Aún hay gente en este mundo que hace algo real e importante por la humanidad, y ése es el caso de Uttam y su escuela rural en Saping. Un proyecto de los que hacen que, al menos momentáneamente, podamos recuperar la fe en la raza humana.
¿Qué es Saping?
Este pequeño poblado de unos 4000 habitantes repartidos en diferentes sub-núcleos (a los que llaman Saping 1, Saping 2, Saping 3…) está en Nepal, en la zona de Bagmati, cerca de la modesta ciudad de Dolalghat.
Dicho así no parece que tenga nada de especial: “un pueblo más, junto a una ciudadilla, lo típico vamos”. Pero hay varias cosas que hacen de Saping un sitio único en el país. La primera es una cualidad compartida por a saber cuántos pueblos de Nepal, y es que no hay carreteras que lleven a Saping, la única forma de llegar es realizando un pequeño (pero levemente intenso) trekking desde Dolalghat.

Cero contaminación lumínica en Saping
La segunda cualidad es la que hace que destaque y de la cual Uttam es el principal responsable, y es que a pesar de estar situado a CASI 1300 m de altitud y separado por dos horas de caminata del núcleo de verdadera civilización más cercano, Saping cuenta con una escuela rural que facilita la educación primaria a todos los niños de ese entrañable conjunto de aldeas.
Vale… ¿Pero por qué Saping Sí y Otros Pueblos No?
Porque tiene la suerte de contar con un generoso vecino que hace más de 15 años (cuando realmente acababa de empezar la veintena) tuvo las ganas y la perseverancia de plantearse sacar adelante un proyecto así.
Gracias a la ayuda económica de unos japoneses que se entusiasmaron por el proyecto, Uttam pudo establecer en Saping una escuela rural que funciona íntegramente con voluntarios y que a día de hoy acoge a más de 60 niñas y niños que estudian 5 años para así intentar abrirse un camino que les lleve hasta el instituto (ese camino, por otro lado, también está lejos físicamente pues el instituto más cercano está a más de una hora caminando de Saping).
¿Cómo funciona entonces la escuela?
Varios voluntarios internacionales, junto con una profesora nepalí, entregan semanas de su tiempo y esfuerzo para dar clases de Matemáticas (¡por supuesto!), Ciencias Sociales y Naturales e Inglés en 5 niveles diferentes.
Las aulas están situadas junto a la casa de Uttam pero los alumnos y alumnas están tan repartidos por los diversos Sapings que muchos tienen que caminar casi dos horas entre ida y vuelta.
Aún así, van encantados. Es un punto de encuentro entre chavales que de otra forma estarían simplemente haciendo labores de trabajo en el campo ayudando a sus familias. En la Saping Medaka Family School tienen 5 clases al día y además comen en uno de los descansos, como podría ser en muchos colegios de España.
La gran diferencia es que después de las clases vuelven a sus casas (los que tienen la suerte de tener casas reconstruidas o que de alguna manera u otra sobrevivieron al terremoto) y por la tarde ayudan a sus familias en los campos de arroz y con los animales.
Probablemente, y a pesar de lo pequeños que son ya que estamos hablando de edades que varían entre los 6 y 13 años, saben que esta pequeña escuela es la única vía que tienen para poder abrirse al mundo y tener la oportunidad de decidir un futuro en función de sus preferencias y no en función de las posibilidades que sus familias puedan ofrecerles (que ya de por sí en Nepal son casi nulas).
¿Y Entonces Funciona?
Funciona… ¡y muy bien!
En los dos días que pasé en Saping pude ver cómo niñas y niños de poco más de 6 años no tenían ningún reparo en dirigirse a un desconocido recién llegado hablando en inglés, mostrando mucho interés y curiosidad por mi procedencia.
Las clases son muy acogedoras y se nota el trabajo realizado por Uttam y todos los profesores y las profesoras que han pasado por esas paredes a lo largo de estos años: dibujos, murales, materiales… todo se va acumulando para que la educación de las nuevas generaciones de Saping sea cada vez mejor.
