Sri Lanka 2017 – Etapa 2 – Las Montañas y El Hype de Ella

¿Puede existir un sitio al que vayan los turistas más estilo guiri que cualquiera se pueda imaginar pero que a la vez sea el punto de partida de interesantes y bonitas rutas de montaña? Sí, ese sitio es Ella, y acabará gustándote aunque al principio tus instintos te hagan reconsiderar quedarte o marcharte.

Al menos eso es lo que me pasó a mí. No quería abandonar la zona de alta montaña de Sri Lanka sin pasar por Ella. Había oído y leído tantas cosas que tenía una mezcla entre ganas y curiosidad difícil de describir.

De Nuwara Eliya a Ella en Tren

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A las 14.00 vino a recogernos un tuk-tuk a Niina, Paul y a mí. Tenía que llevarnos desde nuestro hostal a Nanu Oya, una pequeña localidad separada por no muchos kilómetros de Nuwara Eliya y que es donde se encuentra la estación de tren más cercana. Niina y yo teníamos reserva de billete para 2ª clase (600 LKR por persona, 2,5 horas) hechas también con un par de semanas de antelación y Paul consiguió billete para la sección de 2ª clase sin problemas.

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Viajar con la gente local es una experiencia única

Aprovecho para hacer un par de aclaraciones de lo que he aprendido estos días viajando en tren y preguntándole a la gente local:

  • El famoso “Observation Saloon” no compensa tanto como se cree, ya que no hay ventilación, los cristales suelen estar bastante sucios y no se pueden abrir las ventanas.
  • Si lo que se quiere es disfrutar de unas buenas vistas compensa la 2ª clase o 3ª clase (con o sin reserva) ya que se pueden abrir las ventanas para ver mejor el entorno y sacar fotos.
  • Aunque en las taquillas de venta con antelación digan que no hay billetes siempre se pueden comprar para la clase sin reserva el mismo día un rato antes de que salga el tren. En ese caso, hay que estar atento para ser de los primeros en subir al vagón y conseguir sitio sentado (además, ¡el billete es mucho más barato!)
  • Los trenes llevan retraso de forma general…

… y por supuesto ese día no podía ser una excepción. Nuestro tren venía con una hora de retraso, y mientras esperábamos vimos como el tiempo iba empeorando a pasos agigantados hasta que, finalmente se puso a llover.

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Aún así, el trayecto de Nanu Oya a Ella nos pareció bastante bonito, aunque las vistas habrían sido mejores si Mordor no se estuviese echando encima. Nos pareció también muy curioso que, a pesar de que cuando Niina compró los billetes le dieron los últimos que quedaban para la 2ª clase con reserva, el vagón iba medio vacío.

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Estábamos nosotros y un grupo de alemanes, quedando libre el 30% de los sitios más o menos. ¿Será que querían comprar todos los sitios del vagón para ir solos? Nunca sabremos la respuesta, y además se bajaron antes de Ella… ¡todo muy extraño!

Ella y Los Turistas de Pro

De repente estaba en una especie de Bali, pero no tan a lo bestia. En este pequeño pueblo, que cuenta con nada más que dos calles principales, la mayoría de la gente que se ve por la calle es claramente no de Sri Lanka… mucho turista típico que busca un poco de fiesta en un sitio de moda. Esa primera impresión me echó un poco para atrás, pero en los dos días y tres noches que pasamos allí puede entender de donde viene la fama del lugar, ¡y es que la naturaleza que rodea a este rincón de las montañas es brutal!

En Ella se nos volvió a unir Manca, la chica de Eslovenia, que había llegado el día anterior. Aprovechando que teníamos reservadas dos habitaciones dobles para 3, se cambió a nuestra guest house para que así nos saliese mejor de precio a todos (Mareesha Homestay, 1900 LKR por noche y persona).

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Cuatro mochileros de cuatro nacionalidades perdidos en el hype de Ella

Esta guest house que nos habíamos buscado está bastante bien, porque está a unos 300 metros del núcleo principal de restaurantes y bares, y por la noche solo se oyen infinidad de sonidos de bichos y animales. La dueña era un poco peculiar… preguntándonos en todo momento cosas sobre dónde estaban los demás, que por qué estábamos unos sí y otros no… eso, y que se ponía a barrer a las 6 de la mañana y después nos tenía esperando un buen rato para el desayuno mientras terminaba de barrer. ¡Todo un personaje!

