Ruta por los dólmenes y Raso de Aralar hasta llegar a su cumbre más alta: Irumugarrieta (1427 m) y visita al santuario de San Miguel de Aralar.
Información del Recorrido
- Duración: 5 horas (06 de diciembre) + Visita al Santuario
- Zonas Visitadas: Sierra de Aralar, Dólmenes de Albi, Obioneta, Trikuarri y Zeontza, Rasos de Albi, Raso de Aralar, Santuario de San Miguel de Aralar
- Kilómetros Recorridos: 19 kilómetros (circular)
- Desnivel Total Acumulado: 700 metros de subida y 700 metros de bajada
- Puntos de Altitud Máxima y Mínima: 1427 m / 980 m
Resumen de la Ruta
La ruta circular de trekking/senderismo nos lleva por algunos de los grandes hits de la Sierra de Aralar: varios de sus dólmenes, el gran Raso de Aralar y el Irumugarrieta, su cima más alta.
Además, tras completar la ruta, podemos continuar con el coche unos pocos kilómetros para visitar el precioso Santuario de San Miguel de Aralar y sus vistas de la Sierra de Urbasa.
Circular al Irumugarrieta
Este recorrido no es complicado técnicamente: los senderos son, en general, cómodos y amplios y hay muy pocos elementos de riesgo. Sus casi 20 km se recorren con relativa facilidad ya que carece de grandes pendientes aunque el desnivel acumulado tanto de ascenso como descenso supere los 700 metros.
Para llegar al punto de inicio tenemos que conducir desde la localidad Navarra de Lekunberri por la carretera NA-7510 siguiendo las indicaciones del Santuario de San Miguel de Aralar. Tras unos 12 km, llegaremos a un punto donde la pista se ensancha bastante y aparecen muchas plazas de aparcamiento pintadas a ambos lados de la calzada. Antes de tomar la curva a la izquierda tras esta recta, veremos unos contenedores y un portalón que es donde comenzaremos a caminar.
Tras pocos metros estaremos ya de lleno en los bosques de Aralar. La ruta tiene muy poca o casi ninguna señalización, por lo que es importante tener muy claro el itinerario y los elementos básicos para no perderse, o llevar un trak en el gps (recomiendo éste del gran Javier Rey Bacaicoa de Rutas Navarra).
Pasaremos rápidamente junto a una borda y nos empezaremos a guiar en las siguientes bifurcaciones por unas flechas rojas pintadas en árboles y paredes hasta llegar a un pequeño claro, preludio del gran Raso de Aralar que nos aguarda a la vuelta de la esquina.
Continuamos hacia la derecha dejando atrás definitivamente el tramo de bosque para seguir por una pequeña ladera en progresivo ascenso, que será la que nos lleve a adentrarnos de lleno en la inmensidad de la llanura de Aralar.
Desde aquí, podemos continuar directamente el camino para seguir hacia el Irumugarrieta o desviarnos un poco para visitar varios dólmenes que, según las inscripciones explicativas, datan de la Edad del Bronce (en algún momento entre los años 2000 AC y 900 AC). Para llegar al primero de ellos, al llegar al gran Raso de Aralar, caminaremos hacia el frente siguiendo el sendero y buscando a nuestra derecha dos pequeños estanques, uno de ellos rodeado de un vallado de madera y situado junto a un camino de tierra.
En este punto (no hay que llegar hasta los estanques) es ya sencillo encontrar el Dolmen de Zeontza, que por su enclave ofrece además una maravillosa panorámica de los Pirineos si el día está suficientemente despejado.
Siguiendo nuestro recorrido, llegaremos a los dos siguientes dólmenes, muy próximos entre ellos y de los cuales solo uno tiene inscripción que lo nombra como Dolmen de Obioneta. El primero está formado únicamente por una piedra dispuesta en ángulo de forma que deja sitio para la tumba, mientras que el otro es un conjunto rocoso más amplio.

