Además de su capital, la isla de Malta cuenta con otros poblados arquitectónica e históricamente muy importantes, y con un par de templos cuya construcción hace miles de años moviendo piedras que pesan toneladas no deja de ser una incógnita.
Vittoriosa
Esta pequeña ciudad de 3000 habitantes se encuentra situada en una península junto al Gran Puerto ya utilizado por los fenicios para atracar sus naves. En la Edad Media, existía aquí un poblado llamado Birgu que incluía una fortaleza destinada a defender la zona. Dicha fortaleza se transformó en el Fort Saint Angelo.
Los turcos fueron incapaces de hacer doblegar a los caballeros de Birgu durante el asedio de 1565. El gran maestre La Valletta decidió fortificar la Península de Sciberras (donde se encuentra La Valletta) y edificar allí la residencia de los caballeros. En recuerdo del triunfo sobre los turcos, Birgu pasó a llamarse Vittoriosa. Hoy en día, con su interesante casco antiguo de origen medieval, Vittoriosa supone un bonito paseo y una buena y tranquila alternativa a La Valletta.
Se puede acceder a la ciudad por varias puertas que atraviesan parte de las murallas y bastiones que la rodean. Dos de ellas son la Puerta Couvre (Couvre Gate) y la Puerta Exterior (Outer Gate).
Entrando por la primera, continuamos por Main Gate Street hasta llegar a Vittoriosa Square, centro histórico de la ciudad. Aquí encontramos el Monumento a la Victoria, levantado en 1705 como recuerdo de la victoria sobre los turcos y su asedio.
Siguiendo el camino hacia el muelle nos toparemos con la Iglesia de San Lorenzo de estilo barroco de finales del siglo XVII. Ya en el muelle destaca el edificio del Museo Marítimo, usado antiguamente como arsenal y como fundición naval. Hoy en día es un museo que expone modelos de naves e instrumentos antiguos de navegación. Antes de llegar al Fort Saint Angelo, pasaremos también por delante del Palacio del Comandante de la Flota.
Al final de la península, en lo alto de un promontorio, está el antiguamente inflaqueable Fort Saint Angelo, que se encuentra desgraciadamente bastante abandonado en la actualidad.
La fortaleza es de origen incierto. Se cree que en época de los fenicios existía aquí un templo dedicado a Astarté, que los romanos sustituyeron por otro en honor a Juno. Posteriormente, un castillo construido sobre el siglo XI por los sarracenos, sustituiría a ese templo. Durante la Edad Media pasó a ser conocido como Castello a Mare hasta que en el siglo XVI acabó en manos de los caballeros sanjuanistas que reforzaron sus muros, logrando así resistir al ya mencionado asedio turco.
Por último, los ingleses lo usaron como cuartel general terrestre de la Marina Británica, hasta que fue alcanzado por sesenta y nueve bombas durante la Segunda Guerra Mundial.
Antes de dejar atrás Vittoriosa, nos detuvimos un rato a contemplar las excepcionales vistas de Senglea que se ven desde el puerto.
Nos movimos un poco hacia el promontorio del norte para visitar el Fort Ricasoli. Durante el asedio de 1565 los turcos consiguieron controlar este punto estratégico y en 1670 el arquitecto Valperga diseñó el actual fuerte que se encuentra también en estado de casi abandono.
Mdina
Situada a poco más de 10 kilómetros de la capital, Mdina es la ciudad aristocrática de Malta. Una pequeña joya de la historia que llegó a ser la capital de la isla y cuya población ronda los 300 habitantes únicamente. Desde sus murallas se contempla además una de las vistas más completas de la isla y la prohibición de la circulación de coches por su centro le da un aire peatonal muy apetecible.
Por este enclave ha pasado todo el mundo: habitada ya durante la Edad del Bronce y por los Fenicios en el 700 a.C, los Romanos vinieron después y los restos arqueológicos muestran que la antigua ciudad romana ocupaba una superficie cuatro veces mayor que la actual. Los Sarracenos llegaron en el siglo IX al conquistar la isla y en el siglo XI el conde Normando Roger conquista la ciudad. Durante la época medieval, aparecieron en Mdina palacios de estilo normando, algunos de los cuales aún se conservan en pie. En el siglo XV fue atacada por los Musulmanes de Túnez. Después aún llegarían los franceses, los ingleses… vamos, un batiburrillo de culturas.
