Los pueblos y ciudades del norte de Tenerife son un campamento base formidable para realizar excursiones al resto de la isla y para dejarse llevar por sus coloridas calles llenas de construcciones al más puro estilo colonial.
Parce realmente como si la isla estuviese dividida en dos zonas: la zona norte, que conserva aún algo del espíritu de lo que habría sido la isla algunos siglos después de la conquista por parte de la Corona de Castilla, y la zona sur, hoy en día destinada fundamentalmente al turismo de manadas, de hotel-resort y pulserita.
El norte tiene un encanto especial, y todos los núcleos urbanos son fácilmente accesibles en coche ya que además las distancias son muy cortas y la mayoría de ellos están conectados por la autovía circular de la isla.
San Cristóbal de La Laguna
Es la segunda ciudad en términos de población de la isla (unos 150.000 habitantes) y la tercera del archipiélago. Está situada a unos 550 metros sobre el nivel del mar, por lo que a veces la diferencia de temperatura con su ciudad gemela, y capital de la provincia, Santa Cruz, puede ser de varios grados.
El área que ocupa actualmente la ciudad ha estado poblada desde la época de los guanches hace unos 2000 años. Su fundación se remonta a finales del siglo XV por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo tras la conquista de las Islas Canarias y rápidamente fue elegida capital del Cabildo de Tenerife por la protección natural que su altitud ofrecía contra los piratas.
Poco a poco fue evolucionando y convirtiéndose en el epicentro de la Ilustración en el archipiélago y se mantuvo como capital de facto hasta casi mediados del siglo XIX, cuando empezó a perder importancia debido a la expansión de lo que era su puerto, el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, que con Fernando VII se hace con la capitalidad de la isla.
Desde que la ciudad perdió el título de capital entró en un largo parón de desarrollo frente a Santa Cruz, hasta que a mediados del siglo XX comenzó una época de extensión urbanística, particularmente en los barrios, y sin afectar especialmente al casco histórico, que la ha colocado nuevamente entre las principales ciudades de las Canarias.
La fundación de La Universidad de La Laguna (la primera del archipiélago) y su expansión a lo largo del pasado siglo consiguieron relanzar la ciudad y que se declarase Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 por ser un ejemplo único de ciudad colonial no amurallada.
Puerto de La Cruz
Esta pequeña ciudad de 30.000 habitantes situada en el Valle de La Orotava es, quizá, el núcleo turístico más importante del norte de la isla.
Al igual que ocurre con La Laguna, el territorio ocupado actualmente por Puerto de La Cruz estaba ya habitado en la época guanche y tras la conquista de las islas empezó su andadura como una pequeña población de pescadores que fue desarrollándose paulatinamente al incrementarse el comercio y las exportaciones. Además, la erupción de un volcán a principios del siglo XVIII, destruyó el cercano puerto de Garachico, dándole aún más importancia al Puerto de la Cruz.
En el siglo XIX empezaron a hacerse famosas en Europa las características naturales y climatológicas del valle, lo que acabó convirtiendo paulatinamente a esta villa en el primer centro turístico de Canarias.
Actualmente se puede decir que es una pequeña ciudad con un enclave perfecto para tomarla como núcleo de operaciones y descubrir el norte de la isla. La zona del paseo marítimo tiene su encanto; aunque para encanto de verdad, mejor moverse unos kilómetros al sur para visitar La Orotava.
La Orotava
A 360 metros sobre el nivel del mar se alza este precioso poblado de 40.000 habitantes que fue declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional en 1976 y al que pertenece una buena parte del territorio del Parque Nacional del Teide.
Resulta una gozada pasear por su pequeño pero muy coqueto casco histórico. Desde la Plaza de Patricio García donde está la Iglesia de La Concepción, hasta los Jardines de Victoria (o de los Marqueses de Quinta Roja), pasaremos por pequeñas callejuelas pobladas de multitud de coloridas casas señoriales y de estilo colonial.
La Orotava es uno de esos pueblos con encanto difícil de olvidar, aunque toque visitarla en un día con calima arruinando un poco las vistas hacia la costa, como nos ocurrió a nosotros.
Garachico
La ciudad y su puerto fueron fundados inmediatamente después de la conquista de Tenerife en 1496. Su enclave hizo de ella el principal puerto comercial de la isla en los sucesivos siglos, lo que ayudó en gran medida a que prosperase económicamente mucho más rápido que otras poblaciones.
