Eslovenia 2018 – De Vinos por Goriska Brda y Dolenjska

Quien me conoce sabe que entrar en contacto y mezclarme con la gente local de los países que visito suele ser de las mejores experiencias. En Eslovenia el solo hecho de visitar a Manca ya garantizaba una experiencia 10, pero el fin de semana que pasamos con su hermana Lucka y su amigo Tomaz en Goriska Brda y el día que visitamos a su tío Marco en Dolenjska completaron un viaje que ya era perfecto.

Manca siempre me había hablado muy bien de los vinos eslovenos, algo que para mí era una total novedad (para rato me podía imaginar yo que en Eslovenia había producción de vino al nivel que descubrí una vez allí).

Estaba claro que mi primer paso por Eslovenia no podía desperdiciar la oportunidad de descubrir una de las regiones más míticas de viñedos y bodegas de la mano de mi inmejorable anfitriona.

Pueblitos, Vinos y Relax en Goriska Brda

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Gredic Wine Cellar

A la escapada se nos unieron la divertida hermana de Manca, Lucka, y uno de sus mejores amigos, Tomaz. Salimos de Ljubljana temprano para llegar a media mañana a la zona Dobrovo, donde habíamos reservado el alojamiento.

Bueno, llamarle alojamiento es infravalorarlo: ¡nuestra «villa»! Ya que nos íbamos a lo grande, el alojamiento no podía quedarse atrás.

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Qué mala pinta, ¿no? 😛

La zona de Goriska Brda (a la que se le llama familiarmente Brda, que significa «colina»), es una pequeña región cerca de Nova Gorica que representa una especie de entrante en territorio italiano. Es famosa por sus pequeños y agradables pueblos, su suave paisaje que entra en contraste con el de otras zonas del país y, como no, por producir algunos de los mejores vinos de Eslovenia.

Krcnik y Smartno

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De paso por Smartno

Llegamos a la región en algo menos de dos horas, cruznado durante unos kilómetros a Italia pare entrar directamente por Vipolze, que es donde estaba esperándonos nuestra formidable villa.

Aprovechamos para hacer el check-in y maravillarnos con nuestra enorme habitación, con dos grandes estancias y vistas a la piscina y a varios viñedos.

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House Iaquin, nuestra villa en Vipolze

Pintaba muy bien (demasiado bien), tanto que casi nos quedamos allí nada más llegar, pero teníamos mucho día por delante como para desperdiciarlo, así que nos dispusimos a hacer algo de turismo por la zona.

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Vistas desde nuestra habitación

La primera parada fue Krcnik, un curioso arco de piedra natural bastante escondido, difícil de localizar, y fuera de cualquier guía o ruta turística. Está bien, pero no es nada del otro mundo comparado con los demás encantos de la región.

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Como se acercaba la hora de comer, nos fuimos acto seguido a Smartno (que en italiano sería algo así como «San Martino»), un precioso pueblo fortificado muy bien conservado con 400 años de historia.

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Entrando en Smartno

Me sorprendió la poca gente que había… No se puede decir que Eslovenia esté saturado de turistas, pero es que en esta zona estábamos nosotros, alguna otra gente local de visita y poco más. ¡Qué genial!

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El pueblo me gustó mucho. Realmente son poco más de cuatro callejuelas entrecruzadas entre sí, pero es ideal para pasear tranquilamente y entrar en contacto con la artesanía y productos locales.

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Después de un rato deambulando por Smartno, nos apoltronamos en una preciosa terraza encajada en una diminuta calle con vistas a la plaza principal. El sitio en cuestión se llama Hisa Marica («Casa Marica» sería la traducción… ¡me parten estas curiosas coincidencias de palabras con significado totalmente distinto!).

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Tras explicarle a mis amigos lo que el nombre del sitio vendría a decir en castellano, decidimos que era el lugar ideal para comer. Pedimos un buen vino de la zona, unos deliciosos entrantes y unos magníficos platos de pescado.

