Jordania 2018 – Petra Día 2: Del Siq al Mirador del Tesoro (El Arte de Madrugar)

Si Petra es a la vez Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una de las Nuevas Siete Maravillas del mundo es por algo. Sin duda, una experiencia única, perfecta, intensa, maravillosa y necesaria no solo para cualquier viajero, sino que también para cualquier persona. Petra es historia, es monumento y es magia.

Madrugón y Entrada al Siq

El día anterior había sido toda una maratón… y no porque fuésemos rápido o con prisas. Realmente nos lo tomamos todo con mucha calma desde el momento en el que nos levantamos, pero la verdad es que no paramos ni un segundo entre la visita a Petra y los devenires causados por nuestro anfitrión Beduino.

Todo un cúmulo de experiencias y anécdotas dignos de recordar.

Pero para este segundo día teníamos que forzar aún un poco más la maquinaria y madrugar algo más… Bueno, realmente bastante más.

Convencí a mis geniales compañeras Cristina y Natalia para levantarnos a las 5 de la mañana y así plantarnos a las 6 en la entrada principal de Petra, la que conduce al Siq, el famoso desfiladeros que lleva hasta El Tesoro (la fachada principal y más famosa de toda la ciudad nabatea).

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Fachada del Tesoro

Costó un poco ponerse en marcha a esas horas, pero llegamos muy bien de tiempo. El sitio parecía una ciudad fantasma: todas las tiendas, restaurantes y parafernalias diversas de la entrada de Petra estaban cerradas a cal y canto y, además, estábamos solamente 7 personas para entrar.

A las 6 en punto abrieron el torno y nos dejaron pasar. Estaba empezando a amanecer poco a poco, y fuimos caminando tranquilamente por una pista asfaltada en cuesta abajo suave hasta la entrada del desfiladero.

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Caminando por el Siq

La verdad es que es mucho más ancho de lo que me imaginaba. Íbamos de primeros, así que podíamos empaparnos perfectamente del encanto del lugar sin el estorbo de grandes grupos o turistas ruidosos.

Ya veríamos cómo iba a ser el trayecto de vuelta, después del mediodía, con todos los autobuses tardíos y las excursiones de un día que vienen desde Israel…

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Los colores del Siq

Pero eso por ahora no era un problema. El Siq era nuestro, su colorido realmente magnífico, y el verdadero Tesoro estaba cada vez más cerca.


El Tesoro (Al Khazneh)

Si hay una vista de este viaje que no olvidaré en toda mi vida, es la de la primera vez que se entrevé la fachada del Tesoro al final del último tramo del desfiladero del Siq.

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El Tesoro apareciendo majestuosamente ante nuestros ojos

Sobre todo teniendo en cuenta lo que supuso llegar al lugar completamente solos, sintiéndonos como Burckhardt cuando llegó en 1812 acompañado por un beduino.

La vista deja a cualquiera sin palabra: como un regalo que viene envuelto en una caja maravillosa que da pena estropear y abrir, pero cuyo contenido es todavía mejor de lo esperado.

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Entrando casi solos a admirar el Tesoro

El Tesoro en sí, es una tumba que ha pasado a la historia como la imagen emblema de Jordania, pero también como una de las postales más famosas y cotizadas del mundo (y no solo por las películas que se han rodado ahí, entre ellas «Indiana Jones»).

Esta fachada de estilo helenístico es realmente una joya y obra maestra de la construcción y del tallado a mano.

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Se calcula que fue construida en el siglo I a.C. para servir como tumba del rey nabateo Aretas III, aunque realmente su nombre actual deriva de una historia completamente distinta…

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El edificio, de casi 40 metros de altura y con decoraciones entre las que se encuentran capiteles, frisos y figuras corintias, está coronado por una urna funeraria. La leyenda local cuenta que en su interior está el tesoro escondido de un faraón egipcio.

La estampa es inolvidable. Creo que estuvimos más de tres cuartos de hora contemplando lo que teníamos delante de nuestros ojos (parecido a lo que había ocurrido el día anterior con el Monasterio).