Aunque el tiempo no fue el mejor del mundo (no hizo frío, pero cayeron unos cuantos buenos chaparrones y tuvimos que calcular bien para evitar nieblas intensas), nos dio tiempo a hacer las tres rutas por excelencia del lugar:

Ella Rock

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El tren llegó a Ella casi a las 19:00, por lo que lo único que podíamos hacer era cenar y descansar. Paul nos recomendó que empezásemos temprano (sobre las 7 de la mañana) para evitar gente, calores y posibles lluvias… ¡y qué razón tenía!

  • Duración: 4 horas (26 de febrero)
  • Kilómetros Recorridos: 9 kilómetros (ida y vuelta)
  • Desnivel Total Acumulado: 320 metros de subida y 320 metros de bajada
  • Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 1320 m / 1030 m

Entre unas cosas y otras salimos Niina, Manca y yo sobre las 07:15 de la mañana. No hay indicaciones para llegar, pero no es muy complicado. Empezamos subiendo por la carretera principal de Ella hasta llegar a las vías del tren. Dejando a nuestra espalda la estación de Ella, caminamos varios kilómetros siguiendo las vías hasta pasar un puente metálico.

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Las vías del tren son una calle más en Sri Lanka

Justo después, a mano izquierda, hay un pequeño camino que baja unos cuantos metros y que nos hace cruzar otro pequeño puente. Giramos a la derecha e inmediatamente hay una bifurcación y, por supuesto, tenemos que coger el sendero con más pendiente y que nos llevará por una bonita plantación de té.

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Desde aquí, ya es todo bastante sencillo, siguiendo un camino que sube progresivamente hasta el momento anterior a la rampa final donde el valle se abre de repente, dejando impactado a cualquiera que pase por allí.

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Nos juntamos en este punto con un grupo de chicos de Kandy que estaban haciendo la ruta por primera vez, y nos acompañaron después hasta lo alto. Por supuesto nos hicieron las típicas preguntas de rigor, pero como hablaban inglés bastante bien, pudimos reírnos un buen rato comentando las peculiaridades de Sri Lanka y las diferencias fundamentales con la mentalidad y sociedad de Europa. La verdad es que fue muy divertido y nos hicimos un montón de fotos.

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Descubriendo juntos Ella Rock por primera vez

El tramo final es bastante empinado, pero vale la pena continuar hasta llegar al mirador de la Ella Rock, desde donde se distingue perfectamente Little Adam’s Peak y el inicio y el fin del valle donde está ubicado el pueblo.

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Little Adam’s Peak: nuestro próximo objetivo

Tras un rato en lo alto el tiempo empeoró de golpe. Empezó a llover y la niebla salió de la nada como si fuese un truco de magia de algún malvado que quería echarnos de allí. Bajando nos encontramos con más turistas de pro, hipsters e instagramers, que subían deslenguados con su palo-selfie en la mano y preciosas e impolutas zapatillas blancas Nike… ¡Es que son tan graciosos estos guiris de libro!

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Volviendo sobre nuestros pasos, nos cruzamos en las vías del tren con un grupo de niños que parecían volver del cole, todos vestidos de blanco siguiendo la ruta del tren. ¡Suuuuper entrañables!

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Aunque realmente no es una ruta nada exigente, el último tramo de subida puede hacer flaquear a quien no tenga las piernas acostumbradas a un poco de tute.

Little Adam’s Peak y el 9 Arch Bridge

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La ruta mañanera para nuestro segundo día en Ella era más relajada, así que nos dimos un capricho dormilón y empezamos a caminar a las 8:30. Nuestro primer objetivo era llegar antes de las 09:20 al 9-Arch Bridge (Puente de 9 Arcos) porque es justo cuando pasa el tren.

  • Duración: 4 horas (27 de febrero)
  • Kilómetros Recorridos: 10 kilómetros (ida y vuelta)
  • Desnivel Total Acumulado: 200 metros de subida y 200 metros de bajada
  • Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 1110 m / 1030 m

Desde el centro del pueblo, hay que coger la tranquila Passara Road y subir poco a poco calle arriba hasta encontrarnos con unas indicaciones de guest houses con nombre de 9-Arch Bridge. Seguimos las indicaciones hasta una bifurcación que nos desviará a mano izquierda por un tranquilo camino hasta encontrarnos en medio del valle con este bonito puente.

