Dos días de esquí muy diferentes: un circuito circular de 45 km y una travesía cruzando bosques y lagos de 33 km. Laponia te ofrece todo lo que quieres.
El tercer día Danielle, nuestro gran guía italiano de Laponia (sí, parece un chiste), nos cuenta el plan: vamos a esquiar nada más y nada menos que 45 kilómetros, haciendo un circuito circular por los bosques de Aakenustunturi Fell, para volver finalmente a dormir a la misma cabaña.
Se aventuraba como un día intenso, pero pudimos con él.
En esta cabaña tuve un traslado temporal a lo que seguramente habrá sido mi pueblo de Galicia hace 70 años, ya que no teníamos ni electricidad, ni agua corriente ni, por supuesto, «baño normal». El baño es un «baño seco«, que consiste en una caseta a junto a la cabaña en la que hay unos escalones de madera, un agujero y… ¡el resto queda para la imaginación! 😀
La ruta fue bastante intensa (creo que a lo largo de esos 45 kilómetros me han dolido todas las partes de mi cuerpo en algún momento, aunque al menos no todas a la vez) pero muy bonita, pues tuvimos un tiempo espectacular, una nieve perfecta y la soledad y tranquilidad de las pistas del parque.
Después de atravesar estos bosques con unas pistas perfectamente trazadas, volvimos a la cabaña sabiendo que al día siguiente nos aventuraríamos a esquiar entre árboles por una ruta que pisa para nosotros el organizador de Fell Trek. ¡Interesante cambio de pista!
Así que nos levantamos sabiendo lo que teníamos por delante y que evolucionaríamos en alojamiento, ya que la noche la teníamos programada para pasarla en la misma casa que el primer día.
Al final la ruta de 33 kilómetros atravesando bosques alejados de las pistas habituales del parque fue una gozada. Acabamos en Rauhala, punto de inicio de la travesía.
Curiosamente, aunque hemos hecho menos kilómetros que otros días, hemos tardado más, pero sin duda se debe a que no esquiamos por pistas perfectamente
pisadas, si no entre árboles y raíces. Ha sido un día muy relajado, con descanso incluido en una kota tradicional. Estas kotas son cabañas en las que los esquiadores podemos recuperar calor con el fuego y cocinar salchichas o cualquier otra cosa que llevemos encima. Hay suficiente madera para alimentar el fuego y su uso es completamente gratuito (¿nos podemos imaginar este servicio en España? Desde luego no, jajaja, siendo gratis no duraría en pie ni dos días).
En Rauhala hemos vuelto a degustar la maravillosa cena de Anna y a dormir en una cama «de verdad».
Nos queda ahora la segunda parte de la travesía, saliendo de Rauhala y con varias paradas hasta llegar a Hetta, que será la última parada de la aventura lapona de este año.