Está claro que Nepal es un país de grandes contrastes, y no solo en lo que a altitud se refiere. Chitwan no tiene nada que ver con lo que he visto hasta ahora ni con lo que veré después. Una verdadera jungla para meterse de lleno en un espacio dominado por la vegetación y la vida salvaje.
¿Qué es Chitwan?
Es un Parque Nacional en la zona del Terai, en el sur del país, haciendo frontera con India. La altitud media del parque es de unos 150 metros, lo que contrasta con las montañas del norte.
En este paraíso para la vida salvaje conviven (algunos en paz, otros según la ley de la selva) cocodrilos, rinocerontes, leopardos, tigres, elefantes… por lo que se postula como un destino ideal para los que nos gusta la verdadera naturaleza.
Hay que tener presente que durante la reciente guerra civil que se vivió en el país Chitwan sufrió devastadoras consecuencias algunas especies de animales se vieron muy afectadas. Afortunadamente, las poblaciones de rinocerontes y tigres (que fueron las más perjudicadas, agravadas además por la caza ilegal) se están recuperando.
Dicho esto, ir a un parque del tamaño de Chitwan (930 kilómetros cuadrados) esperando que los animales desfilen en fila india ante nuestros ojos para poder ver a todos y cada uno de ellos es una utopía que muchas guías (y empresas locales) se encargan de vender.
No, no es tan fácil ver los animales. A veces sí… ¡y a veces no! Es parte del juego, y solo quienes se decidan a formar parte de él podrán llegar a tener la suerte de sentirse como auténticos exploradores.
¿Cómo Se Va y Cómo se Visita?
A Chitwan se va en autobús (qué raro, ¿no?). Hay un desvío en la carretera, a la que llaman muy cómicamente “highway”, que une Kathmandu con Pokhara. Desde Kathmandu son unos 150 km y se necesitan 5-7 horas para llegar (en función del día, de los atascos, de cómo estén en ese momento las reparaciones de la carretera, de la alineación de los astros… ¡en función de muchas cosas!).
El billete de ida y vuelta suele costar entre 1000 NPR y 1400 NPR, según con la agencia con la que se compre. También hay autobús local por unas 400 NPR por trayecto, pero el tiempo se puede duplicar y la incomodidad se eleva a exponentes indecibles.
A la hora de visitar el parque la realidad es la siguiente: el 90% de la gente va con un paquete turístico de los que te meten en cama, te levantan, te dan el desayuno, te llevan a A, te dan de comer, te llevan a B, te dan de cenar, te llevan a un espectáculo de cultura local montado para turistas, te devuelven a cama y al día siguiente vuelta a empezar.
A mí esto me horroriza, por la poca libertad que da y por tener que hacer las visitas en grupos numerosos y, en muchas ocasiones, con turistas domingueros que no saben cómo comportarse en la naturaleza.
Así que yo me lo monté por mi cuenta. Al ir solo me salió unas 3000 NPR más caro que en el paquete, pero creo que la experiencia que viví fue mucho más interesante, real y cercana a la jungla, la vida salvaje y los poblados que rodean al parque.
Para esto me puse en contacto con Nepal Dynamic Eco Tours. Los encantadores hermanos Doma y Raj son los encargados de gestionar esta cooperativa y tanto ellos como los demás guías que trabajan aquí son realmente excepcionales.
Les comenté que no me interesaba mucho un Safari en Jeep (lo había hecho ya en Sri Lanka) ni un Safari en Elefante (también en Sri Lanka había montado en elefante con sensaciones un poco contradictorias como resultado).
A ellos les pareció genial. No están muy a favor de lo de los elefantes, así que me hicieron un plan ideal para lo que a mí me gusta: un poco de canoa y mucho muchísimo de caminar por la jungla.
¡El plan perfecto para conocer Chitwan!
Día 1 – Traslado a Chitwan y Elefantes
A las 6 de la mañana cogí el autobús cerca de Thamel. Iba casi vacío y delante de mí estaba sentada una alemana que me comentó que era la primera vez que viajaba sola y que por ahora no lo había disfrutado mucho. Normal, la verdad es que viajar solo en Nepal no es excesivamente fácil pues la mayoría de la gente viene ya en grupos formados. Le comenté mi plan para Chitwan pero (¡oh, sorpresa!) iba con un paquete turístico, así que nada.
El autobús se portó bien, tardó 6 horas en llegar a Sauraha, el principal pueblo cercano al parque. Allí me estaba esperando Bishnu que me llevó al hotel que Doma y Raj me habían reservado (Wild Horizons, 500 NPR por noche) y después a la oficina de Nepal Dynamic Eco Tours para conocer a los jefes y cerrar el plan.
