Nuestro último subcircuito por Escocia ha sido de lo más variado: castillos, lagos «monstruosos», pequeño pueblos con encanto… Una variada combinación de sensaciones para poner punto y final a esta desconexión de dos semanas por el norte de UK.
El día de viaje de las Hébridas a Fort Augustus nos lo tomamos con relativa calma. Había amanecido bien pero el día se fue nublando progresivamente, así que fuimos conduciendo sin prisa y parando sobre la marcha cuando nos apetecía tomar algo o estirar las piernas rodeados de las Coos (Heilan Coo), las tan famosas vacas peludas de Escocia. ¡Son absolutamente geniales!
Fort Augustus es un pintoresco pequeño pueblo con nombre de pasado Romano. Además de su perfecta ubicación para visitar el Lago Ness (Loch Ness), esta pequeña localidad de menos de 1000 habitantes cuenta con el Canal de Caledonia, una especie de Canal de Panamá a escala mini donde las embarcaciones ascienden y descienden 13 metros gracias a un sistema de esclusas para poder proseguir sus viajes.
Tras descansar sin límites en The Caledonian House (muy buen sitio con una dueña muy atenta, amable y medio loca en el buen sentido), amanecimos al día siguiente con un sol espectacular que nos permitió aprovechar el día al máximo.
La primera parada fue, por supuesto, el Loch Ness, el plato fuerte de la región.
Supuso para todos una muy grata sorpresa. Pensábamos que iba a ser un laguillo sin más, plagado de turismo en exceso en todos sus rincones, pero esta idea era solo cierta en parte… Sí que está bastante explotado para exprimir al turista (tienda de souvenirs, montajes audiovisuales, etc.) pero el lago en sí es más que precioso.
Las ruinas del castillo de Urquhart no son más que eso, unas ruinas ruinosas, pero su impresionante ubicación confiere al conjunto un toque especial. Además, la torre del extremo norte ofrece unas vistas del lago inigualables.
Vale la pena coger la carretera B862 que conduce al pueblo de Foyers para visitar la zona de Dores, donde hay unas vistas del lago completamente distintas a las que se tiene desde el otro emplazamiento (el de los turistas… jeje).
Como nos quedaban ganas de movimiento y el día invitaba a ello, nos propusimos hacer una pequeña ruta para llegar a Coire Loch. La ruta asciende progresivamente pero no es complicada, atravesando un ancestro y tupido bosque de pinos con muchos pájaros, hasta llegar al punto desde el que se divisa este bonito lago. El camino continúa hasta su base. Un entorno espectacular para descansar, comerse un bocadillo y desconectar del mundo en general.
El día siguiente pusimos rumbo a Perth, nuestro último asentamiento de este viaje a Escocia. Por el camino paramos en Stanley Mills, una antigua fábrica de algodón a orillas del río Tay. Esta fábrica fue una vez uno de los pilares de la economía de la región y la visita es muy interesante, tanto por el edificio y maquinaria que se puede visitar, como por la historia que guarda de la gente que trabajaba aquí y sus condiciones laborales… Se cerró definitivamente en 1989.
Ya en Perth, nos instalamos en The Clunie Guest House, done pasaríamos tres noches. Esa tarde nos dedicamos a pasear por la ciudad. Antigua capital de Escocia y situada también a orillas del río Tay, cuenta con bonitas calles y magníficos jardines para pasear tranquilamente.
Los siguientes días los dedicamos a visitar el entorno de Perth (castillos, antiguas ciudades, modernas urbes industriales…)
St Andrews cuenta con la universidad más prestigiosa de Escocia, lo que confiere bastante vidilla universitaria a este pequeño pueblo hecho de piedra, precioso y con mucha historia. Los restos del Castillo de St. Andrews y su Catedral son otros de los puntos fuertes que se pueden visitar. En el castillo es posible acceder a las antiguas catacumbas y pasadizos (no aptas para gente muy claustrofóbica…)
Elcho Castle está situado a unos 6 kilómetros de Perth. Es una relativamente moderna edificación del siglo XVI y una de las construcciones de Escocia mejor conservadas de esa época. Se puede visitar casi todo el castillo y no suele haber mucha gente.
Dundee es una ciudad industrial relativamente grande que realmente poco tiene que ofrecer. Está ubicada en la costa norte del estuario del río Tay, y sus puntos fuertes son el Discovery Point (famoso barco de exploración polar del capitán Robert Falcon Scout), la Frataga Unicorn (con 46 cañones, es el barco británico más antiguo qeu existe) y el famoso puente Tay Rail Bridge. Nuestro motivo principal de parar aquí fue que mi padre vivió durante un año en Dundee en los 70′ dando clase en una de las escuelas de la ciudad. La calle en la que vivía (William Street) sigue en pie, pero todo ha cambiado bastante.

Tay Rail Bridge en Dundee
El Scone Palace es uno de los puntos turísticos más importantes de Escocia, y con motivos. Su historia es tan amplia y tan variada que resulta muy difícil de resumir, pero lo importante es que vale la pena visitarlo, dejarse impresionar por su estructura, lujo, habitaciones y majestuosidad.
Los jardines son un punto importante del Palacio de Scone; en concreto su inmenso laberinto (¡me encantan los laberintos!) de setos al más típico estilo de El Resplandor. Aquí se celebra también el divertido festival ochentero Rewind en su versión escocesa (yo he ido dos veces a la versión inglesa).
Después de estas últimas pinceladas, cogeremos mañana el vuelo para volver a España.
Escocia ha resultado ser toda una sorpresa y una aventura, entre sus escarpados montes, ancestros castillos y maravillosa gente.
Sin duda, un lugar para repetir, detener el tiempo y viajar con el cuerpo y con la mente.
Be seeing you!