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¡Momentazo!

La disfrutamos desde todos los ángulos y, aún después de todo ese tiempo cuando decidimos continuar con el recorrido, no estábamos ni 15 personas en la explanada del Tesoro.

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Rozando la perfección

Antes de proseguir, vimos que había algún itinerario o escaleras que subían hacia ciertos miradores. Un beduino que apareció por allí nos dijo que era necesario ir acompañados de un guía local para poder acceder (por supuesto, él se ofreció al momento para llevarnos previo pago de unas cuantas jodiendas o JOD).

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Nos pareció, cuanto menos, extraño y sospechoso, así que decidimos seguir con el plan que teníamos y ya veríamos cómo acceder a uno de esos miradores y en qué momento ir.

Dejamos el tesoro caminando por un desfiladero mucho más ancho que el Siq y que conduce hacia la famosa Avenida de las Fachadas.


El Alto del Sacrificio

Paramos en un chiringuito a tomar un té con galletas. Habíamos madrugado tanto que casi no habíamos podido ni desayunar y, después de la emoción de la última hora, necesitábamos recargar gasolina antes de nuestro siguiente objetivo: El Alto del Sacrificio.

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Vista sobre Petra desde el Lugar Alto del Sacrificio

Este es, quizás, el mirador o sitio elevado de Petra más accesible en cuanto a esfuerzo invertido para llegar.

Las escaleras para iniciar la subida estaban justo al lado del chiringuito beduino (entre el chiringuito y el Teatro) en el que habíamos tomado el té, y una vez que se encuentran no hay posibilidad de pérdida: hay que subirlas todas y seguir las indicaciones hasta llegar al mirador.

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La propia ruta vale la pena: es muy bonita, con piedras muy curiosas e incluso vegetación.

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Piedra con forma de…

A medio camino se nos unió un perrete muy majo que hizo con nosotros parte del recorrido.

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Empezando el trekking mañanero

El Alto del Sacrificio fue construido en lo alto de la colina Jebel Madbah con varios surcos para canalizar la sangre de los sacrificios de animales.

Ya en la plataforma del sacrificio, hay que continuar hasta el final para alcanzar el borde del precipicio y poder disfrutar de esta maravillosa vista.

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Una vez más, llegamos de primeros. Poco después llegaron algunas personas más (entre ellos un grupo de tres chicos italianos que nos hicieron alguna foto), pero en todo momento se mantuvo la atmósfera tranquila del lugar.

La vista es realmente espectacular. El sol seguía ascendiendo poco a poco, cambiando los colores del valle y de todas sus formaciones rocosas.

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Amanece en Petra

La emoción iba en aumento. En todo el tiempo que llevábamos en Petra (entre los dos días) aún no había nada que nos hubiese decepcionado.

En este punto también nos dimos cuenta de lo importante que había sido la decisión que tomamos de invertir dos jornadas para visitar Petra: hay muchos templos, desfiladeros, recovecos y miradores como para intentar abarcarlo todo en una única jornada y disfrutar del lugar.

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Cuando empezamos a descender, me adelanté a Natalia y Cristina porque tenía mucha curiosidad por ver cómo estaría de gente en ese momento El Tesoro. Puse entonces quinta y bajé a toda mecha para ir a cotillear el lugar a la vez que disfrutaba de las vistas del inicio de la Avenida de las Fachadas.

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Calle de las Fachadas

Cuando llegué me llevé un shock tremendo… Es cierto que el color de la piedra estaba muy bonito, pero había tal nivel de gente que cambiaba totalmente la atmósfera de este mágico enclave (a peor, por supuesto).

Nunca he estado en la Feria del Rocío, pero el nivel de personas, feria, animales y puestos que había ya congregado delante del Tesoro poco tendrá que envidiarle. ¡Aquello era un desfile interminable de turistas, grupos y ventas de plasticalla!

