Ljubljana se lleva (bastante merecidamente) la fama, pero en Eslovenia hay muchos más pueblos o ciudades con encanto que vale la pena visitar. A mí los que más me gustaron fueron Maribor, Piran, Ptuj y Stanjel. Todos diferentes pero todos interesantes.
Maribor: La Segunda Ciudad
Maribor es la segunda ciudad en importancia del país en todos los aspectos: población, comercio y cultura; y aunque es cierto que carece del atractivo tan evidente que tiene Ljubljana, es una buena opción para pasear un par de horas si se pasa por la zona.
Su historia comienza en el siglo XII, cuando el Duque de Carintia ordena la construcción de un fuerte que será llamado Marchburg (y que posteriormente evolucionará en Marburg y, finalmente, en Maribor) para dar protección de los saqueadores húngaros.
En el siglo XIV se instala una comunidad judía muy importante que establece fuertes nexos comerciales con Dubrovnik, Milán y Praga, pero son expulsados a finales del siglo XV, comenzando así un rápido y progresivo deterioro y decadencia de la ciudad.
No es hasta la llegada de la línea de ferrocarril procedente de Viena en 1846 que la ciudad vuelve a revivir, estableciéndose poco a poco nuevas instituciones financieras y culturales que impulsarán de nuevo su crecimiento.
Mi paso por la ciudad se centró en la zona central y cercana al Río Drava. Llegué en coche después de una infructuosa parada en Celje (que se vio truncada por una fuerte tormenta que me obligó a refugiarme media hora bajo un toldo para, finalmente, echar a correr hasta el coche… ¡Menos mal que había llevado ropa de cambio y una toalla!).
Aparqué cerca del ayuntamiento y empecé a caminar por una de las calles principales, sorprendiéndome de la tranquilidad que había en la ciudad.
Poco a poco me acerqué a Slomskov Trg, que es la plaza más grande (y verde) de la ciudad, adornada con varios edificios interesantes entre los que destaca el Edificio de la Universidad de estilo neo-Renacentista.
También vale la pena resaltar la Cerkev Sv Janez Krstnik (Iglesia de San Juan Bautista) de estilo románico del siglo XII.
Una bonita plaza que pasará a mi recuerdo sobre todo por una curiosa señal de la que aún no he conseguido descifrar su significado… (¿alguna sugerencia?).
Al sur de Slomskov Trg está la formidable Glavni Trg, la que para mí ha sido la joya de la ciudad. Esta plaza renacentista funcionó como mercado durante la época medieval de la ciudad y ha conseguido guardar un encanto que encandilará a cualquiera que la descubra por primera vez.
En el centro se encuentra el Monumento de la Plaga, erigido en 1743 como un homenaje a los miles de personas que murieron durante la gran plaga en el siglo XVII.
De los edificios, quizás el que más sobresale es el ayuntamiento construido en 1515 (aunque renovado un sinfín de veces) del que destaca su balconada veneciana.
Siguiendo hacia el sureste (sin llegar al río), nos adentramos en el barrio judío. Es muy, muy pequeño, y realmente lo único que destaca en la sinagoga, aunque tampoco es gran cosa. De este barrio lo que más me gustó fue una curiosa escultura hecha con gordos alambres metálicos representando las siluetas de 4 personas. ¡Maravillosa y a la vez algo terrorífica!
La última zona que considero imprescindible de Maribor es el Lent (el puerto). El río Drava fue el principal medio de transporte de la ciudad hasta la llegada del ferrocarril. Lent constituía el lugar principal de atraque para cientos de pequeñas embarcaciones mercantiles que paraban aquí en su ruta hacia el Danubio y el Mar Negro.
Hoy en día, es un lugar fabuloso para pasear (incluso echar una siesta como hice yo) y reunirse en sociedad en época de buen tiempo.
De todas las casas que hay en la orilla del río destaca sin duda la Hisa Stare Trte, en cuya fachada está la viña considerada la más antigua del mundo (¡más de 400 años!)
De sus uvas se producen anualmente 20 litros de vino que son, como no, reservados para las grandes visitas que pueda recibir el país. Así que los mortales rasos no podremos tener la suerte (o desgracia, que a saber cómo sabe eso) de probarlo.
