En los alrededores del pueblo Kamnik hay joyas naturales que mucha gente pasa por alto y que pueden ser una buena alternativa montañera a las exigentes rutas de los Alpes Julianos. Velika Planina y Logarska Dolina son dos sitios que invitan a quedarse hasta el fin de los tiempos.

Velika Planina: Acercándome a Los Alpes

El segundo de mis 4 días de roadtrip por (¿toda?) Eslovenia llegué a la región de Kamnik después de una mañana inolvidable haciendo Parapente en el Valle Soca. Mi plan era subir a Velika Planina, pasar allí la noche, hacer un buen paseo por la mañana y volver a bajar.

Esta maravilla de la naturaleza está en el corazón de los Kamniske-Savinje Alpe (Alpes de Kamnik y Savinja) y se trata de una planicie verde situada a más de 1600 metros de altitud. Es un destino muy popular para la gente local pero no tanto para los turistas.

Para llegar hay dos opciones: la montañera y la dominguera, pero ambas parten del norte del pueblo de Kamnik (a 25 km de Ljubljana). La opción más cómoda es coger una especie de tren cremallera que sale a 11 km de Kamnik y llega hasta los 1400 metros de altitud. Desde ahí, una especie de telesilla completa el recorrido.

La otra opción (y la que a mí me parece mucho más interesante, y no solo por ahorrar los 15€ del tren-telesilla), es hacer una ruta de trekking de 1000 metros de desnivel que sale de las cercanías de Stahovica, también al norte de Kamnik.

Se puede empezar desde el pueblo, pero yo seguí con el coche por una tortuosa pista estrecha en ascenso hasta un claro en el que ya no me pareció prudente continuar.

Así que ahí aparqué (coordenadas N46º16,118′, E14º36,824′), y comencé la ruta hacia Velika Planina:

• Distancia: 6,5 kilómetros (lineal)
• Desnivel: +1020 m / -1020 m
• Altitudes Mínima y Máxima : 480 m / 1500 m
• Tiempo Efectivo Caminando: 2h 30min

Desde donde dejé el coche, hay que seguir caminando por el sendero hasta dejar a nuestra derecha unas cuentas casas que parecen pequeñas granjas.

Es entonces cuando veremos que, a la izquierda de la pista principal, sale un camino que sube para meterse de lleno en el bosque.

A partir de aquí la ruta no es demasiado complicada en cuanto a orientación ya que no hay prácticamente ningún desvío, pero hay que tener en cuenta los 1000 metros de desnivel (yo empecé la ruta a las 4 de la tarde con un calor de hora punta bastante majo… quizás no fue la mejor idea).

La buena noticia es que, aunque haga sol, vamos casi todo el rato protegidos por los árboles.

Después de más de una hora de buena subida intensa, llegué a un merendero donde dos señales nos indican los posibles itinerarios.

Hice uno en el ascenso y otro en el descenso y son prácticamente iguales. La única diferencia es que el que está señalizado con un triángulo es menos apto para la gente con vértigo, pero en cuanto a dificultad del terreno son semejantes.

A partir de aquí empezamos a dejar atrás el bosque para por fin poder disfrutar de las primeras vistas de la ruta que son realmente sobrecogedoras: ¡montaña y verde a lo grande!

Pero al estar en la naturaleza no debemos caer en el error de mirar solo a lo lejos, ya que a veces a la altura de nuestros pies encontramos imágenes iguales o incluso más bonitas que en la lejanía (a mí es que me encanta fotografiar a los bichos, qué le voy a hacer…)

A medida que me acercaba al final, las cimas de las montañas comenzaban a estar más cerca, como si fuesen un indicador de «venga, que ya estás llegando a lo alto». La verdad es que aunque estoy acostumbrado a esos desniveles, hacía tanto calor que llevaba una sudada encima para nada despreciable.

Las vacas fueron las primeras en darme la bienvenida a Mala Planina, la zona a la que llega la ruta. Dejando ya atrás el bosque y los precipicios, se accede directamente a lo alto de esta planicie tras una pequeña subida final ya por verdes prados que nos deja en la primera zona de cabañas.