Allí también conocí a mis dos guías: el propio Bishnu y Jeeban. El plan que habían planeado para mí era el siguiente:
- Día 1: Ir en una bicicleta (que ellos me dejaron) al Elephant Breeding Centre (Centro de Crianza de Elefantes, 50 NPR) y visitarlo libremente.
- Día 2: Una hora de canoa por el río del parque y después 25 km de ruta por la jungla. La noche la pasaríamos en un pequeño poblado justo en los límites del parque (Madi, 500 NPR por noche).
- Día 3: Otra ruta de 25 km a pie en una zona diferente del parque. La noche la volveríamos a pasar en Madi.
- Día 4: Vuelta a Kathmandu.
La idea era sencillamente genial. Así que cogí la bici y me fui a explorar por mi cuenta el Elephant Breeding Centre.
De esta instalación salen la mayoría de los elefantes que se usan para los safaris del Parque de Chitwan (algo que, como ya dije, tenía claro que no iba a hacer), pero realmente estos enormes mamíferos pasan la mayor parte del tiempo en la jungla en libertad.
El mejor momento para visitar es a partir de las 15.30, cuando los encargados mueven a los elefantes a las instalaciones para asegurarse de que comen y controlar que todo va bien.
No me gustó mucho ver cómo encadenaban a los adultos, pero nos explicaron que es por su seguridad… ¡y la nuestra! En teoría solo es el rato que están comiendo mientras los turistas los observan (una hora y media aproximadamente). Después los sueltan.
La mejor parte es ver a los elefantes bebé, que no están encadenados. ¡Son realmente una monada! Tan pequeños… y a la vez tan grandes.
Todo iba muy bien hasta que llegaron un par de grupos enormes de turistas chinos que empezaron a montar unos espectáculos terribles, acercándose a los elefantes para hacerse selfies a distancias peligrosas mientras los encargados les gritaban y ellos pasaban de todo.
En ese momento decidí que tenía que marcharme. Pero pasé un rato muy agradable por 50 NPR.
Llevé la bici a la oficina de Doma y Raj y me fui a descansar al hostal. ¡A las 6:30 me iba a recoger Vishnu para empezar nuestra ruta!
Día 2: Paseo en Canoa y Caminata por la Jungla
Puntualísimo apareció Bishnu mientras estaba yo terminando mi desayuno de Curd con Muesli. A las 7 teníamos cita con la canoa, una hora de paseo por el río que bordea el parque.
Metí cuatro cosas en la mochila pequeña y dejé todo lo demás en la oficina de Doma y Tan para ir lo más ligero posible durante la caminata.
Nos juntamos con mi otro guía, Jeeban, y otro pequeño grupo y empezamos a navegar.
El río en sí (al menos en esta zona) no es demasiado bonito que digamos. Es muy poco profundo y el paisaje que se ve desde la canoa no es gran cosa. Pero lo que más me interesaba era ver vida salvaje. Y así fue, después de 20 minutos apareció el primer cocodrilo.
Vimos un par de ellos, ¡y estaban como estatuas! Como si estuviesen esperando a que algo interesante pasase a su lado para… ¡zasca! Ñam ñam…
Al rato apareció el primer rinoceronte. ¡Qué ilusión! Era lo que más me apetecía, ver algún rinoceronte. Son unos animales muy curiosos, parece que tienen una armadura por piel.
Y son bastante peligrosos y agresivos, por lo que hay que andar con cuidado y siempre con gente experta que sepa cómo actuar en cualquier situación. Pero yo tenía a los dos mejores guías del mundo.
El paseo por el río también nos brindó la oportunidad de ver algunas de las aves habituales de la zona. En concreto me fascinó el Pato Aguja Asiático, porque es como un enorme gusano con alas, su cabeza parece una prolongación exacta de su cuello.
Después de una hora nos bajamos de la canoa, nos separamos del otro grupo, y empezamos la caminata de 25 kilómetros por la jungla.
La primera parada fue a 50 metros de donde habíamos parado. Bishnu y Jeeban habían visto un rinoceronte desde el río oculto en la vegetación y fuimos a buscarlo.
¡Estuvimos cerquísima de él! Daba casi hasta miedo…
Nos fuimos moviendo sigilosamente durante unos minutos mientras seguíamos sus pasos. Fue muy emocionante. Cuando el rinoceronte se marchó definitivamente, pusimos rumbo “a la sabana”.
