Mis últimos días en Sri Lanka no han estado nada mal: ballenas, tortugas, buen tiempo, gente local y buena compañía. Galle es una ciudad interesante por su contraste de culturas y cuya ubicación nos vino de perlas para escaparnos a Mirissa (en busca de la gran ballena azul) y a Kosgoda (donde aprendimos cosas muy interesantes sobre las tortugas).
La verdad es que el viaje en autobús de Udawalawe a Galle (240 LKR, 5 horas) fue bastante insufrible. Tuve la suerte de cogerlo justo en el punto de inicio, garantizándome así un sitio para todo el viaje, pero el calor insoportable que hizo ese día (34ºC con sensación térmica de 41ºC) y la locura de tráfico que retrasó la llegada más de una hora sobre lo previsto casi me matan.
Cuando llegué lo único que me interesaba era ir al hostal, ducharme y cenar.
Galle
Tenía claro que quería quedarme esa noche dentro del Fuerte, porque básicamente es lo que hay que visitar en Galle. La ciudad resultó ser bastante más cara de lo que pensaba. Encontré cama libre en el Pilgrims Hostel (2200 LKR por noche y persona) en un dormitorio de 8 camas. Me pareció bastante caro de primeras, pero cuando vi que las camas eran súper cómodas y que todas contaban con enchufe, mosquitera y ventilador propio una sonrisa se dibujó en mi cara. Además, el desayuno estaba incluido.
Después de una buena ducha fui a caminar por el Fort. Tenía una hora antes de la puesta de sol y después había quedado con mis nuevos ídolos, Monica y John, para cenar en un restaurante de comida india.
En mi paseo por las calles del fuerte lo que pude ver, básicamente, fueron muuuuuchas, muchas tiendas y restos de arquitectura colonialista holandesa.
Cuando empecé a caminar por encima de las murallas me encontré también con bastante gente local paseando (por supuesto cubriéndose del sol con paraguas), niños jugando…
En concreto fue muy divertido ver a un grupo de niñas de una escuela celebrando una especie de fiesta o actuación junto al fuerte.
¡Claramente se lo estaban pasando bomba! Le pregunté a un señor y me dijo que era un día especial, algo así como el día del colegio. Los que hacemos nosotros en España son más aburridos, tenemos que tomar ejemplo 😉
Busqué un buen mirador y esperé a que el sol empezase a bajar. El atardecer desde los Ramparts de Galle es bastante famoso y yo estaba dispuesto a comprobarlo.
Efectivamente, la fama era merecida. El sol fue desapareciendo gradualmente por un perfecto horizonte oceánico plano y tranquilo, dejando tras de sí una potente luz naranja…
… que acabó reflejándose después en las nubes que tenía a mi espalda, formando un fuerte contraste entre el color azul que aún tenía el cielo. ¡Genial una vez más!.
Cuando ya era casi de noche me fui al Indian Hut. Este restaurante es estupendo: muy buenas vistas, buena comida y muy buen precio. La velada con los ingleses volvió a ser muy divertida e interesante, ¡y es que tantos años recorriendo el mundo dan para mucho!
En el hostal me encontré después con María, una chica asturiana que vive en Fuerteventura y que justo está iniciando su viaje por Sri Lanka. Hacía tanto calor que era imposible dormir, así que nos pusimos de charla hasta que nos dimos cuenta que era la 1 de la mañana. Yo quería intentar dormir que al día siguiente me esperaba una visita al hospital…
Pues sí, iba a usar el seguro médico en el extranjero por primera vez en mi vida. Unos diez días atrás me caí en los campos de té de Nuwara Eliya al meter la pierna en un agujero, y me pegué un buen leñazo en el brazo, costillas y pierna. La zona del costado donde me golpeé con unas piedras aún me dolía, así que llamé a mi seguro (que funcionó estupendamente, todo hay que decirlo) y me concertaron una cita en el Hemas Southern Hospital, muy cerca del fuerte.
Allí me trataron como aún rey, llegando a pasar por 3 médicos. Me hicieron una radiografía donde se aprecia una buena mazadura o una pequeña fractura, pero nada importante. ¡Qué bien! Antiinflamatorios y a seguir con mis andaduras por el mundo.
Esa tarde había quedado con Niina, la chica finlandesa con la que había estado viajando una semana antes. Dimos un paseo hasta la playa que hay junto al faro y esperamos a que pasase un poco el calorazo, porque era imposible respirar.
Como Niina nunca había ido al Indian Hut ni había visto la puesta de sol, repetí el plan del día anterior: bonitas vistas y una buena cena.
Por la noche nos fuimos en autobús a dormir a casa de la familia con la que se está quedando estos mees (a unos 4 km de Galle), que me acogieron encantados.
Mirissa y las Ballenas
Cómo no, un nuevo día de madrugón, pero por un gran motivo: ¡Queríamos ver ballenas azules! Así que nos levantamos a las 4 de la mañana para coger el autobús de las 5 a Mirissa. Geeth (de Whale Watching Mirissa with Geeth, 4500 LKR por persona) nos había dicho que teníamos que estar allí a las 6 de la mañana. Por supuesto después la gente llegó más tarde, pero al menos nos garantizamos un sitio en la cubierta superior.
Salimos a las 06:30 y una hora después estábamos en medio de la nada cuando de repente…. ¡bum! Un chorro vertical a lo lejos nos indicaba que estábamos cerca de las ballenas.
Fue una experiencia indescriptible. ¡Pero qué enormes son! Durante la siguiente hora y media pudimos ver varias y, en una ocasión, incluso dos ballenas juntas.