Estas casitas están concentradas en pequeños asentamientos (Velika Planina, Mala Planina, Tiha Dolina…) y siguen todas un patrón de construcción muy característico.

Desde aquí no tardé ya casi nada en llegar a la Domzalski Dom na Mali Planini, el refugio donde iba a pasar la noche. Había reservado unos días antes por miedo a no tener sitio, pero la verdad es que no había casi nadie.

Tuve una habitación triple comodísima para mí solo y tanto el trato como la comida fueron exquisitos. En total pagué 43 € por la noche, la cena de Goulash (del que soy ya fan absoluto) con una tarta de arándanos casera y un magnífico desayuno con varios panes, fruta, mantequilla, mermelada leche…

Creo que hasta me arrepentí de haberme quedado solo una noche.

Las nubes cubrieron el cielo antes de que oscureciese, por lo que no valía la pena hacer ninguna caminata. Me pareció mucha mejor idea disfrutar tranquilamente de la cena, descansar y madrugar para aprovechar la mañana.

Cuando me desperté eran casi las 7 y lo primero que hice fue mirar por la ventana. ¡Casi lloro de felicidad! El cielo se había despejado por completo y tenía unas vistas alucinantes de todas las montañas que rodean Velika y Mala Planina.

¡Era el momento de echarse andar! Ya tendría tiempo de desayunar después.

Es muy sencillo (una vez arriba) hacer pequeñas rutas o paseos por la zona. Los desniveles son muy pequeños (hablamos de 100 o 150 metros de desnivel acumulado como mucho) y hay pequeños senderos señalizados que nos indican en todo momento hacia dónde vamos.

Empecé dirigiéndome hacia la iglesia (sí sí, hay una iglesia), que está ubicada en un pequeño resalto bastante cerca del refugio.

Desde aquí hay unas vistas muy buenas de buena parte de las cabañas de Mala Planina. Parece un poblado completamente olvidado por el paso del tiempo, estancado en no sé qué siglo, por el que aún no ha pasado la civilización moderna.

Se mire hacia donde se mire, hay decenas de estas cabañas con el magnífico fondo de la pradera y los árboles o de los majestuosos Alpes de Savinja.

Por supuesto no había prácticamente nadie (a excepción de los propietarios de las cabañas, que estaban aún durmiendo creo yo) paseando por la zona, lo que me pareció un lujo total.

Inmediatamente se transformó en uno de mis sitios favoritos de todo lo que había visto en Eslovenia. Seguí caminando hasta ya la verdadera Velika Planina, que es a donde llega el telesilla para los que quieran acceder a lo alto de manera más comodona.

Desde ahí es desde donde se pueden ver, más en su totalidad, las montañas rocosas de los Alpes de Savinja.

Un lugar de ensueño. ¡Qué suerte haber acertado con el día!, porque como haya algo de niebla aquí no se verá casi ni el suelo.

Al final me pasé dos horas paseando de cabaña en cabaña y de esquina en esquina hasta que decidí volver al refugio para desayunar.

Paré solamente para subirme a un alto desde el que se veía muy bien cómo se extiende esta llanura alpina y, también, la diferencia de 1000 metros de altitud con la base del valle desde el que había subido.

También tuve que dar un mini-rodeo porque un grupo de vacas no me dejaba atravesar una cancilla… Creo que me estaban indicando que debía quedarme más tiempo allí, pero yo tenía otros planes para esa tarde.

Con el estómago lleno y la cabeza despejada, puse rumbo de vuelta al coche por el mismo camino por el que había subido el día anterior, con las pilas recargadas por haber vivido una experiencia top en las montañas de Eslovenia.

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Logarska Dolina: El Valle Encantado

Cuando llegué al coche era poco más de la una de la tarde. Tenía claro que ese día iba a volver a Ljubljana para dormir en casa de Manca y así ir a visitar algunos pueblos y ciudades del este del país al día siguiente (Maribor y Ptuj sobre todo).

