Los dos últimos días en la región de Cianjur han sido días de trekking del bueno en los que hemos visitado arrozales, villas rurales y un parque natural.
Ayer me levanté temprano para habituarme al horario Indonesio. Aquí amanece bastante pronto (sobre las 6 de la mañana) pero también oscurece pronto (a las 17.30 ya se empieza a notar la falta de luz). Yudhi nos había preparado un delicioso Nasi Uduk para desayunar: arroz cocido con leche de coco, cebolla frita y huevo. Después de desayunar cogimos las cosas para la actividad del día: trekking a los campos de arroz y a un pueblo rural apartado de los circuitos habituales.
La ya habitual furgonetilla nos recogió a las 8 y nos llevó al inicio de la ruta, atravesando nuevamente el rally que es la carretera de este país. Todas las cosas que en España nos parecerían locura absoluta aquí son la forma normal de conducir: triples adelantamientos, zigzags, salir de la calzada para adelantar, cero cinturones de seguridad, 3 y 4 personas en la misma moto… ¡La jungla de asfalto!
Empezamos a caminar por un bosque hasta que aparecieron los primeros arrozales: verdes, frondosos y enormes. Estos campos son la principal fuente de alimentación y económica de la región, de ahí que los tengan tan bien cuidados.
A nuestro paso iban apareciendo campesinos y campesinas que trabajaban los campos y que nos sonreían al escuchar un punten (“hola” en el dialecto sundanese de la región de Cianjur).
Al parecer en la propia isla de Java hay bastantes dialectos y son todos muy diferentes unos de otros, por lo que las cuatro cosas que ya había aprendido no me van a servir de nada en mi próxima parada: Yogyakarta… ¡tendré que aprender “los basics” de un nuevo dialecto allí!
Después de una hora caminando nos acercábamos ya al pueblo rural. Aunque está alejado y el camino es estrecho, no podían faltar las omnipresentes motos… ¡esta gente es mucho más temeraria que yo!
Finalmente llegamos al pueblo. Mientras cambiábamos entre las casas muchos niños salían a nuestro paso sonrientes y se decían unos a otros bule! (“extranjero”). La gente en estos pueblos es aún más amable que la de la pequeña ciudad. Aquí se puede ver cómo es perfectamente posible ser feliz con poco, algo que los europeos olvidamos ya hace tiempo.
Pronto el camino empezó a complicarse un poco al tener que atravesar algún regato y tener que hacer un poco el cabra. ¡Yo estaba en mi salsa!, pero mis compañeros holandeses de ruta, Mark y Nina, lo pasaron un poco mal en algún momento.
El guía se partía de risa en el fondo porque realmente era todo bastante sencillo, pero a pesar de esas pequeñas dificultades pudimos llegar a tiempo al final de la ruta y disfrutar de una cascada para nosotros solos: ¡un buen baño y algo de relax!
Después de refrescarnos bien con el agua de este río, dimos un pequeño rodeo para volver al pueblo rural donde nos tenían preparada la comida, todo hecho con ingredientes cultivados en la zona. No tengo muy claro qué comimos porque el guía que nos acompaña casi no habla nada de inglés, pero tanto el arroz como las verduras estaban de muerte!
En el camino de vuelta aproveché para fotografiar algún bicho/animal curioso. Hay insectos muy diferentes y grandes, y reptiles (desde cientos de geckos por todas partes hasta pequeños camaleones).
La ruta acabó pasando junto a una plantación de te junto a la fábrica de procesado que no pudimos visitar porque estaba cerrada y, de nuevo, por otros campos de arroz.
Con el estómago vacío volvimos a casa de Yudhi para cenar y conocer a los nuevos compañeros que se habían incorporado a la comunidad: dos chicas alemanas que están haciendo un viaje de 10 meses y dos ingleses que llevan un año viviendo en El Cairo. Muy buen ambiente y conversaciones interesantes durante la cena sobre viajes y el mundo en general.
Antes de acostarnos estalló una potente tormenta con mucha lluvia. Estamos realmente en la estación seca pero el cambio climático está desestabilizando Indonesia también, y ahora es bastante habitual que llueva por las noches incluso en julio y agosto.
Aún así, como decimos en Galicia, “nunca choveu que non escampara”, y hoy amaneció con un cielo azul imponente. Nos tocaba la ruta al Parque Nacional Gede Prangango. No estuvo mal, pero me pareció un poco decepcionante ya que la mayor parte del trekking consistía en llegar al parque y volver, y no caminar por el parque en sí.
Gunung Gede es uno de los muchos volcanes de la isla de Java, y corona el parque con sus 2958 metros de altitud.
Después de un buen rato de subida entre plantaciones de te y bajo un sol aplastante, llegamos al fin a la entrada del parque. Hicimos dos pequeños paseos rodeados de vegetación tropical que a veces nos cerraba el camino.
El primero de estos paseos nos llevó hasta una pequeña cabaña de madera donde pudimos descansar un poco para bajar la temperatura del cuerpo después de tanto tiempo al sol.
Continuando el camino llegamos a Curu Ciheulang, una bonita cascada de agua potable que viene de un manantial que utilizan para embotellar y comercializar (bajo la marca Danone, si es que…)
Regresando por la misma senda, tomamos un nuevo desvío para ascender algo más. Los holandeses se rindieron y continuamos el resto para ser engullidos por la selva durante nuestro segundo pequeño paseo.
De vuelta en Cianjur, me toca recoger mis cosas. Mañana temprano dejaré atrás la bonita comunidad de Cianjur, pues me espera un trayecto de 5 horas en autobús a Bandung (normalmente son 2 pero el Ramadán colapsa todo) y desde ahí un tren nocturno a Yogyakarta, donde me quedaré tres días.
Pero no pasa nada, la cena de hoy (noodles, ensalada y pescado local cocinado en hojas de platanero) harán que recupere fuerzas.
Nuhun Dave dan Yudhi!
¡¡Que buena pinta tiene esa cena¡¡¡ Hace un día estupendo, demasiado calor , casi 3oº o más….
Hoy mi menú será pescaditos fritos en Felíx, con tu padre y un buen vino. Besitos y cada día tengo un poco más de rabia por no haber ido contigo…
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Para el próximo menos miedo y ya está! La gente de aquí es la que debería tener miedo de nosotros y no al revés. Nunca había visto tanta amabilidad junta!
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Que chulada el sitio, y secundo el comentario de que se puede ser feliz con menos cosas pero lamentablemente nos hemos dejado atrapar por el consunismo que debora todo allí por dónde pasa ……… (bueno unos más que otros) Besos
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Puea sí… la humildad que se respira aquí te hace plantearte bastantes cosas 🙂
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