Sri Lanka 2017 – Etapa 1 – Sigiriya, El Rey de La Roca

Me encontraba sin duda ante una de las zonas más turísticas de la isla, por lo que tuve que hacer ciertos rodeos para intentar no caer en el mogollón y perder totalmente la pura esencia de cada sitio. Fue complicado, pero aún así, las experiencias de haber montado en elefante y haber sido el rey de la roca durante 10 minutos quedarán para siempre guardadas en mi memoria viajera.

Tras la intensa experiencia de los templos de Polonnaruwa tenía que continuar mi aventura pasando ya por la emblemática Sigiriya, un lugar especial que llegó a emocionarme a pesar de ser la primera vez en Sri Lanka que me vi rodeado de decenas de coches y autobuses. ¡Lo importante es saber dónde mirar y buscar buenas alternativas!

Por los alrededores de Sigiriya hice tres cosas que para mí ya son memorables:

1) Un Paseo en Elefante

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Una hora de ruta en elefante en Habarana

Después de despedirme del dueño de mi guest house de Polonnaruwa (Dilshan Guest, 1200 LKR por noche) un amable conductor de tuk-tuk me ayudó a parar el autobús que iba a Habarana (69 LKR, 45 minutos). ¡Quería montar en elefante por primera vez! Y justo el día anterior había contactado con un sitio allí (Chanaka Adventure Holiday) que me ofrecía un paseo de 1 hora para mí solo por 1500 LKR (que al final resultaron ser 2700 LKR, pero eso ya lo explico después…).

Llegué a Habarana bastante antes de lo esperado ya que el autobús en cuestión se emocionó y llego a romper casi la barrera del sonido srilankés (100 km/h), lo que teniendo en cuenta la calidad de los autobuses y el perfil de la carretera hizo que me sintiese como el copiloto de un rally de profesionales. Ya en la parada, llamé al contacto de Chanaka y vino a buscarme en su moto para llevarme a dónde tenían al bueno de Ralla (un elefante de 20 años) que me estaba esperando.

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La experiencia estuvo bastante bien, el elefante era muy tranquilo y bonachón, pero me quedé un poco triste al ver que lo tenían encadenado (no en sí como lo trataban, con bastante cariño), por lo que a pesar de haber disfrutado el paseo no sé si volvería a repetirlo.

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Dindole a Ralla su recompensa por el paseo

Después de un rato a lomos de Ralla pasamos junto a un chico que me ofreció una calabaza troceada para darle de comer por 200 LKR. Pues ya que estábamos a ello, ¡por qué no! Fue un momento muy divertido ya que nada más oler la calabaza me puso la trompa en la cara para que le fuese dando trozos (me guardé unos cuantos para darle al final de todo como premio).

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¡Quiero calabaza!

Al final, tuve que darle también una propina de 1000 LKR (¡toma propinón!) al que guiaba al elefante, con lo que la cosa quedó en 2700 LKR, pero había podido disfrutar de un buen paseo privado en elefante, así que no está nada mal.

2) Subir a Pidurangala Rock

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Magnoficas vistas de Sigiriya desde Pidurangala

Me despedí de Ralla, cogí mis cosas y volví a la parada de bus. Tenía que continuar hasta Inamaluwa (32 LKR, 25 minutos) para cambiar de bus y coger el que va a Sigiriya (25 LKR, 15 minutos). En el buen rato que tardó el segundo en llegar me puse a hablar con un chico de Sri Lanka que hizo que empezase a darme cuenta de que aquí la gente local siempre pregunta a los turistas las mismas cosas, como si tuviesen un guion común o exactamente las mismas inquietudes sobre los extranjeros… Curioso.

Llegué a mi fabuloso hostal (Like Lodge, 1300 LKR) donde me senté un rato a descansar antes de coger la bici que me alquilaron por 250 LKR para llegar a la base de este maravilloso mirador-roca.