Pero aún me quedaba mucho día por delante, así que puse rumbo al Valle Logar, un valle alpino de 7 kilómetros de largo situado en la zona oeste de la región de Savinja, a los pies de los Alpes de Kamnik y Savinja.

Para llegar desde Kamnik, la mejor opción es conducir hasta el pequeño pueblo de Ljubno ob Savinji y, desde ahí, continuar hasta Luce, después Solcava y ya directo hasta el valle. Yo me desvié antes de llegar a Ljubno ob Savinji y acabé conduciendo por una carretera de montaña muy bonita pero extremadamente serpenteante.

Creo que hice menos kilómetros pero tardé bastante más tiempo. Debería haber sospechado al ver que la pista estaba indicada con esta señal:

Para entrar en coache al valle hay que pagar 7€. De esta forma podemos conducir hasta el parking situado junto al acceso a la cascada Rinka. Otra opción no muy mala es aparcar justo antes del peaje y caminar los 7 kilómetros que hay hasta el aparcamiento (pero yo no tenía tanto tiempo).

Además me parecía bastante evidente que se acercaba una tormenta, así que fui directo hasta el parking para hacer antes de nada la ruta hasta la cascada Rinka (Rinka Slap).

Esta magnífica cascada de 90 metros de caída es de las más altas del país, y también de las más accesibles (poco más de 5 minutos desde donde se deja el coche).

Vale la pena verla desde todos los puntos de vista posibles. Lo primero es ir hasta su base para poder apreciar bien el desnivel de su caída. ¡Formidable!

Además, si hace algo de viento, resulta curioso ver cómo se va moviendo el curso de la cascada hacia un lado o hacia el otro dependiendo de la dirección en la que sople.

Después, se puede subir por unas escaleras hasta la cafetería-mirador desde donde se tiene otra perspectiva completamente diferente de la Rinka Slap y la profundidad del valle.

En esas escaleras me topé con otro bicho con un colorido muy diferente a la mariposa de Velika Planina, pero que me encatnó gracias a la intensidad del amarillo de la flor que se estaba zampando.

Cuando volví al coche estaban cayendo ya las primeras gotas de lo que parecía que iba a ser una tormenta pasajera.

Todo el mundo huyó sin dudarlo del valle, pero yo tenía fe en que la tormenta iba a pasar rápido, así que conduje hasta un punto intermedio con buenas vistas entre la entrada del valle y la cascada dispuesto a esperar a que mejorase el tiempo mientras veía un capítulo de Classic Doctor Who. Total… ¡ya no tenía otra cosa que hacer!

Y qué bien hice… Al final la paciencia tuvo su recompensa. Tres cuartos de hora después de ponerme a esperar, el cielo empezó a abrirse y los primeros claros se abrieron paso entre las nubes…

… para dejarme un regalo maravilloso. El Logarska Dolina en apogeo máximo de colorido gracias a la lluvia que había caído y, además, para mí solo.

¡Dueño absoluto e indiscutible del valle!

Después de dar una vuelta por mi nuevo dominio privado, me acerqué hasta la Slapisce Palenk, una pequeña cascada situada junto a uno de los hoteles más grandes del valle.

Cuando decidí marcharme empezaban ya a aparecer unas nubes nuevas que me hicieron irme muy contento de haber conseguido disfrutar del instante óptimo de este precioso espacio natural.

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Kamnik: La Eslovenia Medieval

Situado a un tiro de piedra de Ljubljana, este pequeño pueblo es uno de los clásicos ejemplos de la Eslovenia medieval. Aunque sí que es bonito, no me parece tan original o pintoresco como Ptuj o Stanjel, pero es una buena opción para pasear una tarde o para hacer una parada si se está por la zona.

Lo que más me gustó fueron las vistas desde el castillo, ya que ofrece una buena panorámica de los Alpes de Kamnik.

Fuera de ahí, lo más interesante es pasear por la calle principal (Medvedova Ulica) hasta la Cerkev Marijinega Brezmadeznega (Iglesia María Inmaculada).

Con todo, puede ser un buen campamento base para hacer excursiones a Velika Planina, Logarska Dolina u otras salidas montañeras de la zona, que da para mucho.