Un cambio de vegetación brutal. De la frondosidad absoluta pasamos a la estepa, con hierbas altas y algún que otro árbol.
Aquí nuestro objetivo fundamental era ver algún tigre. Es complicado como comenté antes, no hay tantos en el parque como para que sea sencillo localizarlos y además no les va mucho prodigarse entre la gente. Pero tuvimos muuuuucha suerte, y de repente uno cruzó el camino a unos 30 metros de nosotros.
Fue cosa de segundos, pero realmente el corazón se me paró por un momento debido a una mezcla de emoción y temor (totalmente infundado porque el tigre pasó de nosotros como si fuésemos un arbusto más).
Pero lo habíamos conseguido nada más empezar: ¡tigre avistado!
De repente estábamos de nuevo en la más espesa de las junglas. Caminamos y caminamos varios kilómetros disfrutando de la tranquilidad de la naturaleza, el ruido del agua y de los animales y la sensación de paz absoluta.
Fue muy gracioso el encuentro con un chico encima de un enorme elefante llevando una especie de montón de paja. La mezcla total de dos mundos: método de transporte tradicional para cargas pesadas, y… ¡conductor con mp3!
Cerca del poblado de Ghatgai hicimos una buena parada en una bonita torre de observación de madera que parecía verdaderamente sacada de una película de safaris en África de los anos 50.
Como está junto a un arroyo es un buen sitio para hacer acto de paciencia y ver algún que otro animal. Una vez más, tuvimos suerte, y vimos…
- Una serpiente pitón enroscada en sí misma medio oculta junto a un arbusto. Menos mal que la vieron mis guías porque yo…
- Un par de cocodrilos mugger tomando el sol tranquilamente en la orilla del río, como si fuesen muñecos puestos para dar el pego. La verdad es que también imponen bastante, sobre todo porque tienen una especie de sonrisa maquiavélica que no da ninguna buena espina.
- Una especie de patos rojos (Yaguasa Hindu) y, una vez más, el curioso Pato Aguja Asiático.
Cuando nos íbamos a marchar aparecieron tres jeeps cargados de turistas que se detuvieron porque habían visto su primer rinoceronte. En Sri Lanka estuvo bien el safari en jeep, porque casi siempre estábamos solos y está prohibido hacer rutas a pie, pero teniendo la posibilidad de caminar por la jungla… ¡no quiero ver un jeep ni en pintura!.
Nuestro primer día se acercaba a su fin. Teníamos aún por delante una hora de caminata hasta llegar a una pequeña estación militar (aquí están en todas partes) para coger un autobús que cruza el parque por un camino de cabras.
Pero faltaban un par de sorpresas… La primera, un grupo de Ciervos Moteados (me encanta su nombre cientifico: Axis Axis) que se nos quedó mirando fijamente sin saber qué hacer. Parece ser que los ciervos fijan la mirada en lo que sienten que es una amenaza, y cuando la amenaza (en este caso nosotros) les devuelve la mirada, es cuando empiezan a correr despavoridos.
No sé cuántos eran, pero varias decenas. Fue el grupo de ciervos más grande que vi en el parque (¡y creo que en toda mi vida!).
La segunda sorpresa fue el Crocodile Breeding Centre (100 NPR). En Chitwan hay dos tipos de cocodrilos, los Mugger y los Gharial, que están más amenazados. Se caracterizan por tener la boca muy alargada y unos ojos grandes y saltones. Me recordaron bastante a los velocirraptores de la primera película de Parque Jurásico, con esa cara de “espabilados”.
En este centro se preocupan por su cría para restaurar la población, y cuando van alcanzando una edad aceptable los liberan en el parque.
El chico que me fue enseñando los cocodrilos de distintas edades no hablaba muy bien inglés, pero fue muy majo y me dejó entrar con él en el recinto de alguno de los estanques para ver a este curioso animal más de cerca.
El trayecto en autobús fue casi parte de la jungla. Estaba lleno, pero lleno a más no poder, así que tuvimos que ir… ¡en el techo! Fueron solo 15 minutos pero muy divertidos. Con el calor que hacía (unos 30 grados) nos sentó de maravilla la brisa del atardecer en el techo del autobús mientras dábamos botes por el camino de cabras.
¡Experiencia Chitwan 100%!
Día 3: Caminata por la Jungla y Rescate de Jeep
Nos levantamos temprano una vez más para hacer un recorrido circular de, otra vez, aproximadamente 25 km. Este día fue algo más tranquilo. Vimos muchísimos rinocerontes, algunos muy cerca y otros algo más lejos.