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¡Pero qué bueno estaba todo!

Pagamos 35€ por cabeza pero comimos como dioses.

Antes de marcharnos dimos un último paseo por los alrededores para bajar la comida y disfrutar del estupendo paisaje que el pueblo ofrece. ¡Me encanta Smartno!

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Vistas de Goriska Brda desde Smartno

Satisfechos con la primera incursión por Brda, volvimos al coche para conducir solamente 3 kilómetros al norte, hasta la pequeña localidad de Gonjace.

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No tiene nada de especial, salvo por una curiosa torre con una especie de escalera helicoidal desde la que hay muy buenas vistas de todo el valle…

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… y de Smartno, muy cerca en línea recta. La verdad es que los pueblos de Brda son pequeños, pequeños, pequeños.

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Tras «semejante actividad física», vimos que era buen momento para ir a descansar al alojamiento. Y es que… ¿para qué alquilar una «villa» si no íbamos a poder disfrutar de ella?

Cogimos el coche y nos fuimos directos a House Iaquin a desconectar y relajarnos con unos buenos chapuzones en nuestra piscina casi privada. ¡Ideal!

Bodegas de Brda

El fin del día se acercaba pero aún nos quedaba el plan estrella de la jornada: la degustación de vinos en la bodega del Hotel Gredic de Dobrovo (Gredic Wine Cellar).

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Por un irrisorio precio de 15€ por cabeza, tuvimos a nuestra disposición una preciosa sala con una magnífica iluminación y decoración para pasar una divertida velada catando varios de los vinos de Brda con algún que otro pequeño pincho para acompañar.

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Nos gustó tanto tantísimo que decidimos que, al día siguiente, no podíamos dejar la zona sin visitar directamente una bodega con producción de vino propia.

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Uno de los vinos de la cata

Tras bastantes horas de sueño, amanecimos sin prisas, respetando el espíritu de tranquilidad y desconexión de la escapada. En la planta baja nos estaba esperando un desayuno extraordinario compuesto por café, tomate, mozarella fresca, varios embutidos, tostadas, crepes, zumos… ¡Esto sí que es vida!

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¡Esto sí que es empezar BIEN el día!

Y, acto seguido, con el estómago contento, volvimos a la piscina para exprimir al máximo las horas que nos quedaban hasta el check-out. ¡Gracias por todo House Iaquin!

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¡Último baño en Brda!

Antes de dejar el valle paramos en la Bodega Scurek de Dobrovo (que es la ciudadilla más poblada de Goriska Brda). El hombre que la lleva me pareció muy amable y se volcó bastante con nuestra visita sin tener ninguna seguridad de que fuésemos a comprar nada.

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Primero nos hizo un pequeño tour por las instalaciones. Me gustaron mucho las barricas artísticas que tienen, pintadas o decoradas por diferentes artistas.

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Después de hablarnos un poco sobre la producción, sus terrenos y los vinos que producen, nos llevó a un bonito salón con unas impresionantes vistas de…¡Italia! Ya que la bodega está realmente a tan solo 100 metros de la frontera… ¡Qué cosas!

Allí empezó a sacar distintos vinos (blancos, rosados y tintos), con sabores y matices muy diferentes que no sabría describir debido a mi total desconocimiento en la materia pero, desde luego, muy buenos.

Al final mi amiga Manca y yo acabamos comprando un par de botellas. Al viajar con mochila no me podía permitir demasiados extras en el viaje de vuelta a casa, pero decidí que puestos a hacer algo de sitio, una botella de un buen vino esloveno era de lo mejor que me podía llevar a Galicia.

Una experiencia TOP la de la ruta por Goriska Brda. Y realmente nuestra escapada de fin de semana no acababa aquí, ya que pusimos rumbo directo al famoso Dolina Soce (Valle Soca, en la región de los Alpes Julianos), pero eso queda reservado para otra entrada más «montañera».

¡Hasta siempre Brda!