Las mochilas están descosidas y los libros medio cotrosos, pero ningún alumno se queja porque sus hojas estén medio sueltas o porque las pinturas estén a medio gastar. Usan lo que tienen y lo disfrutan al máximo.
Esto Desde luego Me Hace Reflexionar…
Ha sido un privilegio poder conocer de primera mano este proyecto. Soy profesor, y la idea de que una escuela se pudiese sostener así en Nepal (un país con un casi un 40% de analfabetismo) me fascina.
En España se invierten más de 6000 € al año por alumno para muchas veces no conseguir que el mensaje de la importancia de una buena educación llegue al alumnado (y a veces incluso a las familias). Las nuevas generaciones están viviendo un momento en el que piensan que todo viene dado de fábrica y gratis y la realidad es muy diferente.
No estoy defendiendo que los niños y las niñas del siglo XXI tengan que “sufrir” ni mucho menos, pero sí me parece fundamental (más que el aprender a dividir por Ruffini) que se acostumbren a la frustración, a que no pueden tener todo lo que desean ni hacer todo lo que quieren, a que las cosas no van a salir en muchas ocasiones como les gustaría, a que aunque tengan unos padres detrás llegará el momento en el que se tengan que valer completamente por ellos mismos… Todo esto es algo que al profesorado que estamos a lo sumo 4 horas a la semana con ellos se nos escapa de las manos y simplemente podemos abordarlo de forma tangencial.
Que estén protegidos no quiere decir que tengan que estar totalmente aislados de la realidad y de cómo funciona el mundo. Cuanto más tarde entren en la realidad de la vida, más duros serán los golpes.
La formación es cosa de los colegios e institutos pero la educación básica y el saber aprovechar la oportunidad de formarse en el sistema público español (con todos sus defectos, métodos arcaicos y miles de cosas por mejorar) tienen que empezar a forjarse mucho antes de poner un pie en la escuela y continuarse de manera intensiva fuera de sus muros. Es una carrera de fondo a la que no llega con dedicarle 6 horas al día.
La revalorización de la educación pública no es cosa del profesorado únicamente, depende de toda la población, y criticando o desprestigiando a sus profesionales el daño no va solo para el alumnado, si no para toda la sociedad futura que se educará en un ambiente en el que lo público “no es bueno” o “carece de valor” porque nosotros (los que hemos nacido en la época post-Franco) no hemos tenido ni que mover un pelo para conseguirlo.
¡Tengamos cuidado con los mensajes que transmitimos a los niños por favor!
Y no le facilitemos el camino a los detractores de la educación pública en favor de la privada, porque la pública es de todos, y la privada… mejor no sigo.
Bueno, y después de la deformación profesional, voy a relatar brevemente mi paso por Saping.
Ruta Dolalghat – Saping – Dolalghat
- Duración: 4 horas (ida el 13 de marzo y vuelta el 15 de marzo)
- Kilómetros Recorridos: 10,5 kilómetros (ida y vuelta)
- Desnivel Total Acumulado: 670 metros de subida y 670 metros de bajada
- Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 1240 m / 630 m
Salimos de Dhulikhel bastante temprano para intentar evitar calores máximos a la hora de subir a Saping. Desde la Innate Pension nos fuimos al centro de la ciudad para coger el autobús con destino a Dolalghat (70 NPR, 1 hora). Por el camino pudimos disfrutar de unas nuevas y espléndidas vistas de los Himalayas.

Jugando al fútbol arropados por los Himalayas
Este viaje en autobús (el primero que hago en Nepal) no se diferenció en nada de los que he hecho en otros países asiáticos (Indonesia, Sri Lanka) salvo en la altura de los autobuses… ¡Estando totalmente erguido mi cabeza tocaba el techo! Y no soy precisamente un Gasol. Los accidentes están a la orden del día (algo que no es de extrañar al ver el estado de las carreteras) y la conducción es, cómo no, temeraria.
¡Hay que tomárselo con filosofía y como si fuese una ruleta rusa!