¡Qué bien habíamos hecho en darnos el madrugón! Gracias a eso pudimos ver el Tesoro en su total plenitud y continuar a los demás sitios de Petra sin el agobio de las hordas de turistas.


La Calle o Avenida de Las Fachadas

Este es el nombre que recibe la hilera de unas 40 tumbas monumentales nabateas talladas en la ladera sur del desfiladero que sigue desde el Tesoro.

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Todas son, en cierta manera, herederas de la arquitectura asiria y resulta sencillo acceder a algunas de ellas.

Pero antes de centrarnos en estas tumbas, hicimos una parada muy interesante en El Teatro que ya habíamos visto antes de subir al Alto del Sacrificio y también desde lo alto del mirador.

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Esta edificación nabatea del siglo I a.C. excavada en la ladera de la montaña consta de tres cinturones de asientos separados por pasillos. Hay siete escaleras que ascienden al auditorio y pudo albergar hasta 4000 espectadores.

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Teatro visto desde la subida al mirador del Tesoro

Los romanos reconstruyeron el muro trasero del escenario y ampliaron la estructura para albergar a más de 6000 personas poco después de su llegada en el siglo I d.C.

Aunque resultó muy dañado por el terremoto del año 363, sigue siendo uno de los puntos fuertes de toda Petra y es, además, el único teatro de todo el mundo tallado directamente en la roca.

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Tras disfrutar del Teatro, pasamos ya la auténtica Avenida de las Fachadas. Hasta aquí es hasta donde llegan muchas de las visitas grupales de turistas, por lo que la zona está completamente infestada de guías, beduinos vendiendo paseos en camello o en burro, puestos de pañuelos y otras baratijas, etc.

 

Aún así, hay que pararse un buen rato a admirar la belleza de las formaciones rocosas y el colorido de estas tumbas.

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Nos quedamos totalmente abraiados con la variedad de ondulaciones que se pueden encontrar en sus paredes, y con la inmensa paleta cromática que las decoran.

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Afortunadamente, mucha gente se conforma con pasar por delante y ver «esos agujeros en la roca» un poco a lo lejos, por lo que en todas a las que nos decidimos a trepar y entrar no tuvimos problemas para admirarlas ni para hacernos fotos con tranquilidad.

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Fusión de colorido

Puede que la Avenida de las Fachadas carezca de la majestuosidad del Tesoro, el Monasterio o el Gran Templo pero, sin duda, es otro punto fuerte de Petra que no hay que perderse.

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Las Tumbas Reales

Dejando a un lado la Avenida de las Fachadas, se llega a la que para mí debería ser llamado (como mínimo) el Boulevard de las Fachadas: visto desde la distancia me resultó mucho más impactante.

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Tumbas Reales vistas desde la Calle Columnata

En los límites del valle y bajo una enorme montaña se encuentra este grupo de cuatro tumbas que sobresalen sobre todas las anteriores: mantienen en gran parte el colorido que ya habíamos visto antes, pero arquitectónicamente resultan muchísimo más alucinantes.

Tumba de la Urna

La primera con la que nos encontramos fue con la inmensa Tumba de la Urna. Su nombre viene del recipiente que corona su enorme estructura, a la que se accede por unas curiosas escaleras construidas sobre dos pasillos de arcos clónicos.

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Se cree que se construyó alrededor del año 70 d.C. y se adaptó en el siglo V d.C. para servir como iglesia bizantina.

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Tumba de la Seda

Mucho más erosionada que la anterior, destaca por el serpenteo de colores sobre la roca que conforma su fachada.

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¡La roca da realmente la impresión de estar derritiéndose por el calor! Impresionante.

Tumba Corintia

Su parte superior se asemeja en cierta medida a la del Tesoro, pero está ya muy erosionada también (lo que le concede otra personalidad).

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Combina varios elementos arquitectónicos de estilos nabateo y clásico.