Dolenjska y Los Viñedos de Marco

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La tradición del vino en Eslovenia es algo muy arraigado a su cultura (de hecho, la viña viva más antigua del mundo está en una casa de Maribor, al este del país).

El primer día que pasé en casa de Manca en Ljubljana tuve la suerte de probar el que desde entonces se llamaría para mí Marco-Wine, el vino que produce su tío en Trnic, en la región de Dolenjska (una zona relativamente próxima a Novo Mesto, desgraciadamente situada en el mapa por muchos por ser el lugar de origen de Melania Trump).

Se trata de una producción privada que no se comercia (lo que es una pena porque es buenísimo), y dejamos pendiente la posibilidad de ir un día de visita.

Y, al final, la visita se materializó. Mi último día en Eslovenia cogimos un tren para ir a visitar la madre de mi amiga (Majda, que ya había conocido en Ljubljana, reencontrarnos con Lucka, hacer un poco de turismo y, finalmente, visitar a Marco y su pequeña bodega en Trnic).

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Probando el famoso vino de Marco

Pintaba como un plan estupendo, ¡y así fue!

Turismo Rápido por Dolenjska

Majda nos recogió en la estación de tren y nos preparó un almuerzo en su casa. La verdad es que la hospitalidad de los eslovenos debe ser única en el marco europeo.

Después de llenar el estómago, nos dejó su coche y fuimos a recoger a Lucka para visitar dos de los castillos de la zona: Otocec y Zuzemberk (que suena un poco a «Grad Facebook«).

El primero de ellos (Grad Otocec) ha perdido un poco el encanto al estar reconvertido en una especie de hotel de lujo especializado en bodas y eventos semejantes, pero es cierto que la ubicación es bastante idílica y el edificio por fuera es muy bonito.

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Manca me contó que en una de explanadas verdes de los alrededores se hacía hasta hace unos años un festival de música bastante famoso, pero que al final cambiaron de emplazamiento y acabó suponiendo su desaparición (a veces cuando algo funciona bien, hay que dejarlo estar.

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Después de dar unos paseos por los alrededores de Otocec, nos fuimos a visitar Grad Zuzemberk, que es más parecido a la idea que tenemos de «castillo».

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Está situado en una zona elevada junto al río Krka y su estructura original data del siglo XIII.

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Vistas desde una de las torres del castillo

Aunque sufrió un enorme daño durante la Segunda Guerra Mundial y se ha reconstruido poco más que algunas de sus torres, hoy en día en su interior se realizan mercados y festivales con relativa frecuencia.

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Una bonita visita, y además gratuita.

Trnic y los Viñedos de Marco

La región parecía muy bonita, pero sin duda el momento estrella era poder conocer al tío de Manca (Marco) y sus primas.

Nos estaban esperando con los brazos abiertos en su bonita casa de Trnic, rodeada de una enorme finca de viñedos, mucho más grande de lo que me esperaba.

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Parte de los terrenos de Marco y las vistas del valle

La variedad de uva que utilizan era totalmente desconocida para mí. Son uvas blancas bastante más grandes que las que había visto hasta entonces y de una forma esférica casi perfecta.

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Como no, Marco tiene un pequeño sótano preparado para hacer catas con familiares y amigos, un sitio muy acogedor con unas cuantas barricas con algunos de los vinos que cosecha.

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¡Pasamos una tarde estupenda con la familia de Manca! Además de probar el vino de Marco, nos prepararon un «aperitivo» (suficiente para comer y cenar) de panes caseros, quesos y embutidos de la región.

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¿Existe una mejor forma de despedirse de Eslovenia hasta mi próxima visita? No lo creo 🙂

Como regalo final, me llevé una botella de vino de Marco para comprimir en mi mochila junto a la que había comprado en Brda. Desde Trnic hasta Pontevedra. Será probablemente la mayor distancia que el Marco-Wine haya recorrido hasta la fecha.

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Con Manca, Lucka y su familia

¡Qué ilusión!

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