Me pareció que Geeth respetó bastante la distancia y el espacio vital de estos mamíferos acuáticos, no como otros barcos, que nada más ver el lomo o la cola iban a toda máquina hasta pasarles por encima. Evidentemente, las ballenas que no son idiotas, se largaban cuando uno de estos barcos se acercaba demasiado. Ya lo decía Einstein: “La estupidez humana no tiene límites”.
Se puede decir que tuvimos bastante suerte porque hay días que se pasan horas y horas esperando a conseguir avistar alguna ballena, y nosotros en una hora habíamos visto ya suficiente como para poder volver a Mirissa bien satisfechos.
En el camino de vuelta nos cruzamos con una buena bandada de delfines que nos acompañaron durante al menos diez minutos, acercándose al barco e incluso haciendo saltos y piruetas, como si les apeteciese entretenernos. ¡La renuncia a dormir más horas había valido la pena!
Decidimos pasar el resto de la mañana en la playa de Mirissa, que resultó ser mejor de lo que yo me imaginaba. Quedamos con Florence, una chica alemana de Couchsurfing que había llegado a Sri Lanka justo el día anterior y nos fuimos a comer los tres unos buenos Roti con Dahl para suplir el desayuno que no habíamos tenido.

Playa de Mirissa: not bad
Fue una pena que Florence no pudiese unirse a nuestros planes para la tarde, porque la verdad es que era una chica muy agradable, habladora y divertida.
Criadero de Tortugas de Kosgoda
Teníamos medio día por delante y en Galle ya no quedaba nada que hacer ni nada que ver. En cinco segundos decidimos coger el bus hacia Galle pero continuar una hora más hasta Kosgoda, donde hay varios criaderos de tortugas (Turtle Hatcheries, que realmente se podría traducir como “Eclosionaderos de Tortugas”) que se preocupan de recoger los huevos de las playas cuando una tortuga hembra los pone para asegurarse de que el mayor número posible de las recién nacidas tortugas sobrevivan y así intentar restaurar la población mundial de este curioso animal.
De los 6 tipos de tortugas marinas que hay en el mundo, 5 pasan por Sri Lanka. Una voluntaria de Newcastle nos estuvo enseñando los distintos tipos que tienen en el criadero y nos explicó también una cosa muy curiosa: el sexo de las tortugas lo determina la temperatura del nido. Sí sí, increíble. Parece ser que si la temperatura del nido es inferior a 28ºC todas las tortugas serán macho, mientras que si la temperatura es superior a 28ºC todas serán hembra (bueno, así o al revés, pero es el hecho en sí lo que me llamó mucho la atención).
En estos sitios liberan a casi todas las tortugas que nacen, pero algunas las conservan en las instalaciones hasta que tienen un par de años, y entre ellas pudimos ver a una preciosa tortuga albina y a otra que nació con una deformidad de tal calibre que no puede ni bucear… ¡Pobriña!.
Esa tortuga no sobreviviría ni dos días en la naturaleza salvaje porque le sería imposible conseguir alimento, por eso lleva 5 años en las piscinas del criadero.
¡Una visita muy didáctica!
Bye Bye Sri Lanka
Ayer fue mi última noche en La Isla Esmeralda. Echándosenos la noche encima, dejamos Kosgoda y volvimos a Galle para ir directamente a un mercado local “nocturno” (de las 7 a las 10 de la noche aproximadamente) que hay todas las semanas junto a la casa de la familia de Niina.
Una vez más, fue un total teletransporte a yo-que-sé cuantas décadas atrás, con decenas de personas intentando vender sus propios productos y pesándolos en básculas colgantes de dos platos. ¡Esto sí que es entrar en contacto con la realidad del país! Me compré dos mangos deliciosos que me sirvieron de cena.
Y hoy por la mañana me despedí de Niina. Ha sido una suerte poder coincidir con ella dos veces ya que tiene un espíritu viajero muy parecido al mío y nos hemos compenetrado muy bien a la hora de decidir destinos y horarios; pero mi próximo destino estaba esperándome a la vuelta de la esquina.
Tardé casi 5 horas en llegar a Negombo (650 LKR en total) y eso que de los 3 autobuses que cogí dos eran exprés… Allí fui a comer con Parakum, el chico que había conocido en el avión más de tres semanas atrás. Después me llevó a su casa a conocer a su familia (hermana, hijos…) en una zona tranquila y no turíśtica de Negombo.
Cuando la hija se enteró de que era profesor de matemáticas me trajo su libro del colegio. La verdad es que enseñamos lo mismo en todas partes, era muy fácil entender todo (salvo el Sinhalese, claro).
Desde casa de Parakum me fui en tuk-tuk al aeropuerto para así fundir las últimas rupias que me quedaban y llegar con 3 horas de margen. Me habían dicho que hay que pasar 3 controles y que todo el proceso puede llevar su tiempo (y así fue).
Y aquí estoy ahora, esperando mi vuelo a Nepal y recordando mis últimos pasos por una isla de ensueño, plagada de cultura, naturaleza, montañas y gente estupenda.
¡Hasta la próxima Sri Lanka!
Aprovechaste bien el tiempo….buena gente, buen clima,…hasta el hospital parece tranquilo y saludable…pues nada a disfrutar de Nepal….
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Una de las mejores experiencias viajeras que he tenido! Para repetir sin dudarlo 😉
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Desde Vigo, a través de ti, viajando con la imaginación. Gracias. Sigue disfrutando de la aventura.
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Cuando vuelva os hago un pase de los mejores momentos 😀
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