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9-Arch Bridge temprano y con pocos turistas

Una vez localizado el puente, solo es cuestión de encontrar el mejor punto para hacer una bonita foto (ladera abajo, ladera arriba… eso ya es personal).

Increíblemente puntual, el tren pasó a las 09:20 dejándonos una bonita estampa de pura naturaleza, arquitectura de hace a saber cuántas décadas e ingeniería mecánica de a saber cuántas décadas también, pero alguna menos.

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No hay que marcharse sin bajar hasta el puente. No resulta nada complicado una vez que se ha llegado hasta aquí, y las vistas son también bastante sobrecogedoras.

Volviendo al camino principal vimos a un grupo de mujeres Tamil descargando el té recolectado en el primer tramo del día de su jornada laboral. Da igual la condición meteorológica del momento: sol plomizo, lluvia, tormenta, niebla… ellas salen a hacer su labor para que después otros ganen su buen sueldo exportando el preciado té de Sri Lanka al mundo entero… la historia de siempre.

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Es fácil continuar la ruta hacia Little Adam’s Peak, simplemente hay que seguir cuesta arriba hasta llegar a unos escalones que despejaron totalmente mis dudas de porqué este monte se llama así (por supuesto, nada que ver con el verdadero Adam’s Peak, ¡esto fue una chorrada!).

Subiendo, se ve perfectamente la Ella Rock a nuestra derecha, con un color verde penetrante y resplandeciente gracias a la lluvia nocturna y los mañaneros rayos de sol.

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Vistas de Ella Rock desde la base de las escaleras

Desde lo alto las vistas simplemente mejoran. Se ve en su totalidad Ella Rock y se puede distinguir a lo lejos las Rawana Falls.

 

Si seguimos caminando hacia el siguiente pico (pequeña bajada y pequeña subida) podremos ver perfectamente no sólo el final del valle, si no el final de la zona montañosa del centro de Sri Lanka, divisándose incluso la Reserva Natural de Udawalawe. ¡Sitio para llegar, sentarse 20 minutos y dejar la mente en blanco!

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Volviendo, encontramos lo que se podría llamar un chiringuito de zumos. Tenía solo tres posibilidades, y las tres mezcladas y servidas dentro de un King Coconut.

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El zumo exquisito, y las vistas, de infarto. Maravilloso final a la segunda ruta de Ella.

Rawana Falls

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Por la tarde cogimos un autobús en el centro de Ella que en 5 minutos y con 19 momentos en los que vimos peligrar nuestra vida, completó los 6 kilómetros que hay hasta Rawana Falls.

No son unas cascadas especialmente espectaculares, pero después de tanto caminar nos sentó bien sentarnos allí un rato a ver y oír el agua caer.

Operación Fallida Haputale

Esa última noche en Ella llovió sin parar y se levantó un viento estilo temporal. En el boletín meteorológico oficial de Sri Lanka anunciaron que la inestabilidad iba a durar varios días. ¡Qué le íbamos a hacer!

En mi camino hacia el sur estaba contemplada la parada en Haputale para hacer alguna ruta en la zona con muy buena pinta y después continuar al Parque Natural de Udawalawe. Paul se volvía a Kandy y Niina a Galle porque tenían que trabajar, así que Manca y yo cogimos el tren a Haputale.

Al llegar nos estaba esperando el dueño del hostal (Belview Guest House, 1200 LKR por noche y persona) para llevarnos en su furgoneta. No porque estuviese especialmente lejos, pero llovía y soplaba un viento de aúpa. Allí nos encontramos de nuevo con Marta y Noa, las chicas que conocí en Nuwara Eliya y con las que también estuvimos algún rato en Ella.

El tiempo fuera era terrible. Nos juntamos con dos alemanes que estaban también en la guest house e hicimos tarde de juegos (cartas, dixit…). Como la cosa no mejoraba, decidí cancelar mi visita a Udawalawe por el momento e irme al día siguiente directamente a la costa sur con Manca.

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Cena, Mordor y Misspelling en Haputale

Así que Haputale se quedó en nada, en día casero con buena compañía y cruzando los dedos para que la inestabilidad meteorológica no dure demasiado.

¡A ver qué tal el sur! Intentaré huir de lo típicamente turístico y las masas de gente, que para eso ya puedo ir a ciertas playas que yo me sé cualquier día de verano en Galicia…

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