Ptuj: El Pueblo Medieval
Visitar Maribor está bien, pero no se puede ir tan hacia el este de Eslovenia sin parar en la formidable Ptuj (sin duda, el pueblo con más encanto de la región, además de ser el asentamiento continuo más antiguo del país y el históricamente más importante junto con Ljubljana).
Su historia se remonta hasta la Edad de Piedra, pero su verdadera importancia comienza en el año 69 d.C. cuando se estableció en la zona un campamento de legiones Romanas.
Como resultado de la expansión a lo largo del río Drava, surgió una villa autogobernada llamada Poetovio que acabó siendo ocupada por los Avaros, los Magiares y los Eslavos.
Ya bajo el nombre de Ptuj, la ciudad se ganó sus derechos a finales del siglo X y pasó a manos de la Archidiócesis de Salzburgo. Siglos después, la ciudad se desarrolló entorno a su castillo y se convirtió en un importante centro comercial para la región.
La mejor forma de descubrir este precioso pueblo medieval es deambulando por sus calles con un mapa. Es muy pequeño (menos de 20.000 habitantes) y está todo muy cerca, por lo que tomando como referencia el castillo resulta muy difícil perderse.
El castillo (Grad Ptuj) es uno de los más importantes de Eslovenia. La vista que ofrece del pueblo es muy bonita, destacando la torre del reloj, los tejados rojizos y la panorámica del río.
El edificio por fuera es también digno de admirar y, en su interior, está el Museo Regional con colecciones de instrumentos musicales, armas, pinturas y máscaras tradicionales de carnaval (yo opté por no entrar y pasear por su exterior).
Bajando del castillo hay que dirigirse inmediatamente a la Mestni Trg (Plaza de la Ciudad), una pequeña plazoleta rodeada de varios edificios entre los que destaca el ayuntamiento (de estilo nego-Gótico Alemán de principios del siglo XX).
Fue construido por el arquitecto Max Fersti en el emplazamiento de los restos de una estructura renacentista construida por los Dominicanos en 1571.
Muy cerca de esta plaza está la fabulosa calle Slovenski Trg, que es sin duda el corazón de la Ptuj moderna. Lo primero que vemos es el imponente campanario (Mestni Stolp) de 5 plantas y 3 relojes.
Cuenta la leyenda que los dueños del castillo no quisieron contribuir en su construcción y entonces los ciudadanos decidieron no poner un reloj en la fachada que apunta en su dirección. ¡Qué cosas!
Delante del campanario está el Orfejev Spomenik (Monumento a Orfeo), una estatua de mármol de 5 metros de altura erigida como tumba del alcalde de Poetovio, Marcus Valerius Verus (siglo II d.C.). Increíblemente, sigue situada en su emplazamiento original.
El último edificio interesante de Slovenski Trg es el Mestno Gledalisce Ptuj (Teatro de la Ciudad), uno de los teatros más pequeños del país pero también uno de los más famosos y exitosos. Originalmente era de madera pero en el siglo XIX se sustituyó su fachada por la actual de estilo neoclásico.
Situados ya muy cerca de la orilla del río Drava, destacan dos monasterios. Por un lado el Dominikranski Samostan (Monasterio Dominicano) del siglo XII y, por otro, el Minoitski Samostan del siglo XIII, que resultan más interesantes por fuera que por dentro.
Por último, en las afueras de Ptuj y muy (demasiado) escondido, está el III Mitrej dedicado al dios Mithra. Esta religión se originó en Persia antes de extenderse hacia el oeste durante la época del Imperio Romano y, como no estuvo nunca reconocida por ellos, tuvieron que construir sus templos a las afueras de los asentamientos principales, como ha ocurrido con este III Mitrej.
Los restos de este templo tienen más de 2000 años y se descubrieron en 1913.
Piran: El Encanto Italiano
Entre el Golfo de Trieste y la costa de Croacia se abren los escasos 46 kilómetros de costa Eslovena dominados por varios pueblos (algunos con encanto, otros dedicados a residencias playeras vacacionales), eclipsados todos por la grandeza de Piran.
