Hoy hemos dejado atrás Reykjavíc y empezamos a recorrer el perímetro de la isla, siguiendo la carretera denominada The Ring Road (que es, básicamente, LA carretera de Islandia).
El alquiler del coche (nuestro Toyota Corolla que nos acompañará los próximos días), ha sido un tanto peculiar. La empresa en la que lo cogimos, resultó ser algo underground, y cuando probamos el coche tenía fundida una luz. Rápidamente se lo dijimos a la que nos lo había alquilado y su respuesta fue: «id por favor a la gasolinera a que os la cambien, pagais, y después os devuelvo el dinero». Un poco raro, ¿no? Eso mismo pensamos nosotros… pero como parecía que no quedaba otra alternativa, lo hicimos.
Por lo que hemos comprobado hoy, el coche funciona bien. Hace un ruido peculiar al ir marcha atrás, ¡pero esperamos que no falle!
Nuestro primer destino fue la Blue Lagoon, un spa natural de agua cristalina-turquesa situado en un campo de lava negra con agua a 38ºC. Es una de las visitas más populares de la zona y se nota, porque había un montón de gente. La entrada es cara, cara, carera, pero ya que es una de las atracciones estrella decidimos no ignorarla y entrar. Pasamos un par de horas muy relajantes.
El entorno es muy bonito, además el suelo es volcánico natural por lo que puedes usar la tierra como tratamiento para la piel. En una esquina hay una caseta en la que puedes pedir zumos, smoothies y muchas más cosas, y como no llevas dinero encima (evidentemente), se registran tus pedidos en un reloj de plástico con un chip que te ponen al entrar, y al salir pagas todo (¡hay que tener cuidado para no llevarse sorpresas!)
Al salir de Blue Lagoon, nos dirigimos directamente nuestra primera gran foss («cascada»), se trata de Gulfoss. Es la más famosa del país (probablemente por su proximidad a la capital) y tiene una caída de 32 meteros. Después de un par de descargas de lluvia, llegamos allí justo cuando se abría un claro y pudimos disfrutar de este espectáculo de la naturaleza sin gente, a nuestro aire, y con unas vistas de infarto. ¡Totalmente recomendable!
Dejando Gulfoss atrás (con gran pena he de decir), pusimos rumbo a una de mis mayores ilusiones: ¡ver un geyser en directo!, y ya os puedo decir que fue ALUCINANTE.
La palabra geyser viene precisamente de Geysir, llamémosle «el geyser original» y que ha dado nombre a todos los geyseres del mundo. Desgraciadamente, Geysir se encuentra casi totalmente inactivo desde hace bastante tiempo. Dicen que la gente comenzó a tirarle piedras y acabó de alguna manera taponándolo… no sé yo si, después de ver la fuerza de erupción del geyser vecino, eso es posible, pero la conclusión es: RIP Geysir.
Pero esto ya lo sabíamos. A esta zona se viene a ver al hermano pequeño de Geysir, Strokkur, con erupciones periódicas cada 10 minutos que alcanzan los 30 metros de altura. Para mí, iba ser suficiente. Y claro que lo fue:
Llegamos bastante tarde, casi a las 10 de la noche, pero claro, realmente el sol estaba aún ahí iluminándonos. Esta hora es buena porque hay muy poca gente y puedes deambular tranquilamente y hacer todas las fotos (e intentos de fotos, que no es tan fácil cogerlo a tiempo) que quieras. La erupción de Strokkur empieza como unas pequeñas burbujas que se originan de repente en una charca, y al cabo de 5 segundos se sucede una descarga de agua y vapor caliente que alcanza los 30 metros.
Y así concluyó nuestro primer día de Road Trip. Nos quedamos a dormir en el albergue de Árnes que, una vez más, está muy bien. Nos ha costado bastante encontrarlo porque nos desviamos de la ruta y nos dimos de bruces con una señal demoníaca en la carretera, en la que estaba indicado el albergue, pero que ninguno de los dos conseguimos entender del todo…
Espero que el resto de señales que nos encontremos en nuestro viaje sean algo más sencillas, porque por ahora esta se lleva el premio al galimatías más complejo que me he encontrado en mi vida, jajaja.
Mañana nos esperan más fosses, una playa de arena negra y un parque nacional.