Desde la Puerta Principal, nos adentramos en el núcleo de este pequeño poblado cuya superficie no llega al kilómetro cuadrado.
Uno de los principales puntos de interés de Mdina es la Catedral de San Pablo, situada en la plaza del mismo nombre. Todavía puede admirarse en ella una portada del siglo XI correspondiente a una capilla de la época normanda. La basílica fue destruida en 1693 a causa de un fuerte terremoto, pero reconstruida poco después.

Exterior de la Catedral de San Pablo en Mdina
Su exterior es muy sencillo, destacando sus campanarios y su cúpula. Por la contra, el interior está muy decorado con mosaicos de muchos colores y varias tumbas de obispos y otros personajes religiosos.
El Museo de la Catedral fue originalmente un seminario construido a finales del siglo XVIII por Andrea Belli y guarda tesoros de gran valor.
Pero si realmente hay algo que tiene de especial Mdina, es el trasladarnos a otra época con el simple hecho de pasear por sus estrechas y muy bien cuidadas calles. No necesitamos entrar en palacios o pagar entradas para admirar interiores, el espíritu de Mdina está en la calle, en sus fachadas, sus edificios, sus lugares…
Como comentaba antes, esa ciudad está casi en su totalidad cerrada al tránsito rodado (solamente los residentes pueden circular con sus coches por sus calles). Esto, y que probablemente la mayoría de los habitantes son personas de avanzada edad que pocas veces dejarán la villa, hace que los coches que nos encontramos tengan el aspecto incluso de estar abandonados, poblados por los otros habitantes de Malta: los gatos.
Para terminar nuestra visita en Mdina, antes de ir hasta Rabat, encontramos un lugar con bastante encanto: el Cafe Fontanella. Esta bonita cafetería es ideal para relajarse, comer algo, y dejarse maravillar por las vistas de su terraza que se abren hasta el océano.
Rabat
Mucho menos interesante que Mdnia es su vecina Rabat. Esta población ya es más ciudad, pues cuenta con más de 12.000 habitantes.
Después de un pequeño paseo por su centro, descubrimos una interesante visita guiada a las Catacumbas de Santa Agatha. Esta Agatha vivió supuestamente en época del emperador Decio a mediados del siglo III. Debido a unos desencuentros con el gobernador de Sicilia, se escondió durante tres meses en Malta huyendo de la persecución contra los cristianos de su época, y se dedicó a enseñar su doctrina a varios niños. A su regreso a Catania fue torturada y encarcelada hasta su muerte.
Se trata de una cueva natural ya visitada por peregrinos del siglo IV, con un montón de estancias decoradas con frescos pintados sobre la roca viva y varias sepulturas de la época. Sin duda, una visita muy interesante, entretenida y curiosa.
El guía que nos tocó era un poco extraño, y cada dos frases en inglés le daba por traducir una de las palabras al castellano. Por ejemplo: «and these rocks were used by the people here as pillows, almohadas»… Un tío muy peculiar.
Templos de Hagar Qim y Mnajdra
El primero de estos templos situados al sur de la isla se encuentra totalmente abierto al público. Los templos de Mnajdra están pasando por un proceso de restauración que pretende convertir al conjunto (unos y otros están separados por 500 metros) en un parque arqueológico.
Gracias a esto se han descubierto cámaras secretas entre los muros, posiblemente destinadas a las actividades mágicas de los sacerdotes.
Para construir estas edificaciones se han tenido que mover piedras de hasta 7 metros de altura y 20 toneladas de peso hace la friolera de 5000 años.
Con este repaso por la Malta monumental (junto con lo comentado para La Valletta), ponemos rumbo a explorar los mágicos lugares naturales que la isla ofrece.