Nuestro último día en Finlandia se caracterizó por una visita exprés a Helsinki.
Llegamos temprano al aeropuerto de H
elsinki, y como teníamos una escala de 6 horas, aprovechamos para dar una vuelta por la capital ya que hacía un día de lujo (cielo azul, sin viento y 5 grados positivos!)
Mucha gente decide quedarse en las diferentes áreas de relax con las que cuenta el aeropuerto. Mi favorita es una en la que hay una especie de huevos en los que puedes encerrarte y descansar y dormir todo lo que quieras. Además… ¡son gratis!, igual que la Wifi. Esto en España nunca será así.
No es una ciudad muy grande, se puede visitar bien caminando. El autobús nos dejó cerca de un parque que, curiosamente, se llamaba el Parque de Urho Kekkonen.
Comenzamos dando un paseo por las calles centrales de la ciudad. Me ha parecido que tienen mucha vida. Es la zona principal de tiendas, y cuando apareció ante mis ojos un Intersport gigante no dudamos en entrar. Estaban de últimas ofertas y me compré un cortavientos de Bjørn Dæhlie, que son de una calidad extrema, por un 25% de su precio original (es la suerte de usar tallas estrechas a pesar de ser chico… que siempre quedan).
Rápidamente llegamos a la zona del puerto. No me lo podía creer, a pesar de la buena temperatura, ¡el mar Báltico seguía congelado! Había muchos barcos que estaban atrapados ya que no podían circular. Claramente, los días anteriores las placas de hielo habrían sido bastante más grandes y potentes, pero para mí ya fue un espectáculo digno de ver lo que tenía ante mis ojos.
Mar Báltico congelado a principios de marzo
Aún nos quedaba bastante tiempo, así que nos acercamos a la Catedral y a la Catedral Ortodoxa (Uspenski). Son muy diferentes y ambas merecen una visita, tanto por su interior y su exterior como por sus enclaves dentro de la ciudad. Además, se puede ir tranquilamente andando desde el centro de la ciudad hasta cualquiera de las dos.
Continuando nuestro trayecto final por la capital finlandesa, pasamos por la estación central de tren. Es muy característica, por su exterior parece que ha sido sacada de la mismísima Gotham y trasladada a la otra esquina del mundo. Vale la pena pasar por ella aunque no sea necesario coger un tren para maravillarse con su majestuosidad.
De Gotham a Helsinki: Estación Central de Tren
Tocaba ya volver al aeropuerto, coger el último avión con destino España y dejar atrás esta fabulosa experiencia. Nos quedaba media hora para relajarnos tomando ando, repasar las anécdotas de nuestro viaje y esperar que en el futuro podamos repetir alguna aventura parecida, en cualquiera de los confines del mundo que cuenten con nieve.
¡Gracias Íñigo, Eva, Tomás y Carles por esta semana!
Kiitos!
Con Límite Infinito 