Dolmen de Obioneta
Fijándonos bien empezaremos a distinguir el Irumugarrieta, ya que es la cima más alta de las Malloas de Aralar. Continuando en ligero ascenso, llegaremos a encontrarnos con una señal que nos indicará la dirección del tramo final que nos llevará al punto más alto de Aralar.
Tras un último tramo de ascenso, el Irumugarrieta nos estará esperando con sus 1427 metros de altitud.

Cima del Irumugarrieta (1427 metros de altitud)
Desde aquí, las vistas son espectaculares miremos hacia donde miremos, ya que contamos con casi 360º de visibilidad para disfrutar.
Comenzaremos el descenso deshaciendo nuestros pasos hasta llegar a la señal anterior. Desde ahí, divisaremos a lo lejos y a mano derecha una pequeña colina completamente cubierta de verde hierba hacia la que tendremos que dirigirnos.
En nuestro camino pasaremos junto al Dolmen de Trikuarri.
Al llegar a la siguiente señal, seguiremos caminando en dirección Igartza, subiendo la colina que veíamos antes a lo lejos.
Iremos caminando por el sendero de tierra hasta que, una vez pasada la colina, nos incorporemos a una pista perfectamente definida que nos llevará en progresivo descenso (y algún pequeño ascenso) hasta la carretera principal desde la que empezamos, pero unos 1500 metros más arriba.
Mientras bajamos por la carretera hacia donde habíamos aparcado el coche, no podemos olvidarnos de parar para ver el Dolmen de Albi, situado a mano izquierda y perfectamente visible desde la carretera.
En esta zona suele haber varios ponis deambulando libremente, muy mansos y que dejan acercarse a ellos sin asustarse demasiado.
Tras estos 19 km aproximadamente (y después de estirar bien los músculos) compensa si no es muy tarde coger el coche y conducir carretera arriba los 4 km que nos separan del Santuario de San Miguel de Aralar.
Santuario de San Miguel de Aralar
La primera referencia que se tiene de este templo de estilo románico se remonta al siglo XI, aunque se cree que en el siglo IX existía un templo prerrománico que tras un incendio en el siglo X se restauró ampliando la estructura.
Además de su importancia arquitectónica y por su ubicación, el Santuario de San Miguel de Aralar es famoso en toda Navarra por la curiosa leyenda que lo rodea:
Se cuenta que vivía en el valle de Goñi el caballero Teodosio, que poco después de casarse tuvo que marcharse para unirse a la lucha contra los árabes. Tiempo después, cuando volvía a su castillo, se le apareció el diablo disfrazado y le hizo creer que su mujer le engañaba con un criado.
Fuera de sí, entra en su palacio al amanecer y, enfurecido, distingue dos cuerpos en su cama por lo que los apuñala con contundencia pensando que serían su esposa y su amante; pero justo después descubre que realmente se trataba de sus propios padres.
Desgarrado por sus actos, se dirige a Pamplona a pedirle perdón al obispo, pero éste lo envía a Roma para que sea el Papa quien decida sobre su absolución. Teodosio recibe la abslución pero el Papa le pone como penitencia deambular por los bosques de Aralar arrastrando unas gruesas cadenas hasta que por un milagro se le suelten, recibiendo así el perdón divino.
Cumpliendo su penitencia, se encuentra un día con un dragón que amenazaba su vida, por lo que implora a San Miguel que le salve. Tras un gran ruido, aparece el Arcángel San Miguel que mata al dragón y libra a Teodosio de sus cadenas.
Libre de su culpa y de su penitencia, volvió a reunirse con su esposa y juntos erigieron un santuario dedicado al Arcángel de San Miguel en lo alto de Aralar.
Desde el parking del santuario, tenemos una vista perfecta de la zona que en Navarra se conoce como La Barranca y de la Sierra de Urbasa.
Aralar da para esto y mucho más (Nacedero del Larraun, Vía Verde del Plazaola, Cuevas de Mendukilo…), aunque a veces se queda eclipsada por su vecina Urbasa. Ya sólo llegar a la enorme amplitud del Raso de Aralar para pasear tranquilamente sin rumbo fijo por sus pequeñas colinas vale la pena.