Este pequeño conjunto histórico construido en una península enana es el más italianizado de los pueblos costeros de Eslovenia y sorprende gracias a su estilo medieval, caracterizado por la arquitectura de estilo veneciana.
Su andadura empezó en el siglo VIII como poblado fortificado hasta que su estilo cambió radicalmente bajo el mando Veneciano en el siglo XIII y, así, ha llegado a nuestros días en perfecto estado para visitarla, recorrerla y patearla.
Uno de los mayores problemas de Piran es el aparcamiento (si se va en vehículo privado). Yo aparqué en una calle de la cercana Portoroz (pagando ticket para unas horas, no precisamente barato), y me di un achicharrante paseo hasta Piran que me hizo decidir que la vuelta la haría en autobús.
La entrada la hice a lo grande directamente a Tartinijev Trg, la cual me dejó boquiabierto. Hacía tanto calor y estaba tan sudado del paseo desde Portoroz que, incauto de mí, me senté en una terraza a tomar una coca-cola que acabó resultando en una estafada perfecta de 5€ (sí, definitivamente se nota el estilo Veneciano).
La plaza recibe su nombre del aclamado violinista del siglo XVIII Giuseppe Tartini y está adornada por un sinfín de maravillosos edificios entre los que destacan la propia casa de Tartini, el Ayuntamiento, la Iglesia de San Pedro y la coqueta Benecanke Hisa (Casa Veneciana) del siglo XV.
Solo por pasar un rato en esta plaza vale la pena hacer la ruta entera hasta Piran, pero sus encantos siguen por sus callejuelas y plazas.
Deambulando por estrechos callejones y plazoletas nos olvidamos de lo realmente estrecha que es la península en la que está construida esta maravilla de la costa eslovena.
Caminando y caminando acabé saliendo al mar una vez más en el Presernovo, un paseo que bordea la parte sur de la península de Piran. Aquí mucha gente aprovecha para tomar el sol y meterse en el agua.
Al fondo de todo, en la punta de la península (Punta Madona), está la Iglesia de San Clemente, que es más bien una pequeña capilla.
Bordeando la Punta Madona, llegamos a la cara norte de la península, con vistas a la costa italiana, y donde podemos visitar uno de los edificios más interswantes de Piran tanto por su ubicación como por su historia: La Cerkev Sv Jurija (Iglesia de San Jorge).
Su aspecto actual data del siglo XVII y es un ejemplo clásico de una iglesia bonita por su sencillez exterior y su gusto no sobrecargado (al menos en mi opinión) interior.
Junto ella está el campanario de 46 metros que data de 1609 y que fue construido siguiendo el modelo del campanario de la plaza de San Marcos de Venecia.
El conjunto entero de iglesia, campanario y vistas me pareció espectacular.
Después de deambular tranquilamente unas horas por el núcleo de Piran empezaba a acercarse la hora límite del ticket de parking y lo último que quería era una multa o que se llevase el coche alquilado la grúa (¡tremendo horror!).
Me dirigí a la estación de autobuses pasando una vez más por la Tartinijev Trg y disfrutando de las vistas del Puerto de Piran, dominadas por el formidable edificio del museo marítimo.
Con barcos o sin barcos, las vistas del puerto y de Piran son formidables en cualquier dirección. ¡Me ha encantado esta visita!
El euro que pagué por el autobús que me llevó de vuelta a mi coche me supo a gloria al pensar en el calorazo que me había ahorrado.
Extras Cerca de Piran: Hrastovlje y Salinas de Scovlje
Desde antes de llegar a Eslovenia tenía clarísimo que no me podía ir sin parar en Hrastovlje. El pueblo en sí no ofrece nada nuevo, pero la Cerkev Sv Trojice (Iglesia de la Santa Trinidad) es un tesoro románico con unos frescos medievales que tenía que ver sí o sí.
Llegué en coche como la primera parada de un tour un tanto aleatorio (salí de Ljubljana directo a Hrastovlje, para después ir a las Salinas, a Piran y acabar el día en Stanjel).
Cuando llegué a la puerta de la iglesia me dio un vuelco el corazón al ver que estaba cerrada, pero realmente es que siempre lo está y hay que llamar al teléfono que pone el cartel para que venga la señora a abrir la puerta.