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Like Lodge, una guest house de ensueño

Había leído en muchos sitios excelentes comentarios sobre ese sitio, y mi amiga Raquel que había estado por aquí el año pasado lo recuerda aún como de lo más memorable y, además, ¡se trata de subir a una roca! Vamos, que yo eso no me lo perdía por nada del mundo.

Salí del hostal en mi nueva bici vintage y me dirigí hacia el recinto de Sigiriya. Hay que continuar por la pista que pasa junto a la entrada principal en dirección norte y seguir durante algo menos de 2 kilómetros las indicaciones de Pidurangala Rock hasta que nos encontremos con el pequeño templo desde donde empieza la subida.

La entrada cuesta 500 LKR (¡un noveno de lo que cuesta Sigiriya!) y hay muy poca gente porque no es tan “cool”. Dejamos el templo a un lado y los escalones empiezan rápidamente a ascender llevándonos por un camino pegado a la gran roca en el que nos podemos encontrar desde un buda antiguo hasta un grupo de guiri-turistas de pro que se meten en berenjenales sin enterarse bien de que van y necesitan que les empujen para poder subir… en fin…

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Diferentes escenas de la subida a Pidurangala Rock

Todo esto me dio igual cuando llegué arriba. Lo primero que pude ver fue la roca de Sigiriya dominando las vistas de un inmenso valle en el que solo sobresale este pedrusco sagrado y la propia Pidurangala.

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Sigiriya

Pero las vistas no terminan ahí, la roca de Pidurangala es bastante grande y ofrece una buena superficie para caminar y disfrutar de vistas de 360º de los inmensos bosques y llanuras que rodean a esta mágica región en el corazón de la isla.

Aún así, sin ninguna duda, destacan las vistas de Sigiriya, por su historia, por su forma, por su significado, por la devoción de la gente de aquí… Simplemente no podía parar de mirar y fotografiarla desde varios ángulos.

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Fue muy chulo el momento en el que una larga hilera de gente vestida de blanco estaba subiendo los escalones finales para llegar a lo alto. Esa visión (y la señora atascada de antes) me ayudó a reforzar mi idea de pegarme nuevamente un buen madrugón al día siguiente para no tener problemas en subir a mi ritmo y poder disfrutar del encanto de Sigiriya casi sin gente.

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Enorme hilera de gente subiendo a Sigiriya…. ¡pffffff!

Poco más se puede decir, hay que ir, subir, verlo, sentirlo, vivirlo

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Mientras hacía fotos con mi trípode portátil nuevo, una chica me vino a pedir que le hiciese una foto con el móvil porque “pareces muy profesional”. Ay… si ella supiese. Empezamos a hablar y nos quedamos allí un buen rato disfrutando de las vistas ya que no quedaba nadie. Se llama Manca, es de Eslovenia y también está viajando sola, así que nos juntamos para cenar después de bajar de Pidurangala y compartimos buenas anécdotas sobre viajes, cómo el euro afectó a nuestros países y muchas otras cosas. Seguro que nos juntaremos más adelante porque llevamos un plan parecido para los próximos días.

¡Si es que estar solo en Sri Lanka es realmente complicado!

3) Subir a Sigiriya

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Sigiriya es uno de los must absolutos de Sri Lanka

La Roca del León, uno de los sitios más importantes tanto para la gente de Sri Lanka como para los turistas, y no sin motivo. Este enorme pedrusco emerge de la nada en el medio de un precioso valle lleno de frondosa vegetación. Hoy en día aún hay algo de duda sobre si se trataba de un monasterio o de una especie de palacio, pero quizá es lo de menos. Sigiriya es uno de esos sitios que tiene un aura especial, algo que nada más llegar te hace entender el poder que despierta en la gente de Sri Lanka.

Para no sufrir los calores del clima tropical en la subida ni tener que lidiar con cientos de personas decidí sacrificar algo de sueño y levantarme de nuevo a las 6 de la mañana. Dejé todo recogido, me comí un plátano que me quedaba y salí del hostal con tiempo de sobra para llegar algo antes de las 7 a la taquilla. Había ya 10 personas esperando, pero de las que van en tour organizado, así que con la entrada en la mano (4500 LKR, un buen pastizal) puse rumbo a buen ritmo hacia la subida.

