Dos caras de Panticosa: Verano e Invierno. Ruta a los Ibones Azules, de Bachimaña y de Tebarray desde el Balneario de Panticosa y pistas de esquí de fondo. Dos formas distintas de descubrir y disfrutar de una de las zonas más famosas del Pirineo.
El Valle de Tena es uno de los más grandes del Pirineo. Entre sus cotas de 600 y más de 3000 metros de altitud destacan la ingente cantidad de rutas de montaña y el esquí (Alpino en las estaciones de Formigal y Panticosa, y de Fondo en las pistas del Balneario).
Aquí me centraré en la Ruta de los Ibones y las Pistas de Esquí de Fondo, estando el origen de las dos en el Balneario de Panticosa (también conocido como Baños de Panticosa), situado en este valle perteneciente a la Comarca del Alto Gállego.
El acceso es sencillo. Desde el pueblo de Panticosa, sale una carretera (A-2606) que sube en unos 10 kilómetros hasta los Baños de Panticosa, punto de partida de la ruta de los ibones y emplazamiento de las pistas de esquí de fondo.
1) Ruta de los Ibones Azules
- Duración: 7-8 horas (6 de octubre)
- Zonas Visitadas: Pirineo Aragonés, Valle de Tena, Baños de Panticosa, Ibones de Bachimaña, Ibones Azules, Collado de L’Infierno, Ibón de Tebarray
- Kilómetros Recorridos: 20 kilómetros (ida y vuelta)
- Desnivel Total Acumulado: 1200 metros de subida y 1200 metros de bajada
- Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 2720 m / 1650 m
Resumen de la Ruta
Los ibones (término aragonés para los pequeños lagos de montaña) del Pirineo son acumulaciones de agua de origen glaciar y que, en el caso de Aragón, muchas veces suponen el nacimiento de sus ríos.
La zona de los Baños de Panticosa es un área muy rica en ibones (empezando ya mismamente por el Ibón de los Baños, situado a 1650 metros de altitud y que está situado junto al balneario y las pistas de esquí de fondo), y cualquier ruta que pase por algunos de ellos tendrá este ingrediente extra a las ya de por sí excepcionales vistas de los picos del Valle de Tena.
Quizás una de las rutas más famosas sea la que sube hasta el Refugio de Bachimaña, y que se puede completar continuando hasta los Ibones Azules y, desde aquí, hasta el Collado de L’Infierno (donde está el Ibón de Tebarray), que permite subir a los Picos de Los Infiernos o continuar hasta el Refugio de Respomuso.
En esta ocasión me uní a mis amigos Natalia y Leandro y, a su vez, a unos amigos suyos que viven en Madrid. Optamos por hacer la ruta hasta los Ibones Azules y, una vez allí, valorar si sería posible subir a Los Infiernos o no ya que había amenaza de tormenta por la tarde.
Quedamos directamente a las 9 de la mañana en el Refugio de La Casa de Piedra de los Baños de Panticosa. Ellos habían pasado ahí la noche, pero yo me pegué madrugón y fui directo desde Pamplona (algo más de 2 horas en coche).
La ruta es muy fácil de seguir. Hay mucha señalización: bien con paneles o con marcas del GR-11, por lo que se puede hacer perfectamente sin mapa y sin GPS, simplemente fijándonos bien en el sendero y los desvíos.
Desde el refugio (a 1650 metros de altitud), el camino empieza en ascenso continuo sobre roca por una ladera situada a su derecha.
Al cabo de un rato empezamos a oír el ruido del agua. En este primer tramo de subida la ruta pasa junto a varias cascadas que bajan desde lo alto de las montañas (¡el agua está muy presente en este valle!).
En sí el camino no tiene más dificultad que el desnivel. Es cierto que hay pequeños tramos donde se estrecha y nos obliga a pasar bastante cerca de alguna que otra caída, pero han colocado cables de metal para que quien tenga algo de vértigo pueda agarrarse y así sentir más seguridad.
Rozando ya los 2000 metros de altitud, nos encontramos con la llamada Cuesta del Fraile. Una bonita pared con varias cascadas que nos separa de la primera parada: El Refugio de Bachimaña.
Hasta aquí habíamos subido por la sombra, pero ya nada nos iba a proteger del sol en lo que quedaba del día (bueno, salvo las nubes que empezaron a hacer acto de presencia unas horas después).
Salvado este desnivel llegamos al Refugio de Bachimaña, inaugurado en 2012 y situado a 2200 metros de altitud.
Es estupendo, con habitaciones nuevas, baños limpios y unas vistas estupendas del Ibón Bajo de Bachimaña.
Natalia y los demás dejaron aquí parte de su equipaje ya que iban a hacer noche en el refugio. Yo iba de «ruta de día», así que a la vuelta me esperaban casi 600 metros de desnivel extra de bajada.
