A la hora de plantearse un viaje de este tipo, es importante tener en cuenta que el equipaje no incluye solo la ropa y otros artilugios…
¡Tenemos que cargar con un bulto muy sospechoso de 2 metros de largo: los esquís!
En mi anterior viaje a Laponia aprendí de Carles y Tomás cómo embalar los esquís para que no sufran demasiado en los bruscos movimientos de equipaje que a veces ocurren en los aeropuertos. Así que… una sábana, papel de burbujas y una buena funda son la solución para evitar desgracias. Además, en el espacio que sobra aprovecho para meter artículos im-pres-cin-di-bles: chocolate, galletas…
Con los esquís al hombro y una maleta que se llena sola con la ropa de invierno y las botas de esquí, cogí el avión de Finnair en Madrid con destino a Kittilä, haciendo escala en Helsinki.
Allí a mi llegada conocería a los tres primeros miembros de mi equipo, tres chicas alemanas, a las que no les gustó mucho que me presentase todo entusiasta y les diese conversación… Iluso de mí, pensé que tendría más suerte con los demás miembros del grupo (en total éramos 11) pero desgraciadamente una hora después al llegar a Rauhala me vi rodeado por 10 alemanes que no tenían mucha intención de darme conversación en inglés… La primera noche nos quedamos en la casa familiar del matrimonio que llevan la empresa Fell Trek.
Después de una buena cena preparada por Anna me fui a dormir lleno de energía para la semana de aventura y esquí que estaba a punto de comenzar 🙂