Todo iba muy bien hasta que el 5 de mayo de 1706 una erupción volcánica se llevó por delante gran parte del pueblo, incluyendo su puerto, que quedó totalmente destruido. Los comerciantes que frecuentaban el puerto movieron entonces sus actividades al cercano Puerto de la Cruz, quedando Garachico como un pequeño puerto de pescadores.
Hoy en día, el pueblo de Garachico conserva un aire a poblado colonial pesquero que atrapa a sus visitantes que se dejan llevar por la magia de sus pequeñas calles y plazas y por su formidable paseo marítimo con vistas al emblema de la ciudad: el Roque de Garachico.
Icod de Los Vinos
Icod (término guanche que se cree significaba «incendio») de Los Vinos (apodada así por los pobladores europeos por la importante producción de vino de la región) es una pequeña ciudad que alberga uno de los símbolos más famosos de la isla: El Drago Milenario.
Aunque su casco antiguo ha sido declarado Bien de Interés Cultural por su importancia histórica, palidece bastante en comparación a las zonas históricas de otras poblaciones del norte como La Laguna, La Orotava o Garachico.
El Drago Milenario es el drago más famoso del mundo. Esta especie (Dracaena Draco), es típica del clima subtropical de la Macaronesia, en especial de las Islas Canarias, aunque su mayor población se encuentra en la zona oeste de Marruecos. Este ejemplar mide 18 metros de altura, y el perímetro de su tronco llega alcanzar los 10 metros y cuenta con más de 300 ramificaciones en su copa.
Su edad ha sido motivo de mucha controversia. Se comenzó fechando su nacimiento hace más de 3000 años, pero en la actualidad se estima que en realidad debe rondar los 800. El pequeño parque que se ha construido a su alrededor (Parque del Drago) es un precioso jardín que alberga distintas especies endémicas de Canarias (vale la pena pagar los 5€ de la entrada para entrar en contacto con cardones, tabaibas, dragos, palmeras, aceviños, viñátigos, tilos, laureles…).
Santa Cruz de Tenerife
La capital de la provincia y ciudad más grande de la isla (segunda del archipiélago, solo superada por Las Palmas de Gran Canaria) tiene más de 200.000 habitantes y sería probablemente la que yo elegiría para vivir si me tuviese que trasladar a Tenerife por lo cómoda que parece en cuanto a ubicación, servicios y vida social.
Es una ciudad moderna sin tanto atractivo arquitectónico como las otras poblaciones del norte comentadas arriba y cuya fama ha ido ligada siempre a su famoso carnaval.
Quizás su edificio más famoso es el Auditorio Adán Martín de 2003 firmado por Santiago Calatrava. He de reconocer que su diseño me parece muy curioso e interesante, aunque no sé si por dentro el espacio estará muy aprovechado. Lo que sí hemos podido comprobar es que se cumple una vez más el ya habitual «factor Calatrava»: se va desconchando poco a poco.

Típicos desperfectos calatravescos
La Matanza de Acentejo
Este pequeño municipio toma su nombre de una batalla que ocurrió en esa zona entre castellanos y guanches durante la conquista de la isla en el siglo XV, en la que los guanches derrotaron a los castellanos. Cerca existe otra población llamada La Victoria de Acentejo que conmemora una segunda batalla en la que se cambiaron los papeles (está claro qué bando eligió los nombres…).
Esta población en sí no tiene nada. Es donde nos alojamos nosotros porque cuando buscamos apartamento no había nada asequible en ninguna otra zona del norte y nos quedaba bien situada para movernos en coche.
Aquí tuvimos nuestra propia matanza. Al llegar al apartamento (alquilado por el portal HomeAway) la supuesta dueña nos dijo que «había ocurrido un percance esa mañana», del cual no nos habían avisado. Se había reventado una tubería haciendo que el suelo del salón y la cocina rezumase agua por encima de la tarima flotante. Ahí empezó nuestra pequeña batalla que conseguimos solventar después de discutir bastante con la responsable del piso y los encargados de la web.
Al final, conseguimos un descuento y se solucionó más o menos el problema poniendo a funcionar un deshumidificador en el salón durante todos los días que estuvimos.
Los responsables de la página web fueron muy eficientes y rápidos, y además el teléfono de consulta es gratuito, algo que se agradece. Me parece una web bastante fiable 🙂
Pero no elegimos quedarnos casi una semana en el norte de Tenerife sólo por su arquitectura colonial. ¡La naturaleza de esta parte de la isla es, simplemente, espectacular!