Tumba del Palacio o Monumento del Palacio

Data de principios del siglo II d.C. y tiene una fachada impresionante construida en cinco alturas. En la parte trasera hay un dique y una reserva de agua, ya que cuenta con un sistema de drenaje que conduce el agua de la lluvia a una balsa al norte de su base.

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Se cree que se utilizó como salón de banquetes o incluso para ceremonias funerarias de cierta importancia.


El Mirador del Tesoro

A lo tonto, y teniendo en cuenta que habíamos entrado en Petra a las 6 de la mañana, llevábamos ya unas cuantas horas de pateo y recorrido, pero aún nos quedaba tiempo hasta la una y media de la tarde (hora aproximada a la que habíamos decidido que nos tendríamos que marchar).

Después del Tesoro, el mirador del Alto del Sacrificio, las Tumbas y la Avenida de las Fachadas, aún nos quedaba algo que habíamos dejado en el tintero: ¡encontrar un buen mirador sobre el Tesoro!

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Teníamos la idea de que existía un mirador bastante alto con una perspectiva muy buena de su fachada. No aparecía en el mapa oficial, pero sí en la aplicación Maps.Me que tenía descargada en el móvil como «Treasury from Above».

Era una buena caminata y con un desnivel «no de paseo». Estábamos algo cansados, pero también éramos conscientes de que todo eso echaría para atrás a mucha gente, así que acabamos de rodear la hilera de las Tumbas Reales y empezamos a subir escaleras.

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Llegar a este mirador supone meterle caña a las piernas

Una vez más, la propia subida resultó ser una experiencia digna de recordar. Los escalones eran preciosos, esculpidos en la piedra, sacando a relucir todo el colorido de las diferentes capas de minerales de Petra.

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Aunque empezó a nublarse, a medida que ganábamos altura las vistas sobre el recinto no dejaban de mejorar y la afluencia de gente era cada vez menor.

Como yo tengo una pierna muy montañera, seguí subiendo a mi ritmo para ir investigando cuál sería un buen mirador para establecernos y disfrutar de las tan y ansiadas vistas.

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También aquí las rocas son alucinantes

Y así, tras un buen pateo, llegué a lo que parecía el lugar más alto al que se podía acceder. Me encontré con una pareja de alemanes haciéndose unas fotos y me pareció un lugar tan privilegiado que decidí «hacer cola» (les hice fotos y ellos a mí). Cuando se fueron me quedé con el sitio reservado esperando a Natalia y a Cristina.

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Al final no estuvimos ahí ni cinco minutos porque nos dimos cuenta (por la gente que llegaba) que aún quedaba un pequeño trozo de sendero.

Lo caminamos y, en menos de 50 metros, encontramos un garito beduino montado entre las rocas y sobre el precipicio.

¿Podía ser más genial el sitio? Estaba construido estilo jaima y nos pareció ideal para descansar, tomar un té, y empaparnos hasta la saciedad de una vista que eclipsaba casi a cualquier cosa que hubiésemos visto anteriormente.

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Vista de tesoro para admirar el Tesoro

Es cierto que la susodicha tetería del precipicio estaba algo abarrotada para lo pequeña que era, pero nos dio igual. Había buen ambiente, muy internacional, con turistas no demasiado al uso (porque no todo el mundo se toma la molestia en subir todos esos escalones y caminar todo lo que hay que caminar para llegar al codiciado premio).

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Ultima parada en Petra

Después de tomarnos el té revitalizante, nos hicimos con un hueco en el límite del precipicio. En las fotos da más impresión de la que realmente es (pues hay otro nivel inferior que con la perspectiva no se aprecia).

 

Ahí abajo, estaban como hormiguillas algunos grupos de turistas que estaban descubriendo el Siq por primera vez. Eran las 12 del mediodía y ahí estaban, en el medio de una creciente multitud, cuando nosotros habíamos tenido el recinto en calidad de propiedad casi privada cinco horas antes.

¡Pero qué suerte habíamos tenido!

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Turistas congregados a los pies del Tesoro

Los dos alemanes que me había encontrado antes nos hicieron un montón de fotos en todas las posiciones (y nosotros a ellos), perspectivas y configuraciones.

