Las etapas finales de la travesía por el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici complicaron bastante la exigencia física en longitud y desnivel, pero la recompensa obtenida bien mereció el esfuerzo.
ETAPA 4 – Refugio d’Amitges – Refugio de J.M. Blanc
- Distancia: 15 kilómetros
- Desnivel: +1040 m / -1070 m
- Altitudes máxima y mínima: 2878 m / 1925 m
La tarde del día anterior de puro relax en el Refugi d’Amitges (2380 m) nos había sentado muy bien, así que amanecimos con fuerzas y ganas de continuar la ruta, sabiendo que las tres etapas que teníamos por delante iban a ser bastante más exigentes que las anteriores.
Salimos sobre la hora habitual, las 7.45 de la mañana, con un suave descenso pasando junto al precioso Estany de Ratera, cuyas aguas cristalinas en calma ofrecían un perfecto reflejo de las laderas situadas en su entorno.
Poco después, llegamos ya al archiconocido Estany de Sant Maurici, uno de los más grandes de la zona (1100 metros de largo y 200 metros de ancho aproximadamente) situado a 1910 metros de altitud en el fondo de un circo glaciar.
Después de maravillarnos un rato con las vistas, continuamos la marcha hasta las proximidades del Refugi E. Mallafré (1885 metros de altitud). Aquí aprovechamos para comer algo ya que nos quedaba una subida de 1000 metros de desnivel bajo un sol bastante plomizo.
Cuando nos sentimos preparados, reanudamos el camino hasta llegar al Valle de Monestero.
Esta zona del parque es absolutamente genial: muy verde, con bastantes árboles y vegetación, y rodeada de auténticos picos pedregosos.
Atravesar este valle es un corto y bonito paseo que nuestras piernas agradecieron profundamente.
Pero todo lo sencillo llega a su fin, y el Coll de Monestero (2710 m) estaba ahí delante de nosotros esperando. Fue un momento de pronunciada subida e intensa concentración, pero pasito a pasito (paseniño / poliki poliki) llegamos a lo alto del collado para comer el bocadillo y contemplar las vistas del profundo valle que habíamos dejado ya atrás.
Desde aquí existe la posibilidad de subir al Pic de Monestero (2878 m) en una media hora. Es una subida corta pero no apta para quien no sea muy amigo de hacer un poco el cabra (hay que trepar unas cuantas rocas, pasar por alguna cornisa estrecha con precipicio, etc.).
Al final todos llegamos a lo alto sin demasiado problema y pudimos contemplar las inmensas vistas que la máxima altitud de la travesía nos brindaba.
Desde aquí ya todo era relativamente sencillo. Bajando el collado, caminamos por terreno bastante plano junto al Estany de La Llastra…
… hasta llegar a las inmediaciones del Refugi J.M. Blanc (2350 m). Este bonito refugio está totalmente camuflado en un pequeño islote sobre un inmenso lago. Es muy bonito y tranquilo. Una vez más, nos ofrecieron una cena de escándalo: sopa, ensalada, pasta y albóndigas. ¡Recarga de energía para continuar el trayecto!
ETAPA 5 – Refugio de J.M. Blanc – Refugio d’Estany Llong
- Distancia: 19 kilómetros
- Desnivel: +790 m / -1110 m
- Altitudes máxima y mínima: 2667 m / 1984 m
¡Menudo amanecer! Desde el islote del refugio las vistas del sol apareciendo por detrás de las montañas fue espectacular. Tanto como la ruta que teníamos por delante.
A la hora habitual, comenzamos el pateo. Para evitar repetir el último trozo que habíamos hecho el día anterior, dimos un pequeño rodeo bordeando el refugio. Valió bastante la pena porque pudimos verlo desde otra perspectiva completamente distinta y pasar junto al Estany de la Cabana antes de seguir nuestra ruta en dirección suroeste.
Un par de horas después de dejar el refugio estábamos ya en lo alto del Coll de Saburó, desde donde podíamos empezar a intuir el Estany de Saburó por el que pasaríamos poco después.
Tras el descenso, continuamos bordeando el Estany de Mar y el Estany de Colomina, hasta llegar al Refugi de Colomina (2395 m), donde hicimos la parada de comer.
Desde aquí, el camino se juntó durante algo más de 1 kilómetro con una antigua vía de vagonetas estilo minero que se había utilizado para transportar materiales y construir algunas de las presas. Sin darnos cuenta, estábamos subiendo ya la Colladeta de Delluí (2570 m), que suponía nuestra última ascensión del día.