Tras un pequeño descanso, pusimos rumbo a los Ibones Azules. Dejamos atrás el Ibón Bajo de Bachimaña y empezamos a bordear el Ibón Alto de Bachimaña por su lado sur
¡Qué preciosidad de Ibón! Me ha encantado, sobre todo por las islitas que tiene en el medio. Además, el agua reflejaba el cielo azulado que aún nos acompañaba.
Solo por haber llegado hasta aquí la ruta ya habría merecido la pena, pero aún nos quedaban unos cuantos tesoros pirenaicos por descubrir.
Después de los Ibones de Bachimaña, llegamos a una llanura atravesada por unos cuantos riachuelos (al estilo de lo que ocurre en el Valle de Aguas Tuertas pero mucho más pequeños).
Una pequeña subida conduce al primer ibón azul, pero antes de llegar conviene detenerse un rato y echar la vista atrás ya que las vistas de esa pequeña llanura y el Ibón Alto de Bachimaña son espectaculares.
Sin darnos cuenta llegamos a los pies del Ibón Azul Bajo (a 2360 metros de altitud).
Una vez más me sorprendió la poca gente que nos encontramos en todo el recorrido. Es cierto que había amenaza de tormentas a partir de la tarde, pero hasta entonces el día estaba fabuloso. A ratos hacía quizás algo de calor, pero pronto venía una brisa de aire fresco para contrarrestar.
¡Condiciones óptimas para caminar!
Me ha encantado este primer Ibón Azul. Es bastante grande y está enclavado a los pies de las Puntetas de Bachimaña.
No sé muy bien el motivo, pero me transmitía mucha paz y tranquilidad. Quizás porque el color del agua azul intenso me recordaba al color del Atlántico al que tan acostumbrados estamos en Galicia…
¡Quién sabe! Sea como sea, magnífico.
El Ibón Azul Alto está justo a continuación (a poco más de 2400 metros de desnivel) y, a diferencia del anterior con su forma de elipse casi perfecta, tiene un trazado mucho más loco y aleatorio.
La verdad es que se mire desde donde se mire es una fiesta para los ojos.
Cuando llegamos eran ya las 13.30 y las nubes de la supuestas tormentas vespertinas empezaban a aparecer acompañadas de unas buenas ráfagas de viento bastante frescas.
Encontramos un pequeño muro de piedra junto al ibón y nos sentamos almorzar protegidos por el viento, y a decidir qué hacer.
Barajamos varias posibilidades. La de subir a Los Infiernos fue la primera en caer, porque con las nubes y un panorama que podía empeorar no parecía la opción más inteligente. Podíamos volver al refugio, pero teniendo en cuenta que estábamos ya tan cerca, nos daba pena no intentar subir al menos hasta el Collado de L’Infierno.
Así que eso fue lo que hicimos. Recogimos todo el despliegue de comida asegurándonos de que no quedasen restos, y pusimos rumbo al collado para así llegar al último ibón del día.
Todo este tramo desde Bachimaña sigue el GR-11 en su etapa entre este refugio y Respomuso y, desde el Ibón Azul Alto son otros 300 metros de desnivel por un caos de piedras rotas y sueltas hasta el collado.
Aún así, el camino se distingue bien. Hay un momento en el que parece que se bifurca y conviene quedarse por el de la izquierda ya que parece más sencillo.
A medida que subíamos las nubes se volvían cada vez más oscuras y la sensación térmica era cada vez más fresca.
Llegamos a lo alto en unos 40 minutos con paso continuo, y nos pusimos así junto al Ibón de Tebarray, a 2720 metros de altitud. Al fondo se podía intuir entre las nubes algunos de los picos de la zona de Candanchú y Astún.
Hacia atrás había menos nubes pero poco a poco el cielo azul que nos había acompañado durante toda la jornada iba desapareciendo. A pesar del cambio de luz, gracias a la altitud que habíamos ganado se distinguían perfectamente el Ibón de Bachimaña, el Pico de Vignemale y, por primera vez, el Ibón Bajo de Gramatuero.
La verdad es que hacía una buena rasca ahí arriba. Tras cinco minutos pusimos rumbo de bajada con piloto automático hasta el Refugio de Bachimaña. Para cuando llegamos al Ibón Alto, las nubes empezaban a hacer bastante sombra (nubes poco amistosas además), así que me despedí rápidamente de mis compañeros de ruta y continué el descenso para llegar al coche antes de que me alcanzase la tormenta.
El trazado que sigue al río Caldarés (el mismo por el que subimos) estaba ya totalmente cubierto y con una luz muy grisácea, y eso que no eran ni las 6 de la tarde.
