Los dos primeros días en Bali han sido más o menos relajados, lejos de grandes multitudes, pero al final las cabras tiran al monte… ¡o al volcán!
Mi viaje de Cemoro Lawang a Bali acabó siendo una especie de nebulosa debido al cansancio acumulado de los días anteriores. A las 6 de la tarde me recogieron para llevarme en moto a la estación de tren de Probolinggo. Es muy pequeña y estábamos, literalmente, un gato escuálido y un gallego escuálido. A las 8 de la tarde me empezó a entrar el sueño y el tren salía a las 23.50, así que me tiré en el suelo y eché una buena cabezada.
El tren fue muy puntual y me tuvieron que despertar a las 4.30 de la madrugada al llegar a Banyuwangi de lo profundamente dormido que estaba (como cuando en una película alguien se queda dormido en el autobús y le despierta el conductor diciendo: “esta es la última parada”, pues igual). De ahí al ferry son 5 minutos caminando y pude coger del de las 5 de la mañana.
Tardamos una hora y pico en hacer los no más de 5 km que separan Ketapang (Java) y Gilimanuk (Bali). Parece ser que es debido a las corrientes oceánicas… aunque yo desde luego no noté nada. De todas formas, por las 6.000 IDR (0,4 €) que vale el billete, tampoco se pueden exigir velocidades ultrasónicas. Al menos durante ese rato pude disfrutar de un bonito amanecer.

Amanecer desde el ferry que conecta Ketapang y Gilimanuk
Un motorista me llevó por 60.000 IDR (4 €) hasta Banyuwedang (unos 25 km), donde mi amiga Olaia había reservado una guest house para esa noche. Como no sabía a qué hora iban a llegar, alquilé una moto para ese día y me hice un paseo por la costa norte de Bali para visitar primero la playa de Pemuteran.
No es ninguna maravilla del otro mundo, pero está bien para un rato de relax. Desde aquí, seguí unos 50 km más al sur hasta Lovina y la zona de Kalibukbuk, también en Lovina. No son muy espectaculares, pero hay un buen paseo, el pequeño templo, Pura Dalem, y algún que otro mini dragón de Komodo.
En Kalibukbuk quise comer en un sitio mirando al mar que tenía buena pinta, pero solo quedaba una mesa y habíamos llegado a la vez un matrimonio de daneses y yo, así que les ofrecí compartir la mesa. Pasamos un rato muy agradable y pude ampliar mi frikismo de todas esas series y películas danesas que tanto me gustan.
Hacia última hora de la tarde llegaron mis amigos Olaia y Goizeder y decidimos reservar para el día siguiente una visita de tres horas con guía (ya que supuestamente es obligatorio) al Parque Nacional Bali Barat. El pequeño trekking que hicimos por unos frondosos bosques estuvo bastante bien, pero estamos convencidos de que realmente no llegamos a entrar realmente al parque y que se quedaron con el dinero que estaba destinado a pagar la entrada del parque… En Bali parece ser que hay que tener más cuidado con estas cosas que en Java… ¡Lección aprendida!
Por la tarde tocó conducir el coche alquilado hasta Toya Bungkah, pues queríamos hacer el trekking para subir al volcán Gunung Batur, y esta vez fuimos directamente a la oficina oficial en el pueblo. Conseguí negociar un guía privado por 400.000 IDR (28 €) por persona para la ruta del amanecer y del cráter (6 horas en total).
El trekking empezó, una vez más, a las 3.30 am (está hora de levantarme se está volviendo inusualmente habitual). Gunung Batur tiene 1717 metros de altitud, por lo que teníamos que salvar unos 700 metros de desnivel.
Nuestro guía debió vernos motivados y muy pronto empezó a acelerar por la fuerte pendiente. Llegamos a la cima en 45 minutos cuando lo normal son casi 2 horas. Dejamos los hígados y demás cosas por el camino pero al menos fuimos los primeros de cientos en llegar y pudimos contar con un sitio privilegiado para disfrutar de un nuevo espectáculo de la naturaleza. Sentados en la cima de Gunung Batur fuimos pasando por la totalidad de las fases del amanecer.
Al fondo, teníamos a Gunung Abang de 2152 metros de altitud, y justo detrás, a Gunung Agung de 3142, el pico más alto de la isla, ambos rodeados de esa profunda niebla mañanera tan característica de la zona y que tanto me gusta.
Cuando ya era totalmente de día, empezamos a rodear el cráter principal del volcán (cuya última erupción fue en el año 2000). Esta parte de la ruta estuvo muy bien porque las vistas no hacían nada más que mejorar a cada paso que dábamos.
Además, pudimos estar un buen rato jugando con los monos que se acercaban para intentar robar cualquier cosa parecida a comida que tuviésemos (aunque al final fuimos nosotros los que los adiestramos a ellos, jejeje)
El descenso lo hicimos en modo cabra montesa, medio saltando, medio corriendo (para nuestro total disfrute, incluido nuestro guía) en tan sólo 35 minutos. Una mañana intensa, llena de ejercicio y enérgica, pero a la vez revitalizante y de contacto con la naturaleza pura.
Así finaliza mi pequeño recorrido por el norte de Bali. Desde Toya Bungkah, conduciremos hasta Candidasa para pasar el día en una de las playas más bonitas de la isla y parar por el camino en uno de los templos más completos e importantes de esta cultura.
¡A ver qué nuevos tesoros nos depara Bali!
OHHH Monitos! Viéndolos me son familiares.Ahora se de donde vengo jajaja. No te cabían los 3 en la mochila? Por no separarlos y tal ^_^ JAJAJA. Bali promete, seguro que os va a encantar,así que nuevamente abrid vuestros sentidos al máximo con cada paso.
Me gustaMe gusta
Parecen majos pero hay que tener cuidado porque al mínimo descuido están abriéndote la mochila para llevarse todo lo que haya dentro! Además están coordinados para despistar… .
😛
Me gustaMe gusta