Desde aquí, se observan perfectamente los Estanys de Castieso, Morto y Cubieso.
Eran las 14.30 de la tarde y aún nos quedaba un progresivo pero largo descenso hasta el Reufgi d’Estany Llong (2000 m) al que llegamos tres horas después, algo cansados del pateo pero también algo tristes por pensar que solo nos quedaba una etapa más para terminar este espléndido recorrido pirenaico.
ETAPA 6 – Refugio d’Estany Llong – Estany de Cavallers
- Distancia: 14 kilómetros
- Desnivel: +890 m / -1170 m
- Altitudes máxima y mínima: 2749 m / 1707 m
El buen tiempo que habíamos tenido durante toda la travesía empezaba a flaquear. La predicción decía que se iba a ir nublando progresivamente hasta las 12 del mediodía y que sobre las 14.00 empezaba el riesgo alto de tormenta…
En esta etapa teníamos que pasar por el famoso Coll de Contraix, bastante duro en su segunda fase por ser un prolongado descenso saltando por inmensos bloques de piedra. Teníamos que apretar al inicio de la ruta si queríamos seguir este camino porque bajo ningún concepto podríamos permitirnos que la tormenta empezase mientras pasábamos el Contraix, pero nuestra flamante guía Alba tenía fe en nosotros y nos aventuramos a ello.
Empezamos a caminar a la hora de siempre, descendiendo suavemente hasta el pequeño Refugi de la Centraleta (1920 m). Desde aquí comenzamos a subir atravesando el Valle de Contraix, solitario y lleno de bloques y alguna que otra pequeña cascada.
A las 10 de la mañana estábamos pasando ya junto al Estany de Contraix, situado a los pies de la gran subida final hasta lo alto del collado.
Como íbamos bien de tiempo, paramos a descansar un poco, beber y rellenar las cantimploras con agua ya que no íbamos a encontrar ningún arroyo viable hasta varias horas después. Y así, en silencio y concentración, empezamos a subir por los bloques para llegar lo antes posible a lo alto del Coll de Contraix (2745 m).
Mientras subíamos, notábamos como por detrás se empezaban a gestar las nubes de tormenta que habían pronosticado todas las webs de meteorología en la montaña… No podíamos detenernos demasiado, teníamos que llegar a lo alto con tiempo de sobra para realizar la bajada antes de la tormenta.
Al final lo hicimos bastante bien, y poco después de las 11 de la mañana estábamos ya arriba de todo. Las vistas de lo que teníamos por delante nos parecieron bastante intensas… Un océano de bloques con una fuerte pendiente incial de bajada que teníamos que atravesar en su totalidad hasta el Estany de Colieto.
Sin tiempo que perder, empezamos el descenso con mucho cuidado de no mover rocas que pudiesen caerle a los compañeros que iban delante.
He de decir que esta parte realmente me gustó, y MUCHO. Al final en aproximadamente una hora y media habíamos atravesado ya el océano de bloques, y recordando mi lema de «en tu camino nunca te olvides de echar la vista atrás de vez en cuando«, pudimos ver lo lejos y alto que quedaba el collado y todo lo que habíamos dejado ya atrás.
Se acercaba a pasos agigantados una densa capa de nubes y niebla y aún teníamos que llegar hasta el Estany de Colieto, así que pospusimos hasta allí la siguiente parada.
Una vez a los pies del lago (13.30 de la tarde) ya había pasado el peligro. El camino que nos quedaba era bastante sencillo, daba igual que lloviese o no, así que nos permitimos tomarnos un merecido descanso y comer algo para poder afrontar con buena cara el descenso final.
Desde aquí ya todo fue rodado… llegamos al Refugi Ventosa i Calvell, en el que habíamos parado el primer día, y desde aquí retomamos nuestros pasos para descender progresivamente hasta la base del Estany de Cavallers al que llegamos a las 16.10 de la tarde, dejando tras nuestros talones una bonita tormenta que llevaba gestándose ya varias horas. Aún así, llegó la mojadura, pero a 100 metros del coche. Las nubes se pusieron de acuerdo para contenerse hasta que hubiésemos acabado todas las etapas de la Carros de Foc.
Menuda travesía… 80 kilómetros, más de 5000 metros de desnivel acumulado de ascenso y descenso, 6 días completamente alejados de la civilización… Un paraíso y remanso de paz que quien tenga la oportunidad y las ganas no debería dejar escapar.
¡Nos vemos en las cimas!