Hoy nos hemos movido de verdad. El sol ha estado bastante presente ya desde la mañana así que seguimos adelante con el plan que teníamos pensado: alquilar un par de bicis para ir en barco hasta la Isla de Videy, que está a poco más de un kilómetro del puerto de Reykjavíc.
Después de alquilar las bicicletas nos dirigimos al puerto para coger la barca que nos llevaría hasta Videy.
Es una isla completamente deshabitada en la que hay únicamente una casa-bar-restaurante. Me han dicho que es un sitio muy tranquilo y frondoso para recorrerlo en bici, y no andaban faltos de razón. La barca nos ha dejado en el embarcadero de la isla, que está justo junto a la única casa que hay.
Aquí nos pusimos encima de nuestras bicis y empezamos a recorrer la isla siguiendo las dos rutas circulares que se pueden hacer.
Dentro de la absoluta paz que se respira en esta pequeña isla, tuvimos un encontronazo con ciertas aves agresivas que no nos dejaron acercarnos a un lago-manantial de aguas termales. Cada vez que intentábamos poner un pie cerca del lago, uno o dos de estos pájaros volaban por encima de nosotros… ¡y hacían bajadas en picado hacia nuestras cabezas! Nunca había visto a unos pájaros con tan mala leche. Al final, tuvimos que seguir la ruta sin poder poner ni un dedo en el lago termal.
Al final pasamos casi todo el día pedaleando por Videy. Nos ha gustado mucho y nos ha parecido una buena manera de empezar a ver lo que puede ofrecer Islandia en cuanto a naturaleza se refiere, y a solo un kilómetro de Reykjavíc. El mapa que nos dieron al coger el bote fue más que suficiente para poder orientarnos, y teniendo en cuenta el tamaño de la isla no hay que tener miedo a «perderse», porque al final siempre acabarás volviendo al mismo sitio.
Ya con la isla perfectamente conocida, tomamos una CocaCola en «La Casa» del embarcadero para después coger el barco que nos llevaría de vuelta a Reykjavíc, sobre las 7 de la tarde. Teníamos hambre, pero la buena pinta que tenía el menú para comer en este sitio era inversamente proporcional al dinero que llevábamos encima… por lo que optamos por parar en el supermercado y prepararnos en el albergue un buen plato de pasta que nos lo hemos ganado.
Hoy ha sido nuestro último día en Reykjavíc, y llegados a este punto vemos que realmente tres días para la capital es demasiado. Nuestra recomendación es no pasar más de dos días o como mucho 3 en Reykjavíc (incluso visitando Viday me parecen suficientes) porque lo que puede ofrecer es limitado.
Mañana recogeremos el coche para poner punto a una naturaleza que nuestra imaginación no consigue aún visualizar, conduciendo a través de la Ring Road.
Empezaremos por The Golden Circle, en un día en el que cambiaremos totalmente de actividad.
¡Adiós Reykjavíc, Hola Islandia!