Al llegar a Dolalghat Uttam compró algunas provisiones para el pueblo en el pequeño mercado de la plaza central, un par de botellas de agua para el camino, y ya estábamos listos para la subida.
No hay que engañarse, ¡llegar a Saping NO es un paseo! Solamente el primer tramo, caminando por las callejuelas de Dolalghat y cruzando el puente colgante sobre el río Indravati es llano, todo lo demás… ¡Up the Hill!
Es cuesta arriba sin interrupción. No hay ningún tipo de indicación, y en los más de 5 kilómetros de trayecto nos encontramos con varios desvíos, pero yo llevaba al mejor guía que puede haber en la zona.
Todas las casas que veíamos estaban en proceso de reconstrucción o eran todavía unos débiles muros de piedra con muchos parches de uralita tapando las desgarradoras consecuencias del terremoto. Una tragedia que parece no importar demasiado al gobierno de Nepal.
La fabulosa cordillera de los Himalayas nos acompañó durante 2 horas amenizando la (para mí inesperada) subida a Saping. En Dhulikhel estábamos a unos 1500 metros de altitud pero es que Dolalghat está a tan solo 630. ¡Había mucho desnivel que recuperar!
Y de repente estábamos arriba. Aparecieron las primeras casas rodeadas de unas amplias tierras que estaban siendo labradas bajo la imponente sombra de picos que rozan los 8000 metros de altitud.
El Día a Día en Saping
¡Qué mejor forma de entrar en contacto con la realidad de Nepal! Desconexión absoluta, sin coches, ni carreteras, ni nada de nada. Tranquilidad y ya. Las vistas desde la terraza de la cocina de Uttam invitan a la contemplación total, a sentarse a leer o escribir viendo pasar las horas y a los habitantes de este pueblo completamente apartado de cualquier recorrido turístico.
Ya que no podía dar clase en la escuela por la brevedad de mi visita, ayudé al menos al sobrino de Uttam que estaba a punto de examinarse de la “Selectividad”. Nada más y nada menos que 8 exámenes en 8 días y cada uno de tres horas. ¡Toma ya! Y nosotros nos quejamos.

Descifrando las matemáticas nepalíes…
Espero que le vaya muy bien porque es un chaval encantador con un montón de inquietudes y ganas de descubrir mundo. ¡Suerte!.
Pero mi Camino Sigue
Esta semana con Uttam ha sido un regalo, una de esas experiencias difíciles de olvidar. Dejamos Saping temprano al amanecer para llegar con calma a Dhulikhel y yo poder aprovechar la tarde en la famosa Bhaktapur.
Allí queda la escuela Saping Medaka Family School, ojalá gracias a ella los pequeños habitantes de este pueblo puedan desarrollarse de la forma que elijan, con total libertad y criterio.
¡Dhanyabad Uttam!
Mario es también un regalo que puedas contarnos estas historias de humanidad. Impresionante!!!
A seguir tu camino para contarnos más historias y ver más fotos.
Un fuerte abrazo desde Pontevedra.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias! Sí, este es el tipo de cosas que ya no encontramos en la cultura occidental. Muchas cosas que replantearse 😉
Me gustaMe gusta
Mario maravilloso tu relato y tus reflexiones. Qué hacer para que nuestros alumnos sepan apreciar lo que tienen? Es la pregunta del millón con dificil respuesta.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues un buen viaje a un país con una situación y cultura estilo Nepal compensaría, probablemente, más que cualquier reglamento de convivencia 🙂
Me gustaMe gusta
Mario que grande eres! Cuanta razon en tus palabras!
Sigue disfrutando de tu aventura y espero que, POR FIN, nos veamos a la vuelta!!Besazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Leticia! En mayo nos vemos sin falta y te cuento en detalle la aventura 😀
Me gustaMe gusta
Me ha encantado, Mario. Gracias! Sigue disfrutando! Un besico
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Maider! Me ha encantado a mí saber que te ha gustado 😀
Me gustaMe gusta