Me alegré bastante cuando pude distinguir ya los edificios del complejo del balneario. No me apetecía nada que me cogiese el chaparrón y llegar empapado al coche.
Puse quinta y llegué al aparcamiento antes de que empezase a llover, algo cansado por este último descenso sin parada pero muy contento de haber disfrutado de tan excepcional día de montaña con una compañía inmejorable.
2) Esquí de Fondo en Panticosa
- Número de Pistas: 3 pistas (con tramos verdes, azules y rojos)
- Kilómetros Esquiables: 5,5 km
- Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 1750 m / 1640 m
- Situación: Baños de Panticosa (Valle de Tena, Huesca)
- Página Web
Descripción Básica
La estación de esquí de fondo de Panticosa es de las más antiguas del Pirineo y, junto con la Estación de Linza, la última que me quedaba por descubrir de esta zona.
Aunque es la que menos me gusta (fundamentalmente debido a que el circuito pasa en gran parte de su kilometraje junto al complejo del balneario), es una buena alternativa para practicar este deporte en familia o para quienes no tengan un gran conocimiento del esquí de fondo por tratarse de unas pistas bastante sencillas y llanas en general.
Curiosamente, es la única estación de esquí de fondo que he visto hasta la fecha con cañón de nieve. ¡Menudo nivel!
Las Instalaciones
La oficina se encuentra junto al Refugio de la Casa de Piedra del Balneario de Panticosa. Aquí es donde se debe pagar el forfait (8€) y donde se puede alquilar también material (esquís o raquetas).
Cuando hay bastante nieve se puede salir esquiando prácticamente desde la puerta del edificio, por una pista que va junto al bosque que conduce hasta el ibón
La zona de los Baños de Panticosa es bastante popular para todo tipo de actividades invernales o, simplemente, para ir a pasar el día en un entorno de alta montaña, con estupendas vistas, lago glaciar y buenas instalaciones.
Por eso conviene llegar relativamente temprano para no tener demasiado problema en encontrar sitio para aparcar.
La Estación A Fondo
Las tres pistas de la estación me han parecido bastante sencillas a pesar de estar catalogadas como verde, azul y roja.
El tramo más complicado es el que sube hasta la cota más alta (sin ser tampoco una subida de aúpa), sobre todo porque después al bajar hay un par de curvas bastante cerradas en las que hay que saber girar con velocidad (las otras opciones son frenar o estamparse contra el suelo).
El circuito está realmente muy comprimido y da mil vueltas sobre sí mismo (de ahí que consigan sacar todos esos kilómetros en condiciones óptimas).
Para mí, el recorrido «estrella» de la estación de esquí de fondo de Panticosa es el que empieza junto al edificio donde se coge el forfait y va junto a los árboles hacia el ibón.
Allí es desde donde podemos disfrutar de las vistas más «salvajes» de todo el circuito.
La pista continúa por el borde del glaciar hasta que hace un giro de 180º y comienza a subir para volver hacia la zona de inicio pero por cotas más altas.
Una vez volvamos a la zona del bosque, hay que buscar el desvío que sube hasta la pista más alta para después bajar hacia detrás de los edificios del fondo (es la forma más sencilla de ganar algo de velocidad y hacer un descenso continuo), dar media vuelta y volver a empezar.
Una forma fácil y accesible de iniciarse en el fondo, pero no la más auténtica.
3) Extra: Sencillo Paseo con Raquetas
- Duración: 1-1.5 horas (24 de enero)
- Zonas Visitadas: Pirineo Aragonés, Valle de Tena, Baños de Panticosa
- Kilómetros Recorridos: 2 kilómetros (circular)
- Desnivel Total Acumulado: 150 metros de subida y 150 metros de bajada
- Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 1760 m / 1650 m
Descripción Básica
Además de las infinitas posibilidades que el entorno nos ofrece para complicarnos la vida en cuanto a rutas se refiere, existe un pequeño paseo que empieza detrás del edificio derruido situado justo detrás de la Fontana del Balneario.
Subiendo las escaleras (que estaban completa y totalmente congeladas cuando nosotros hicimos la ruta), se accede a un sendero marcado que durante dos kilómetros nos llevará por un pequeño recorrido circular con geniales vistas del Balneario y de los picos que lo rodean.
El primer tramo transcurre por un camino estrecho que va subiendo paulatinamente hasta que gira y se introduce de lleno en la vegetación, perdiendo así las vistas de los edificios y metiéndonos de lleno en la naturaleza.
Desde aquí es desde donde se consiguen las mejores vistas de picos como el Garmo Negro, el Argualas o el Collado de Ponciellos.
Una rápida bajada que comunica con el tramo inicial nos devolverá a la civilización después de una conexión exprés pero eficaz.