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Subiendo a lo alto con buenas vistas de los jardines del recinto

Ignoré los jardines y todo lo que hay antes de la roca, ya tendría suficiente tiempo después para visitar esa parte, y sintiendo ya el calor en el cogote puse un pie en el primer escalón. La subida no es técnicamente complicada a diferencia de Pidurangala que tiene un último tramo que hará blasfemar a bastante gente, la subida a Sigiriya se resume a escalones: 800 en concreto (más otros casi 200 de pasear por las ruinas de la cima).

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Tramo final de la subida a la Roca del Leonn

Cuando llegué el espectáculo estaba servido: ¡nadie me seguía, estaba completamente sólo!

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Ruinas del palacio/templo de Sigiriya

¡Era el Rey de la Roca! El heredero durante 10 minutos de esta fortaleza construida por el Rey Kassapa I (siglo V d.C.) y desde donde gobernaba la isla tras haber trasladado la capital desde Polonnaruwa hasta aquí. Y lo fui hasta que llegaron dos chicos gritando. Por supuesto eran españoles, ahí a donde vamos damos el cante. Me hice el guiri como que no hablaba español y seguí disfrutando de Sigiriya a mi ritmo.

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Al coronar la cima había una especie de niebla baja que ocultaba la base de Pidurangala. En cierto modo me recordó a la escena que viví el año pasado en el Volcán Bromo de Indonesia.

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Vistas de Pidurangala Rock

Pero poco a poco las nubes se fueron disipando para dejar ver perfectamente la roca y el resto del entorno. Genial.

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Aún no había mucha gente, así que tranquilamente seguí paseando escaleras arriba y escaleras abajo por las ruinas de este misterio que aún no está del todo resuelto pero que es capaz de transmitir la fuerza de lo que hace siglos debió ser.

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La bajada tiene un trozo común con las escaleras de la subida que hace que se complique la cosa cuando ya ha empezado a subir el mogollón, pero después sigue por otro lado. Decidí saltarme el Muro del Espejo al ver que había más gente que en la guerra, y seguí mi camino hacia los jardines pasando primero por la peculiar Cueva de la Cobra (llamada así por la forma estilo serpiente que tiene la roca).

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La Cueva de la Cobra y una advertencia que no hay que tomarse a la ligera

Aún tenía tiempo de sobra de dar un último paseo por los jardines que están al pie de la roca, buscando un sitio alejado para sentarme 10 minutos y poder contemplar la grandeza de Sigiriya totalmente a mi aire.

El estómago empezó a rugirme a eso de las 10:30, y es que no había desayunado. Paré de camino al hostal en el Sigiri Bird Villa porque me pareció un sitio bonito y vi que tenían zumos naturales de todo tipo y a buen precio.

Estaba tan cómodo que cuando llegué a mi hostal ya eran casi las 11:30, pero aún así me prepararon un desayuno de espectáculo que me sentó de maravilla, rodeado de tanta naturaleza.

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Mi habitacian y jardines en el Like Lodge

Mi plan era irme lo antes posible a Kandy, pero se estaba tan bien en el jardín trasero del hostal que decidí tumbarme un rato en la hamaca.

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Y aquí estoy rememorando lo que ha sido este intento de exprimir al máximo la esencia de un sitio tan turístico como éste. Me voy contento de mi propio triángulo cultural que termina aquí (Anuradhapura, Polonnaruwa y Sigiriya) y muy expectante de la segunda etapa de mi viaje por Sri Lanka: ¡Las Tierras de Alta Montaña!

2 comentarios en “Sri Lanka 2017 – Etapa 1 – Sigiriya, El Rey de La Roca

  1. Espero que te quedaras agusto montando en el pobre elefante. Haciendo este tipo de turismo promueves la explotación animal. A también me encantaría poder tener mucha clases de animales y tocarlos, pero tenemos que aprender a respetar su condición de salvajes.

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