Con y sin pañuelo, con gente y sin gente, con alfombra y sin alfombra, de perfil, de frente o de espaldas…

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… con bandera y sin bandera, en fila o en barrera…

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Vamos, que nos volvimos completamente tolais con el mirador y perdimos toda noción de cordura o realidad.

¿Y no es precisamente eso lo maravilloso de viajar y dejarse llevar por los momentos y las sensaciones?

Yo creo que sí.

Antes de iniciar el (largo) camino de regreso hasta las Tumbas Reales, el Tesoro, el Siq y, finalmente, nuestro coche; dejamos una aportación personal en una de las paredes de la jaima en la que estaba escrito en multitud de idiomas «El café con la mejor vista del mundo».

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Ya estaba en castellano, euskera y catalán, así que añadí la frase en gallego para que mi querida Galicia también tuviese presencia en Petra.


Dejamos Petra y nos vamos al Wadi Rum

Podríamos habernos quedado en el café del mirador del Tesoro todo el día o incluso toda la vida, pero teníamos que continuar.

Habíamos aprovechado muy bien el tiempo en el mirador y en Petra en general, pero habíamos calculado que no deberíamos salir más tarde de las 13.30 o de las 14.00 si queríamos llegar puntuales a nuestra siguiente cita: un campamento beduino en el desierto del Wadi Rum.

Aunque desde el cafecito hasta el Tesoro hay un buen trecho, al ser de bajada lo hicimos bastante rápido.

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Animales de Petra

Aprovechamos para despedirnos de la singular paleta de colores que había pintado todo el recorrido que habíamos hecho por la ciudad de los Nabateos.

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Ya delante de la fachada del Tesoro nos hicimos la última foto y recapitulamos todo lo que habíamos hecho y vivido en esos dos días: monumentos impactantes, naturaleza diferente y preciosa, personajes locos y, sobre todo, muchos momentos de risa.

Estábamos viviendo una experiencia viajera top e inolvidable, y eso que no habíamos hecho juntos ningún viaje antes.

Cruzando el Siq para volver a la entrada parecíamos los «raritos» que iban a contracorriente. Era increíble, pero pasada la una de la tarde había aún cantidades ingentes de grupos (muchos de ellos chinos) que estaban entrando en Petra…

¡Semejante horror! Me pareció muy significativo un grupo que iba con un guía que le decía a sus clientes: «y dentro de 5 minutos llegaremos ya por fin al impresionante Tesoro, algo que os dejará boquiabiertos y no olvidaréis nunca» a la vez que se frotaba las manos y ponía cara de «vais a flipar».

Pues sí, van a flipar porque es digno de flipe absoluto, pero la sensación del Tesoro a las 7 de la mañana en silencio y tranquilidad es totalmente diferente a la que se puede tener a la 1 de la tarde en algarabía absoluta y mercadillo.

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Beduinos caminando por el Siq

Finalmente, llegamos a la zona de restaurantes y tiendas a las 13.30. Decidimos que aún nos daba tiempo a tomar una pizza rápida para reponer fuerzas antes de coger el coche y poner rumbo al Wadi Rum.

En total, dedicamos unas 13 horas a visitar Petra, divididas entre dos días. Considero que es tiempo suficiente para visitar con calma todos los monumentos típicos, pero también para dejarse llevar por la intuición e investigar fuera de los itinerarios básicos establecidos.

Sí que se puede visitar Petra en un día, pero para ver todo lo que vimos habría que hacer una maratón perdiéndose gran parte del encanto o seleccionar muy bien ciertos puntos para disfrutarlos de verdad.

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Creo que la experiencia de Petra en dos jornadas es bastante óptima, tanto para un viajero experimentado como para uno novato, y ya se tenga especial predilección por ruinas y templos o no, puesto que la visita es mucho más que eso.

¡Gracias Jordania por haber conservado hasta nuestros días esta joya de la humanidad!

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