Tras diez minutos de espera (que disfruté paseando alrededor de la muralla de la iglesia) apareció la graciosa mujer que me abrió la puerta y me cobró los 3€ de una visita que acabó siendo privada. ¡No había nadie más!
Me puso una grabación en castellano que explicaba toda la historia de los frescos y, al mismo tiempo, me fue señalando con un láser en cada momento de qué imagen me estaban hablando.
¡Una visita formidable! Qué pena que no esté permitido sacar fotos porque el fresco de la Danza de la Muerte (del cual hay unas fotos en el castillo de Ljubljana) es, sencillamente, de lo mejor que he visto en mi vida.
De Hrastovlje me fui directo a las salinas (Secoveljske Soline). Hay dos entradas principales y yo me dirigí primero a Lera, la que está más al norte. Aquí, haciendo uso una vez más de mi carné de estudiante, pagué 5€ por una entrada combinada que me permitía visitar las salinas por los dos sitios y, además, alquilar una bicicleta.
La parte de Lera la hice caminando por una pasarela recta que lleva hasta el centro de interpretación y que pasa junto a un montón de piscinas que se usan para conseguir la sal.
Es un paseo interesante, tranquilo, con poca gente y bonitas vistas del entorno.
Al terminar, cogí el coche y me fui un par de kilómetros al sur para ver la segunda zona del parque. Me asusté un poco antes de llegar porque está tan al límite con la frontera de Croacia (literalmente a dos metros en línea recta) que hay que pasar el control fronterizo para acceder a la pista que lleva hasta el aparcamiento.
Dejé el coche, una mujer muy agradable me cogió el ticket y me dio una bici, y me puse a pedalear hasta la bahía de Piran.
No es nada del otro mundo, pero no deja de ser un plan barato, accesible y tranquilo si se dispone de tiempo y se quiere disfrutar de algo de brisa marina sin multitudes.
Stanjel: El Pueblo Insignia del Karst
Situada entre el mar y el Valle de Vipava, Stanjel es el más claro ejemplo de un pueblo del Karst y, además, uno de los poblados más pintorescos de la región de Nova Gorica e incluso de todo el país.
Situado muy convenientemente en lo alto de una colina, Stanjel queda perfectamente ubicado en el camino que va desde las atracciones del suroeste de Eslovenia (Piran, las Cuevas Skocjan…) hasta los valles de Vivapa, Brda e incluso Soca.
Para mí fue la última parada del primer día de un variado road trip de 4 jornadas. Después de visitar el pueblo, dormí en un muy recomendable hostel cercano (Piskovica Youth Hostel) y puse rumbo al Dolina Soca (Soca Valley).
Llegué a media tarde, con ganas de dejar atrás el calor que había pasado en la costa, y así fue. Accedí al pueblo por la entrada cercana al castillo y puse rumbo directo a Gledanica, el punto más alto del pueblo.
Pensé que iba a ser lo mejor. Ir hasta arriba de todo y después ir bajando poco a poco, callejeando por sus peculiares casas de piedra (tampoco es que la subida hasta Gledanica se un tormento, 10 minutos aproximadamente).
Desde lo alto de esta colina hay unas vistas muy amplias de las montañas, valles y vegetación de la zona. El nombre de Gledanica viene de un verbo esloveno que significa «ver o vigilar», por lo que probablemente se utilizase como un punto estratégico de vigilancia.
Empecé a bajar y caminar por las callejuelas hasta que me encontré con la Kraska Hisa (Casa Karst), uno de los edificios más antiguos de Stanjel y que constituye un claro ejemplo de las casas de la región.
Ya en la parte baja, fui hasta los Jardines de Ferrari (y que quede claro que el nombre viene de Enrico Ferrari, un médico de Trieste que quiso construir un sanatorio en Stanjel).
La parte más famosa es la que rodea al estanque ovalado, pero desde el extremo norte sale un camino que rodea el pueblo entero con vistas de toda la naturaleza que le rodea.
El paseo acaba nuevamente junto al castillo, así que aproveché para relajarme en su interior con un vino de la región antes de abandonar el Karst para ir a dormir y dar por concluida una intensa pero gratificante jornada.