejor 😀 Espero veros este invierno ˆ_ˆ
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Hola, disculpa tengo una pregunta, masomenos de qué raza es el perrito? o bueno masomenos de qué mezcla crees que sea?, esque se parece mucho al mio jejejeje
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Hola! Pues no tengo ni idea… Ese perro estaba ahí en el albergue, pero la verdad es que era muy majo ^_^
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