Tuvimos dos momentos de emoción intensa con ellos. Primero un rinoceronte que nos vio entre los árboles empezó a acercarse con actitud desafiante, pero mis guías consiguieron sin mucho problema que acabase dando media vuelta y saliese corriendo.
Una hora después, caminábamos por un sitio parecido a la sabana del día anterior, sin apenas árboles y con vegetación muy baja. Un rinoceronte solitario estaba muy cerca del camino, así que tuvimos que esperar un rato y hacer algunas artimañas para que se fuese alejando.
¡Muy emocionante otra vez, como si fuese una película!
El único animal nuevo que vimos en esta segunda jornada fue un imponente Ciervo Sambar, que salió a nuestro encuentro después de conseguir sortear al rinoceronte que no se quería mover. Un animal con aire primitivo, pero elegante.
Todo esto está muy bien, pero la situación más épica del día la protagonizó otro animal, menos salvaje pero muchas veces excepcionalmente zoquete: el humano.
Los guías de uno de los jeeps de turistas que nos cruzó eran amigos de Bishnu, así que nos subimos para atajar unos 5 km porque no eran muy interesantes. Todo iba relativamente bien (vimos algún animal y muchos otros huyeron por el ruido, evidentemente) hasta que tuvimos que cruzar un río…
No soy especialista, pero se veía claramente que era demasiado profundo para un jeep. Pero nada, allá fuimos, y pasó lo que tenía que pasar…
¡Totalmente atascados! No se movía ni para adelante ni para atrás. Bajamos todos a empujar menos una pija absoluta que tenía miedo de mojarse (cubría más o menos hasta las rodillas), pero ni así conseguimos moverlo.
Intentamos un par de cosas más pero no había manera, así que uno de los guías se fue a avisar a una familia que vive cerca y tienen un par de elefantes para que viniesen a esperar. En ese momento decidimos ya marcharnos, porque los elefantes iban a tardar en llegar y a nosotros aún nos quedaba bastante jungla por recorrer, pero el momentazo fue único.
Unas cuantas horillas más de paseo con alguna que otra parada de relax para ver animales completaron la jornada. Volvimos a Madi cuando ya era prácticamente de noche.
Mi recomendación absoluta para conocer Chitwan es ésta: nada de jeeps ni safaris artificiosos, unas buenas caminatas por la jungla es la única forma de conocer de lleno el parque y aumentar las probabilidades de ver muchos animales.
Día 4: Regreso a Kathmandu
El último día fue realmente un día de viaje y transición. El madrugón se repitió y anduvimos tres cuartos de hora para coger un autobús que nos llevo hasta Bharatpur. Ahí tuve que esperar media hora por el mismo autobús que me había traído y que ahora me iba a llevar a Kathmandu. Doma y Raj habían llevado temprano la mochila que había dejado en Sauraha al autobús, así que estaba todo solucionado.
Las horas se hicieron muy largas en este viaje de vuelta. Tardamos mucho más por un atasco junto al desvío a Pokhara y el calor era insufrible. Me amenizó el camino un chico que se fijó que estaba viendo un capítulo de “Narcos” en mi tablet y me empezó a hablar. Está estudiando ingeniería agrícola en Chitwan pero es de Kathmandu. Hablamos de series, de cine y de Nepal. Me recomendó que si quería desconectar de la locura de la capital pasase los dos días que me van a sobrar después del trekking en Nagarkot, así que es algo que tendré en cuenta.
Llegué a Thamel a las 5 de la tarde, fui a un barbero a que me cortase el pelo y me afeitase para así estar a punto para la siguiente fase de mi viaje: ¡El trekking de dos semanas Langtang-Goisakunda-Helambu!
Que ruta tan bonita la de la jungla, ! que curiosos los patos aguja y los cocodrilos Gharial¡, nunca había oído hablar de ellos.
¡Magnífica entrada!
PD.: espero que te haya dejado guapo el barbero 🙂
Un abrazo
Maria.
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Yo tampoco los conocía, es increíble la de vida salvaje que hay totalmente desconocida para nosotros 😀
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Hola esta super inclreible el tour que nos platicxas de casualidad tienes el contacto para poder realizar mi viaje con ellos por favor!!!!
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Hola Ramona!
Acabo de buscar y he visto que tienen esta web: https://www.nepaldynamicecotours.com/
Se llaman Doma y Raj, y son realmente agradables y grandes profesionales 🙂
Un saludo!
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